Por Liliana Fasciani M.
¡No volverán!, es el grito de guerra de los chavistas. ¿A quiénes se refieren con esta frase lapidaria? A los partidos políticos que protagonizaron el Pacto de Punto Fijo, gracias al cual ambas organizaciones se turnaron el poder a partir del derrocamiento del Gral. Marcos Pérez Jiménez, en 1958, hasta el triunfo electoral del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, en 1998.
Pero una organización política no existe sin individuos, y estos individuos no son -no pueden ser- siempre los mismos, por razones obvias. Las instituciones cambian en la medida en que sus integrantes -dirigentes y militantes- van cediendo espacios a las nuevas generaciones. Esta circunstancia ya implica cambios en la manera de hacer política, en la actualización de conceptos esenciales -libertad, democracia, derechos, alternabilidad-, en la evolución de las ideas y en la formulación de nuevas propuestas.
Sin embargo, aunque Acción Democrática y Copei no sean -porque no son- ni la sombra de lo que fueron cuando Rómulo Betancourt y Rafael Caldera dirigían sus respectivas actividades políticas, aunque se hayan extinguido o mantengan una suerte de existencia vegetal partidos como URD, MIR y MEP; aunque otros sobrevivan con objetivos distintos de aquellos que marcaron su nacimiento, como es el caso del MAS y Causa R; aunque en el ínterin hayan surgido Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo como nuevas opciones, amén del muy antiguo y respetable Partido Comunista Venezolano, decir ¡No volverán! es negarle participación efectiva a cualesquiera de estas organizaciones.
¡No volverán! significa que ningún otro partido político distinto del partido chavista -ese que aún no termina de crearse, pero que existe "de hecho"-, y ningún otro ciudadano, puede o debe aspirar a ser gobierno en Venezuela. Significa, concretamente, que yo, venezolana por nacimiento, mayor de edad y de este domicilio, si promoviere mi candidatura a una alcaldía, a una gobernación, a una diputación, o a la Presidencia de la República, ya sea como militante de un partido político, ya sea en forma independiente, no tendría -según esa sentencia del chavismo- derecho a postularme. No por incurrir en algún tipo de inhabilitación prevista en la Ley, sino porque en el imaginario neorevolucionario, me inhabilitaría para dicha candidatura mi condición de opositora del actual gobierno, mi condición de hereje con respecto a la ideología socialista.
¡No volverán! condena, por igual, a los políticos de oficio y a los ciudadanos políticos, a los viejos partidos y a los nuevos, a no pretender la mínima aproximación a los asientos del poder. ¡No volverán! quiere decir que quienes en este momento ejercen todos los cargos del Poder Público nacional, quienes ocupan todos los puestos burocráticos y quienes desempeñan funciones públicas, desde el Presidente de la República hasta el portero de cualquier Mercal, no piensan en la caducidad de sus gestiones. Sencillamente, porque están seguros de haber llegado al poder "para quedarse".
¡No volverán! es, en definitiva, la más concreta y rotunda negación del precepto contenido en el artículo 6 de la Constitución de 1999: "El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables".
¡No volverán!, es el grito de guerra de los chavistas. ¿A quiénes se refieren con esta frase lapidaria? A los partidos políticos que protagonizaron el Pacto de Punto Fijo, gracias al cual ambas organizaciones se turnaron el poder a partir del derrocamiento del Gral. Marcos Pérez Jiménez, en 1958, hasta el triunfo electoral del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, en 1998.
Pero una organización política no existe sin individuos, y estos individuos no son -no pueden ser- siempre los mismos, por razones obvias. Las instituciones cambian en la medida en que sus integrantes -dirigentes y militantes- van cediendo espacios a las nuevas generaciones. Esta circunstancia ya implica cambios en la manera de hacer política, en la actualización de conceptos esenciales -libertad, democracia, derechos, alternabilidad-, en la evolución de las ideas y en la formulación de nuevas propuestas.
Sin embargo, aunque Acción Democrática y Copei no sean -porque no son- ni la sombra de lo que fueron cuando Rómulo Betancourt y Rafael Caldera dirigían sus respectivas actividades políticas, aunque se hayan extinguido o mantengan una suerte de existencia vegetal partidos como URD, MIR y MEP; aunque otros sobrevivan con objetivos distintos de aquellos que marcaron su nacimiento, como es el caso del MAS y Causa R; aunque en el ínterin hayan surgido Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo como nuevas opciones, amén del muy antiguo y respetable Partido Comunista Venezolano, decir ¡No volverán! es negarle participación efectiva a cualesquiera de estas organizaciones.
¡No volverán! significa que ningún otro partido político distinto del partido chavista -ese que aún no termina de crearse, pero que existe "de hecho"-, y ningún otro ciudadano, puede o debe aspirar a ser gobierno en Venezuela. Significa, concretamente, que yo, venezolana por nacimiento, mayor de edad y de este domicilio, si promoviere mi candidatura a una alcaldía, a una gobernación, a una diputación, o a la Presidencia de la República, ya sea como militante de un partido político, ya sea en forma independiente, no tendría -según esa sentencia del chavismo- derecho a postularme. No por incurrir en algún tipo de inhabilitación prevista en la Ley, sino porque en el imaginario neorevolucionario, me inhabilitaría para dicha candidatura mi condición de opositora del actual gobierno, mi condición de hereje con respecto a la ideología socialista.
¡No volverán! condena, por igual, a los políticos de oficio y a los ciudadanos políticos, a los viejos partidos y a los nuevos, a no pretender la mínima aproximación a los asientos del poder. ¡No volverán! quiere decir que quienes en este momento ejercen todos los cargos del Poder Público nacional, quienes ocupan todos los puestos burocráticos y quienes desempeñan funciones públicas, desde el Presidente de la República hasta el portero de cualquier Mercal, no piensan en la caducidad de sus gestiones. Sencillamente, porque están seguros de haber llegado al poder "para quedarse".
¡No volverán! es, en definitiva, la más concreta y rotunda negación del precepto contenido en el artículo 6 de la Constitución de 1999: "El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables".
lo irónico del asunto es q mas de la mitad de los chavistas "politicamente activos" fueron en su dia militantes de AD y COPEI
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