Por Diana Duque Gómez
El factor principal que determinó el despegue, consolidación y éxito del meganegocio del narcotráfico en Colombia, en particular del tráfico de cocaína, fue el transporte aéreo. Para ello los narcotraficantes necesitaron en un comienzo de un sinnúmero de licencias para sus pistas, aviones y helicópteros sin las cuales ese negocio ilícito jamás se hubiera podido desarrollar en la forma colosal y crónica como lo hizo. Y eso fue posible gracias a los buenos oficios del “Doptor Varito”.
Virginia Vallejo, famosa presentadora de televisión y amante estelar de Pablo Escobar Gaviria –pionero y máximo capo del tráfico de cocaína- revela este hecho en palabras del propio Escobar en su contundente libro-testimonio Amando a Pablo, odiando a Escobar:
“Pablo me presenta (en 1983. N. de la a.) al ex alcalde de Medellín, cuya madre es prima del padre de los Ochoa (familia de narcotraficantes. N. de la a.); éste lo llama ‘el Doptor Varito’ y a mí me simpatiza de inmediato porque pienso que es uno de los contados amigos de Pablo con cara de gente decente y, que yo recuerde, el único con gafas de estudioso. Fue director de la Aeronáutica Civil en 1980-1982 y ahora, a sus treinta y un años, todo el mundo le pronostica una brillante carrera política y más de uno se aventura a decir que, incluso, podría llegar algún día al Senado. Se llama Álvaro Uribe Vélez, y Pablo lo idolatra.
“Mi negocio y el de mis socios es el transporte, a cinco mil dólares por kilo asegurado –me explica Pablo luego- y está construido sobre una sola base: las pistas de aterrizaje y los aviones y helicópteros. Ese muchacho bendito, con ayuda del subdirector César Villegas, nos consiguió docenas de licencias para las primeras y centenares para los segundos. Sin pistas y aviones propios, todavía estaríamos trayendo la pasta de coca en llantas desde Bolivia y nadando hasta Miami para llevarle la mercancía a los gringos. Gracias a él es que yo estoy enterado de todo lo que pasa en la Aeronáutica Civil en Bogotá y en el aeropuerto de Medellín, porque su sucesor quedó entrenado para colaborarnos en lo que se nos ofrezca. Por eso es que la Dirección de Aeronáutica es una de las cuotas de poder que nosotros y el Santo (Santofimio, un narcopolítico. N. de la a.) exigimos a ambos candidatos en las pasadas elecciones. Su padre es uno de los nuestros, y si un día algo se nos llegara a atravesar a Santofimio y a mí en el camino a la presidencia, ese muchacho sería mi candidato. Ahí donde lo ves con sus gafas y esa cara de seminarista, es un peleador bravísimo”(1).
El 4 de marzo de 2002, pocas semanas antes de las elecciones presidenciales en las que resultó electo Álvaro Uribe Vélez, César Villegas, su estrecho colaborador en la Aeronáutica Civil, es asesinado. “El 5 por la mañana tenía una cita clandestina con un funcionario de la Embajada norteamericana en Bogotá ‘para hablar, entre otros temas, sobre Uribe’”(2).
El testimonio de Virginia Vallejo, de reconocida excelente memoria, concuerda con el informe publicado por la revista Newsweek del 9 de agosto de 2004, que dio lugar a la portada, sobre un documento de la inteligencia militar de Estados Unidos que habla de las relaciones del presidente Álvaro Uribe Vélez con el narcotráfico. El informe, firmado por Joseph Contreras y Steven Ambrus, en un recuadro titulado “Datos severos sobre el Socio 82”, dice:
“En septiembre de 1991, el Departamento de Defensa de EE UU compiló una lista de individuos supuestamente relacionados con el cártel de Medellín de Colombia. Hay ciento seis nombres en el documento recientemente desclasificado, y parece un ‘quién es quién’ de bandidos, asesinos, traficantes de nivel medio y abogados corruptos. El despiadado jefe del cártel, Pablo Escobar, ocupa un lugar prominente en la lista, junto con el ex dictador panameño, el general Manuel Antonio Noriega. Pero la sorpresa es el inciso No. 82, que dice: ‘Álvaro Uribe Vélez, político y senador colombiano, dedicado a colaborar con el cártel de Medellín en altos niveles del gobierno… Uribe ha trabajado para el cártel de Medellín y ha sido amigo íntimo de Pablo Escobar Gaviria’”(3). Esto de alguna manera explicaría la presencia de José Obdulio Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar Gaviria, como hombre clave del presidente Álvaro Uribe en la Casa de Nariño.
