24 marzo 2012

Impunidad ante el crimen

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¿Qué puede decirse que ya no se haya dicho acerca de la violencia que campea por sus fueros en Venezuela? ¿Que es un milagro volver a casa con vida cada tarde? ¿Que es una suerte regresar ileso, sin medio esqueleto fracturado a golpes, sin una cuchillada en el abdomen, si una bala en la cabeza? ¿Que Dios y la Virgen y los santos y las ánimas del purgatorio y el ángel de la guarda han cuidado, un día más, de que nada nos pase? ¿Y qué hacemos con el miedo? ¿Seguimos aprendiendo a vivir con él entre pecho y espalda, como un susto que late más de prisa que nuestro corazón? ¿Qué hacemos con la duda? ¿Seguimos arrastrándola a un lado de nosotros, como una segunda sombra imposible de arrancar? ¿Qué hacemos con nuestras ganas de vivir, con nuestra necesidad de paz, con nuestra urgencia de justicia? ¿Qué hacemos con nuestra libertad enrejada, cercada por concertinas eléctricas, monitoreada por sensores y cámaras, controlada desde los celulares?

¡Qué mierda no tener dónde encontrar las respuestas!

En menos de 24 días tres jóvenes venezolanos fueron víctimas de crímenes que impactaron a nuestra sociedad:

  • Martes, 28 de febrero de 2012: Herido de gravedad Juan David Chacón Benítez, conocido como "OneChot", 33 años de edad, Comunicador Social egresado de la Universidad Central de Venezuela, guitarrista, compositor y cantante de reggae, sus canciones aluden a temas pacifistas y ecologistas. El artista recibió un disparo en la frente cuando circulaba por la urbanización Bello Monte (Caracas) y unos delincuentes lo interceptaron con intención de robarle el vehículo. A la fecha de hoy su estado es estable, pero delicado.
  • Viernes, 16 de marzo de 2012: Asesinada Karen Berendique Betancourt, 19 años de edad, estudiante de Comunicación Social en la Universidad Rafael Belloso Chacín, en Maracaibo, hija del cónsul chileno en esa ciudad, Fernando Berendique. La joven recibió tres disparos -dos en las manos y uno en la cabeza- de los casi 100 tiros que descargaron cinco funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) sobre el vehículo en el que se desplazaban Karen y su hermano, porque no se detuvieron al pasar por la alcabala móvil -ilegalmente instalada-, ante la voz de alto de uno de los agentes, que al igual que sus otros once compañeros, no vestía uniforme, ni exhibía su placa, ni se identificó como policía.
  • Viernes, 23 de marzo de 2012: Secuestrado y luego asesinado Libero Laizzo, 35 años de edad, Licenciado en Administración egresado de la Universidad de Nueva Esparta, manager de la banda musical Caramelos de Cianuro, gerente de producción de Space Music Corp. y coordinador de producción de Water Brothers. Su cuerpo, maniatado y con un tiro en la cabeza, fue hallado esta mañana en las adyacencias de la Universidad Santa María, en Petare (Caracas).    
En ese mismo lapso, ni se sabe cuántas personas más fueron agredidas, atracadas, secuestradas o asesinadas en todo el país. Lo que sí sabemos es que la delincuencia se expande y multiplica, mientras el gobierno ni siquiera demuestra un mínimo interés en garantizar seguridad ciudadana y justicia. El núcleo del problema no es otro que la impunidad.

Según PROVEA: "No se evidencia una política de Estado coherente, integral y sistemática dirigida al control y prevención de la delincuencia; por el contrario, son constantes los cambios de los funcionarios a cargo, así como en las leyes, planes y programas."

Si quiere conocer más detalles sobre el tema, acceda con un click al Informe Anual 2011 - Seguridad Ciudadana - PROVEA  

12 marzo 2012

Los niños y las armas

Hace un par de semanas, en una escuela de Ontario, Canadá, el padre de una niña de 4 años de edad fue arrestado porque su pequeña, durante una tarea de dibujo libre, dibujó una pistola. Lo que sigue es una historia que debería entrar en la serie "Aunque usted no lo crea" de Ripley, y que el lector puede ver aquí con lujo de detalles.

A los niños les impresionan las armas tanto como a los adultos que no estamos familiarizados con ellas, pero la maestra de Nevaeh Sansone, más que impresionada, quedó alarmada, y transmitió su nerviosismo e inquietud al Director de la escuela, que alarmado también, en vez de llamar en primer lugar a los padres de la criatura, llamó a un asistente del Departamento de Servicios de Familia e Infancia del municipio, quien a su vez llamó a la policía. De ahí en adelante, la situación pasó de ser alarmante a paranoica.

En nuestro país, que un niño dibuje una pistola es lo de menos, porque lo verdaderamente grave es que la tenga, la exhiba y además la use. De hecho, en Venezuela hay niños que sí están familiarizados con las armas, al punto de considerarlas parte de sí mismos, mucho más de lo que consideran a sus propios familiares. El problema consiste, básicamente, en los cambios radicales que ha experimentado nuestra sociedad respecto de los valores.

Cuando se vive en medio del desorden y la violencia, el individuo desarrolla cierta tolerancia hacia las situaciones extremas que no puede evitar ni controlar. ¿Cómo podría uno de nuestros niños evitar que los desadaptados que le rodean jueguen frente a él con sus pistolas, o que los disparos perturben su sueño, sus juegos infantiles y sus tareas, o que un enfrentamiento entre bandas de delincuentes le haga retroceder a toda carrera cuando se dirige a su casa? ¿Cómo puede uno de nuestros niños controlar la impresión que le causa ser testigo de las amenazas que reciben sus vecinos de los malandros del barrio, o de los robos, asaltos y asesinatos que éstos cometen, o del tráfico de armas y drogas que cunde a su alrededor?

La pequeña Nevaeh dibujó una pistola, y con una ingenuidad absolutamente genuina, le dijo a la maestra que era la pistola que su papá tenía para "matar monstruos y hombres malos". En su imaginación, su papá es un héroe como el de las comiquitas de la televisión o como el de las películas de acción, y todos los héroes, a lo largo de la Historia y en todas las historias, sean reales o ficticias, tienen armas para combatir contra "los monstruos y hombres malos". Se entiende que si no las tuvieran, les sería imposible derrotarlos.

El miedo que sentimos los seres humanos a cualquier manifestación de violencia en nuestra contra, desde una amenaza o un insulto hasta una agresión física, se justifica hoy más que nunca, precisamente porque ya no son los monstruos y los hombres malos los únicos de los que debemos defendernos, sino de los disvalores, la indiferencia y la impunidad que refuerzan un estilo de vida completamente opuesto al respeto a la vida, a la propiedad privada y a la libertad.

Quizás en Canadá sea impensable un escenario de violencia extrema como el que existe hoy en Venezuela, y por eso la maestra de Nevaeh Sansone, el Director de la escuela, el asistente de Servicios de Familia e Infancia y la policía se alarmaron y actuaron impulsados por el pánico, dispuestos incluso a violar los derechos fundamentales de los padres de la niña con tal de evitar una desgracia, con tal de controlar la mínima posibilidad de que se produjera un acto delictivo capaz de causar desorden y de poner en riesgo la vida y la seguridad de los habitantes de Kitchener.

No hay duda de que la acción policial excedió los límites del procedimiento, pero visto y analizado el asunto desde este lado del mapa, donde los excesos de la mayoría de las autoridades persiguen otros fines muy distintos de la preservación de la vida y la seguridad de los ciudadanos, no parece que deba considerarse exagerado cualquier medio que sirva para evitar un daño irreparable.