Por Maruja Tarre
El Universal
En épocas pasadas hubo caudillos y tiranos en Venezuela. Sin embargo, casi todos tuvieron la peculiaridad de buscar -y conseguir- gente inteligente que los asesorara y sirvieran de colaboradores. El caso de los Vallenilla, padre e hijo, es el más conocido pero hubo muchos otros. En cambio, Chávez nos sorprende con una característica muy especial: él es más inteligente, más culto, más leído que los demás miembros de su Gobierno.
Acabamos de tener dos ejemplos flagrantes con dos destacados funcionarios. El ministro de la Educación Superior, cuyo nombre no logro siquiera recordar, prohíbe "porque le da la gana" la actuación de Alejandro Sanz en el Poliedro. ¿Qué pueden esperar las universidades de ese troglodita? ¿Qué pensará de la libertad de cátedra? ¿Será él quien le dijo al Supremo que en cinco años puede construir cincuenta y ocho universidades?
En cuanto a la inefable Cilia, con su desagradable voz de chicharra nos asegura que de ahora en adelante la Constitución nos garantiza la "no tortura", pero que el Gobierno tendrá el monopolio de la información cuando se les ocurra suspender las garantías. Haciendo gala de sutiles argumentos, increpa a los presentes, asegurando que sólo los golpistas pueden sentirse amenazados por la suspensión del derecho al debido proceso.
Yo le preguntaría a la Sra. Flores: ¿Usted está en contra de la pena de muerte verdad? ¿Y por qué será eso? ¿Está usted planificando un crimen abominable? ¿Por qué se siente amenazada?
Obviamente, la Sra. Flores y su combo jamás han creído en los derechos humanos. Jamás han pensado en respetar los derechos del otro. Para ella sólo son válidos y eternos el derecho a la reelección perpetua, el derecho a la impunidad para los nuevos oligarcas y el derecho a enriquecerse para los colaboradores del régimen.
El Universal
En épocas pasadas hubo caudillos y tiranos en Venezuela. Sin embargo, casi todos tuvieron la peculiaridad de buscar -y conseguir- gente inteligente que los asesorara y sirvieran de colaboradores. El caso de los Vallenilla, padre e hijo, es el más conocido pero hubo muchos otros. En cambio, Chávez nos sorprende con una característica muy especial: él es más inteligente, más culto, más leído que los demás miembros de su Gobierno.
Acabamos de tener dos ejemplos flagrantes con dos destacados funcionarios. El ministro de la Educación Superior, cuyo nombre no logro siquiera recordar, prohíbe "porque le da la gana" la actuación de Alejandro Sanz en el Poliedro. ¿Qué pueden esperar las universidades de ese troglodita? ¿Qué pensará de la libertad de cátedra? ¿Será él quien le dijo al Supremo que en cinco años puede construir cincuenta y ocho universidades?
En cuanto a la inefable Cilia, con su desagradable voz de chicharra nos asegura que de ahora en adelante la Constitución nos garantiza la "no tortura", pero que el Gobierno tendrá el monopolio de la información cuando se les ocurra suspender las garantías. Haciendo gala de sutiles argumentos, increpa a los presentes, asegurando que sólo los golpistas pueden sentirse amenazados por la suspensión del derecho al debido proceso.
Yo le preguntaría a la Sra. Flores: ¿Usted está en contra de la pena de muerte verdad? ¿Y por qué será eso? ¿Está usted planificando un crimen abominable? ¿Por qué se siente amenazada?
Obviamente, la Sra. Flores y su combo jamás han creído en los derechos humanos. Jamás han pensado en respetar los derechos del otro. Para ella sólo son válidos y eternos el derecho a la reelección perpetua, el derecho a la impunidad para los nuevos oligarcas y el derecho a enriquecerse para los colaboradores del régimen.
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