Tenemos así el perfil de un político que a sus 29 años le entregó el país al narcotráfico desde la dirección de la Aeronáutica Civil y hoy de presidente de Colombia a los 55, disfrazado de ser su más rabioso enemigo, se lo está entregando al esclavismo estalinista encarnado en las FARC, el ELN y el Polo Democrático Alternativo, mediante la desmovilización de la mayoría de los grupos libertarios de legítima defensa que estaban derrotando a ese totalitarismo de “izquierda”. Esto, que fue logrado dolosamente por Uribe con el apoyo de los narcotraficantes que habían usurpado la jefatura del sector mayoritario de la legítima defensa, dejó a la nación completamente inerme ante el avance asesino, liberticida y electorero del estalinismo.
La Fuerza Pública, contaminada de estalinismo chavista, de narcotráfico y plagada de corrupción, es una fuerza convencional impotente militar y legalmente para librar una guerra irregular como la que venían librando exitosamente los grupos de legítima defensa contra la guerra irregular de la “izquierda”. Señala el profesor Von der Heydte, una de las mayores autoridades sobre el tema, que “la guerra irregular sólo puede librarse efectivamente si uno mismo libra una guerra irregular”(4). Jamás un ejército regular, que por naturaleza sólo está preparado para hacer una guerra convencional, ha derrotado a un ejército irregular que libra una guerra irregular moderna, cuya característica esencial es la cuidadosa construcción de todo un entramado de redes que hace efectiva la combinación de todas las formas de lucha, “legales” e ilegales, entre las cuales, según las condiciones del momento, se hace el énfasis en la vía armada o la vía electoral. Así, por ejemplo, lo constata la historia del siglo XX en China, Vietnam, Cuba, Venezuela, etc. y actualmente en Irak, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, entre otros.
El hecho es que Colombia sigue siendo in crescendo el mayor productor y transportador mundial de cocaína y el totalitarismo de “izquierda” en la “legalidad” está preparándose para la toma del poder opresor del Estado en 2010 por la vía electoral con el respaldo de su ejército irregular.
Sin duda, como lo demuestran los testimonios y los hechos, el señor Álvaro Uribe Vélez –“el presidente más popular de la historia”- con gran astucia y fingimiento ha sido el político que más daño y sufrimiento le ha causado a la nación por ser quien mejor le ha servido al narcotráfico y a la subversión estalinista con el consentimiento de la sinarquía*, su patrón, la cual siempre se ha lucrado enormemente de los dineros del tráfico de cocaína y heroína realizado por la mafia y por las FARC, de los dineros procedentes del secuestro y la extorsión cometidos por la “izquierda” armada y de los dineros invertidos en la Fuerza Pública y en la falaz política uribista de “seguridad democrática”, todos los cuales han irrigado, de una u otra forma, su sistema bancario y sus grandes empresas y negocios. Entre estos, el negocio de la guerra y el de la “seguridad” ocupan un lugar prominente.
Sólo una confederación libertaria antiestatista que enfrente y derrote a la sinarquía y sus secuaces y al estalinismo podrá encauzar a Colombia por el camino de la libertad individual, de la creatividad y de la abundancia para todos.
______
* Sinarquía: Conjunto de personas dueñas del capital financiero, de las corporaciones, de los monopolios, de los grandes negocios y del Estado, que deciden los asuntos políticos y económicos de un país a través de ese Estado. Por naturaleza toda sinarquía es apátrida y todo Estado es garante de la impunidad de sus dueños.
NOTAS:
1. Virginia Vallejo, Amando a Pablo, odiando a Escobar. Random House Mondadori, S.A., Bogotá, 2007, págs. 111 y 112; 2. Joseph Contreras, Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez. Editorial Oveja Negra, Bogotá, 2002, pág. 23; 3. Newsweek en español, 9 de agosto de 2004, pág. 14; 4. Friedrich von der Heydte, La guerra irregular moderna. Eir de Colombia, Bogotá, 1987, pág. XVII.
Bogotá, octubre 4 de 2007.
