Por Georg Will
Diario de América
Las declaraciones de misión de los centros, de los manuales estudiantiles y las descripciones de los cursos están repletos del vocabulario "progresista" -- “diversidad", "inclusión", "clasismo", “etnocentrismo”, “racismo”, “sexismo”, “heterosexismo”, “gerontogismo”, "privilegio blanco", "discriminación social", "contextualización de materias", "imperialismo cultural", "identidades sociales y estamentos sociales", "problemas biopsicológicos", "un porcentaje justo de los recursos de la sociedad" etc. etc. ¿qué sucede bajo la tapadera de este miasma de jerga?
En 1943, la Corte Suprema, confirmando el derecho de los hijos de los Testigos de Jehová a rehusar jurar la bandera norteamericana en las escuelas, declaraba: "Ningún funcionario, alto o corriente, puede prescribir lo que será ortodoxia en política, nacionalismo, religión u otros asuntos,u obligar a la ciudadanía a profesar de palabra o hechos su fe en ello ". Hoy ese principio se traduce rutinariamente, de costa a costa, por funcionarios que son corrientes en varios sentidos.
Son profesores de universidad pública, en escuelas de trabajo social. Un estudio dispuesto por la Asociación Nacional de Académicos (NAS), un colectivo que combate la corrección política en los campus, examina los programas de educación de trabajo social de 10 universidades públicas importantes y llega a esta conclusión: Tales programas imponen una ortodoxia ideológica que los estudiantes tienen que suscribir concerniente a "la justicia social" y "la opresión".
En 1997, la Asociación Nacional de Asistentes Sociales (NASW) adoptaba una agenda política subrepticia en la forma de nuevo código ético, imponiendo a los asistentes sociales defender la justicia social "desde los niveles locales a los globales". Un libro de texto ampliamente usado -- "Praxis directa de la asistencia social: teoría y habilidades" -- afirma que promover "la justicia social y económica" es especialmente imperativo como respuesta a "las tendencias conservadoras de las tres últimas décadas". Claramente, en el catecismo de la profesión del asistente social, cualquier justicia social y económica de la que se trate es lo opuesto al conservadurismo.
El Consejo de Educación en Trabajo Social (CSWE), el homologador nacional de los programas de educación en trabajo social, insta -- no se requiere ese estímulo -- a la penetración ideológica en el plan de estudios, incluyendo la actividad política estudiantil obligatoria. El CSWE afirma que los estudiantes tienen que manifestar la capacidad "de comprender las formas y los mecanismos de opresión y discriminación".
En la Arizona State University, los estudiantes de trabajo social tienen que "manifestar el cumplimiento del Código Ético de la NASW". Berkeley exige el cumplimiento como prueba de "aptitud para la profesión”. Los estudiantes de la University of Florida Central "deben cumplir" el código de la NASW. En la Universidad de Houston, los estudiantes tienen que firmar un juramento de adhesión. En la Universidad de Michigan, el no cumplimiento del código puede ser juzgado "mala conducta académica".
Las declaraciones de misión de los centros, de los manuales estudiantiles y las descripciones de los cursos están repletos del vocabulario del himno "progresista" -- “diversidad", "inclusión", "clasismo", “etnocentrismo”, “racismo”, “sexismo”, “heterosexismo”, “gerontogismo”, "privilegio blanco", "discriminación social", "contextualización de materias", "imperialismo cultural", "identidades sociales y estamentos sociales", "problemas biopsicológicos", "un porcentaje justo de los recursos de la sociedad" etc. etc. ¿qué sucede bajo la tapadera de este miasma de jerga? Exactamente aquello contra lo que advertía la Asociación de Profesores Universitarios en su "Declaración de Principios" de 1915 -- profesores que "adoctrinan" a los estudiantes.