El factor principal que determinó el despegue, consolidación y éxito del meganegocio del narcotráfico en Colombia, en particular del tráfico de cocaína, fue el transporte aéreo. Para ello los narcotraficantes necesitaron en un comienzo de un sinnúmero de licencias para sus pistas, aviones y helicópteros sin las cuales ese negocio ilícito jamás se hubiera podido desarrollar en la forma colosal y crónica como lo hizo. Y eso fue posible gracias a los buenos oficios del “Doptor Varito”.
Virginia Vallejo, famosa presentadora de televisión y amante estelar de Pablo Escobar Gaviria –pionero y máximo capo del tráfico de cocaína- revela este hecho en palabras del propio Escobar en su contundente libro-testimonio Amando a Pablo, odiando a Escobar:
“Pablo me presenta (en 1983. N. de la a.) al ex alcalde de Medellín, cuya madre es prima del padre de los Ochoa (familia de narcotraficantes. N. de la a.); éste lo llama ‘el Doptor Varito’ y a mí me simpatiza de inmediato porque pienso que es uno de los contados amigos de Pablo con cara de gente decente y, que yo recuerde, el único con gafas de estudioso. Fue director de la Aeronáutica Civil en 1980-1982 y ahora, a sus treinta y un años, todo el mundo le pronostica una brillante carrera política y más de uno se aventura a decir que, incluso, podría llegar algún día al Senado. Se llama Álvaro Uribe Vélez, y Pablo lo idolatra.
“Mi negocio y el de mis socios es el transporte, a cinco mil dólares por kilo asegurado –me explica Pablo luego- y está construido sobre una sola base: las pistas de aterrizaje y los aviones y helicópteros. Ese muchacho bendito, con ayuda del subdirector César Villegas, nos consiguió docenas de licencias para las primeras y centenares para los segundos. Sin pistas y aviones propios, todavía estaríamos trayendo la pasta de coca en llantas desde Bolivia y nadando hasta Miami para llevarle la mercancía a los gringos. Gracias a él es que yo estoy enterado de todo lo que pasa en la Aeronáutica Civil en Bogotá y en el aeropuerto de Medellín, porque su sucesor quedó entrenado para colaborarnos en lo que se nos ofrezca. Por eso es que la Dirección de Aeronáutica es una de las cuotas de poder que nosotros y el Santo (Santofimio, un narcopolítico. N. de la a.) exigimos a ambos candidatos en las pasadas elecciones. Su padre es uno de los nuestros, y si un día algo se nos llegara a atravesar a Santofimio y a mí en el camino a la presidencia, ese muchacho sería mi candidato. Ahí donde lo ves con sus gafas y esa cara de seminarista, es un peleador bravísimo”(1).
El 4 de marzo de 2002, pocas semanas antes de las elecciones presidenciales en las que resultó electo Álvaro Uribe Vélez, César Villegas, su estrecho colaborador en la Aeronáutica Civil, es asesinado. “El 5 por la mañana tenía una cita clandestina con un funcionario de la Embajada norteamericana en Bogotá ‘para hablar, entre otros temas, sobre Uribe’”(2).
El testimonio de Virginia Vallejo, de reconocida excelente memoria, concuerda con el informe publicado por la revista Newsweek del 9 de agosto de 2004, que dio lugar a la portada, sobre un documento de la inteligencia militar de Estados Unidos que habla de las relaciones del presidente Álvaro Uribe Vélez con el narcotráfico. El informe, firmado por Joseph Contreras y Steven Ambrus, en un recuadro titulado “Datos severos sobre el Socio 82”, dice:
“En septiembre de 1991, el Departamento de Defensa de EE UU compiló una lista de individuos supuestamente relacionados con el cártel de Medellín de Colombia. Hay ciento seis nombres en el documento recientemente desclasificado, y parece un ‘quién es quién’ de bandidos, asesinos, traficantes de nivel medio y abogados corruptos. El despiadado jefe del cártel, Pablo Escobar, ocupa un lugar prominente en la lista, junto con el ex dictador panameño, el general Manuel Antonio Noriega. Pero la sorpresa es el inciso No. 82, que dice: ‘Álvaro Uribe Vélez, político y senador colombiano, dedicado a colaborar con el cártel de Medellín en altos niveles del gobierno… Uribe ha trabajado para el cártel de Medellín y ha sido amigo íntimo de Pablo Escobar Gaviria’”(3). Esto de alguna manera explicaría la presencia de José Obdulio Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar Gaviria, como hombre clave del presidente Álvaro Uribe en la Casa de Nariño.