En 2005, Emily Brooker, una estudiante de trabajo social de la Universidad Estatal de Missouri, se matriculó en una clase impartida por un profesor que se anunciaba como progresista e insistía en que trabajo social es una profesión progresista. Al principio, un trabajo obligatorio para su clase era defender los lugares de acogida y la adopción homosexuales, con todos los estudiantes obligados a firmar una carta de defensa, en la casilla universitaria, a la legislatura estatal.
Cuando Brooker se opuso por motivos religiosos, el proyecto pasó a ser opcional. Pero poco antes del examen final fue acusada de un "nivel 3", la violación más seria de los estándares profesionales. En una audiencia de dos horas y media -- que se le prohibió grabar y a la que se impidió asistir a sus padres -- el tema principal fue su rechazo a firmar la carta. Se le ordenó redactar un documento ("Respuesta escrita acerca de mi objeción") explicando cómo podía "cerrar el vacío" entre su ética y aquella de la profesión de trabajo social. Cuando demandó a la Universidad, ésta abandonó la acusación y presentó compensaciones económicas y de otro tipo.
El estudio de la NAS dice que en la Escuela de Trabajo Social del Rhode Island College, un estudiante conservador, William Felkner, recibió una nota de suspenso en un curso que exigía que los estudiantes presionasen a la legislatura del estado por la causa asignada por mandato del departamento. El estudio de la NAS también denuncia que Sandra Fuiten abandonó su búsqueda de un grado en trabajo social en la Universidad de Illinois, Springfield, después de que el profesor, en un curso que exigía a los estudiantes que presionasen a la legislatura en representación de posturas prescritas por el profesor, le dijera que es imposible ser trabajador social y detractora del aborto al mismo tiempo.
En el mes desde que la NAS difundiera su estudio, ninguno de los centros de los que se informa ha refutado sus hallazgos. Dado que también podría haber pancartas en las puertas de muchas escuelas de trabajo social proclamando "conservadores abstenerse", se plantean dos preguntas: ¿por qué se permiten tales centros de adoctrinamiento en las instituciones de educación superior? ¿Y por qué la gente de toda orientación política es gravada fiscalmente para financiar esta propaganda?
Diario de América
Las declaraciones de misión de los centros, de los manuales estudiantiles y las descripciones de los cursos están repletos del vocabulario "progresista" -- “diversidad", "inclusión", "clasismo", “etnocentrismo”, “racismo”, “sexismo”, “heterosexismo”, “gerontogismo”, "privilegio blanco", "discriminación social", "contextualización de materias", "imperialismo cultural", "identidades sociales y estamentos sociales", "problemas biopsicológicos", "un porcentaje justo de los recursos de la sociedad" etc. etc. ¿qué sucede bajo la tapadera de este miasma de jerga?
En 1943, la Corte Suprema, confirmando el derecho de los hijos de los Testigos de Jehová a rehusar jurar la bandera norteamericana en las escuelas, declaraba: "Ningún funcionario, alto o corriente, puede prescribir lo que será ortodoxia en política, nacionalismo, religión u otros asuntos,u obligar a la ciudadanía a profesar de palabra o hechos su fe en ello ". Hoy ese principio se traduce rutinariamente, de costa a costa, por funcionarios que son corrientes en varios sentidos.
Son profesores de universidad pública, en escuelas de trabajo social. Un estudio dispuesto por la Asociación Nacional de Académicos (NAS), un colectivo que combate la corrección política en los campus, examina los programas de educación de trabajo social de 10 universidades públicas importantes y llega a esta conclusión: Tales programas imponen una ortodoxia ideológica que los estudiantes tienen que suscribir concerniente a "la justicia social" y "la opresión".
En 1997, la Asociación Nacional de Asistentes Sociales (NASW) adoptaba una agenda política subrepticia en la forma de nuevo código ético, imponiendo a los asistentes sociales defender la justicia social "desde los niveles locales a los globales". Un libro de texto ampliamente usado -- "Praxis directa de la asistencia social: teoría y habilidades" -- afirma que promover "la justicia social y económica" es especialmente imperativo como respuesta a "las tendencias conservadoras de las tres últimas décadas". Claramente, en el catecismo de la profesión del asistente social, cualquier justicia social y económica de la que se trate es lo opuesto al conservadurismo.
El Consejo de Educación en Trabajo Social (CSWE), el homologador nacional de los programas de educación en trabajo social, insta -- no se requiere ese estímulo -- a la penetración ideológica en el plan de estudios, incluyendo la actividad política estudiantil obligatoria. El CSWE afirma que los estudiantes tienen que manifestar la capacidad "de comprender las formas y los mecanismos de opresión y discriminación".
En la Arizona State University, los estudiantes de trabajo social tienen que "manifestar el cumplimiento del Código Ético de la NASW". Berkeley exige el cumplimiento como prueba de "aptitud para la profesión”. Los estudiantes de la University of Florida Central "deben cumplir" el código de la NASW. En la Universidad de Houston, los estudiantes tienen que firmar un juramento de adhesión. En la Universidad de Michigan, el no cumplimiento del código puede ser juzgado "mala conducta académica".
Las declaraciones de misión de los centros, de los manuales estudiantiles y las descripciones de los cursos están repletos del vocabulario del himno "progresista" -- “diversidad", "inclusión", "clasismo", “etnocentrismo”, “racismo”, “sexismo”, “heterosexismo”, “gerontogismo”, "privilegio blanco", "discriminación social", "contextualización de materias", "imperialismo cultural", "identidades sociales y estamentos sociales", "problemas biopsicológicos", "un porcentaje justo de los recursos de la sociedad" etc. etc. ¿qué sucede bajo la tapadera de este miasma de jerga? Exactamente aquello contra lo que advertía la Asociación de Profesores Universitarios en su "Declaración de Principios" de 1915 -- profesores que "adoctrinan" a los estudiantes.
En 2005, Emily Brooker, una estudiante de trabajo social de la Universidad Estatal de Missouri, se matriculó en una clase impartida por un profesor que se anunciaba como progresista e insistía en que trabajo social es una profesión progresista. Al principio, un trabajo obligatorio para su clase era defender los lugares de acogida y la adopción homosexuales, con todos los estudiantes obligados a firmar una carta de defensa, en la casilla universitaria, a la legislatura estatal.
Cuando Brooker se opuso por motivos religiosos, el proyecto pasó a ser opcional. Pero poco antes del examen final fue acusada de un "nivel 3", la violación más seria de los estándares profesionales. En una audiencia de dos horas y media -- que se le prohibió grabar y a la que se impidió asistir a sus padres -- el tema principal fue su rechazo a firmar la carta. Se le ordenó redactar un documento ("Respuesta escrita acerca de mi objeción") explicando cómo podía "cerrar el vacío" entre su ética y aquella de la profesión de trabajo social. Cuando demandó a la Universidad, ésta abandonó la acusación y presentó compensaciones económicas y de otro tipo.
El estudio de la NAS dice que en la Escuela de Trabajo Social del Rhode Island College, un estudiante conservador, William Felkner, recibió una nota de suspenso en un curso que exigía que los estudiantes presionasen a la legislatura del estado por la causa asignada por mandato del departamento. El estudio de la NAS también denuncia que Sandra Fuiten abandonó su búsqueda de un grado en trabajo social en la Universidad de Illinois, Springfield, después de que el profesor, en un curso que exigía a los estudiantes que presionasen a la legislatura en representación de posturas prescritas por el profesor, le dijera que es imposible ser trabajador social y detractora del aborto al mismo tiempo.
En el mes desde que la NAS difundiera su estudio, ninguno de los centros de los que se informa ha refutado sus hallazgos. Dado que también podría haber pancartas en las puertas de muchas escuelas de trabajo social proclamando "conservadores abstenerse", se plantean dos preguntas: ¿por qué se permiten tales centros de adoctrinamiento en las instituciones de educación superior? ¿Y por qué la gente de toda orientación política es gravada fiscalmente para financiar esta propaganda?
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