Tenemos así el perfil de un político que a sus 29 años le entregó el país al narcotráfico desde la dirección de la Aeronáutica Civil y hoy de presidente de Colombia a los 55, disfrazado de ser su más rabioso enemigo, se lo está entregando al esclavismo estalinista encarnado en las FARC, el ELN y el Polo Democrático Alternativo, mediante la desmovilización de la mayoría de los grupos libertarios de legítima defensa que estaban derrotando a ese totalitarismo de “izquierda”. Esto, que fue logrado dolosamente por Uribe con el apoyo de los narcotraficantes que habían usurpado la jefatura del sector mayoritario de la legítima defensa, dejó a la nación completamente inerme ante el avance asesino, liberticida y electorero del estalinismo.
La Fuerza Pública, contaminada de estalinismo chavista, de narcotráfico y plagada de corrupción, es una fuerza convencional impotente militar y legalmente para librar una guerra irregular como la que venían librando exitosamente los grupos de legítima defensa contra la guerra irregular de la “izquierda”. Señala el profesor Von der Heydte, una de las mayores autoridades sobre el tema, que “la guerra irregular sólo puede librarse efectivamente si uno mismo libra una guerra irregular”(4). Jamás un ejército regular, que por naturaleza sólo está preparado para hacer una guerra convencional, ha derrotado a un ejército irregular que libra una guerra irregular moderna, cuya característica esencial es la cuidadosa construcción de todo un entramado de redes que hace efectiva la combinación de todas las formas de lucha, “legales” e ilegales, entre las cuales, según las condiciones del momento, se hace el énfasis en la vía armada o la vía electoral. Así, por ejemplo, lo constata la historia del siglo XX en China, Vietnam, Cuba, Venezuela, etc. y actualmente en Irak, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, entre otros.
El hecho es que Colombia sigue siendo in crescendo el mayor productor y transportador mundial de cocaína y el totalitarismo de “izquierda” en la “legalidad” está preparándose para la toma del poder opresor del Estado en 2010 por la vía electoral con el respaldo de su ejército irregular.
Sin duda, como lo demuestran los testimonios y los hechos, el señor Álvaro Uribe Vélez –“el presidente más popular de la historia”- con gran astucia y fingimiento ha sido el político que más daño y sufrimiento le ha causado a la nación por ser quien mejor le ha servido al narcotráfico y a la subversión estalinista con el consentimiento de la sinarquía*, su patrón, la cual siempre se ha lucrado enormemente de los dineros del tráfico de cocaína y heroína realizado por la mafia y por las FARC, de los dineros procedentes del secuestro y la extorsión cometidos por la “izquierda” armada y de los dineros invertidos en la Fuerza Pública y en la falaz política uribista de “seguridad democrática”, todos los cuales han irrigado, de una u otra forma, su sistema bancario y sus grandes empresas y negocios. Entre estos, el negocio de la guerra y el de la “seguridad” ocupan un lugar prominente.
Sólo una confederación libertaria antiestatista que enfrente y derrote a la sinarquía y sus secuaces y al estalinismo podrá encauzar a Colombia por el camino de la libertad individual, de la creatividad y de la abundancia para todos.
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* Sinarquía: Conjunto de personas dueñas del capital financiero, de las corporaciones, de los monopolios, de los grandes negocios y del Estado, que deciden los asuntos políticos y económicos de un país a través de ese Estado. Por naturaleza toda sinarquía es apátrida y todo Estado es garante de la impunidad de sus dueños.
NOTAS:
1. Virginia Vallejo, Amando a Pablo, odiando a Escobar. Random House Mondadori, S.A., Bogotá, 2007, págs. 111 y 112; 2. Joseph Contreras, Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez. Editorial Oveja Negra, Bogotá, 2002, pág. 23; 3. Newsweek en español, 9 de agosto de 2004, pág. 14; 4. Friedrich von der Heydte, La guerra irregular moderna. Eir de Colombia, Bogotá, 1987, pág. XVII.
Bogotá, octubre 4 de 2007.
Cortesía de Benito Quintero
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