Por Pablo Dócimo
La década los 90 se caracterizó, entre otras cosas, por la globalización. Si bien este fenómeno incluye una gran cantidad de aspectos como el cultural, social, o económico, encontramos que el campo de los medios de comunicación no es solamente el más amplio y representativo, además, es uno de sus estandartes o referentes, dado que por sus características se nutren mutuamente.
También en estos años se han alzado muchísimas voces, algunas a favor y otras en contra, especialmente desde los países tercermundistas o subdesarrollados. Pero, ¿se justifican estas criticas? ¿En que medida perjudica o beneficia la globalización a los países en vía de desarrollo?
Llama poderosamente la atención que gobiernos de países autodenominados “progresistas” o “socialistas”, quienes se autocalifican como los más perjudicados, no sólo utilizan estos medios, sino que también se encargan de manejarlos, ya sea desde agencias de noticias, diarios, radios, canales de televisión e inclusive Internet, como en Cuba, sino que también los controlan o censuran como en Venezuela, utilizando o tratando de utilizar, como en este ultimo caso, los medios en su favor con un corte netamente político-propagandístico, especialmente en aquellos medios manejados por el estado. Este ultimo caso lo podemos apreciar claramente en Argentina con la televisora estatal.
Sin embargo, la globalización de los medios de comunicación, que en su totalidad es desarrollada técnicamente por los países centrales, (EEUU, Alemania, Francia, Holanda, Japón, etc. ) permite a los habitantes de países subdesarrollados, no sólo a acceder a noticias, información, deportes o hechos culturales de todo el mundo en TV por cable, satelital o Internet, sino que también les permite por estos mismos medios difundir hechos que acontecen en sus países.
Este intercambio cultural, prácticamente instantáneo, no es bien visto en general por intelectuales, en su mayoría “progresistas”, quienes sostienen que cuanto más poderoso es el país emisor, más posibilidades tiene de invadir cultural e ideológicamente a los países más pobres o receptores.
En este punto sería conveniente analizar dos aspectos; el primero es el estrictamente técnico, en este sentido podríamos decir que nos es sumamente beneficioso, ya que podemos acceder, como dijimos antes, a infinidad de información (cultural, social, científica, etc.) de una manera mas práctica, rápida y fácil.
El otro punto a tratar sería el cultural o ideológico, pero ¿no se estaría desviando el foco de la discusión?
Porque parecería que se está atacando a las “consecuencias” y no a las “causas”, error muy frecuente y común en los países subdesarrollados. Esto, dicho en otras palabras significa que la responsabilidad de que los supuestos mensajes ideológicos-culturales emitidos por el emisor dependen directamente del receptor para que surtan efecto o no. O sea que si un país esta bien constituido culturalmente sería muy difícil que se deje invadir ideológicamente, y esto depende pura y exclusivamente de cada país.
También llama poderosamente la atención que muchos que critican a los medios de comunicación y su globalización los utilicen para difundir sus ideas, por ejemplo partidos de izquierda o, como el caso del investigador Cees J Hamelink, actual presidente de AIERI (Asociación Internacional para el Estudio de la Comunicación Social) quien sostiene que existe un marcado desequilibrio en el intercambio de comunicaciones entre los países centrales y los del tercer mundo.
Hamelink no solamente obvia que gracias al desarrollo tecnológico tiene la posibilidad de acceder masivamente a todo el mundo, sino que también omite que el desequilibrio se produce precisamente por la generación propia de hechos que despierten interés general, social o cultural de cada país. Por ejemplo, no son la misma cantidad de hechos científicos, sociales o culturales que se generan en Japón, Alemania o Francia que los que se generan en Paraguay, Perú o Bolivia.
Esta misma comparación la podríamos aplicar entre estos países y Argentina; por consiguiente la globalización nos permite tener al alcance de la mano infinidad de herramientas, que depende de quién y cómo las use podrán ser beneficiosas o no. Esto depende de la formación intelectual y cultural de cada individuo y por carácter transitivo a la sociedad en general; por ejemplo a nadie se le ocurriría pensar que los medios de comunicación, potenciados por la globalización, sean malos para difundir el tango por el mundo, por citar un caso.
Pero retrotrayéndonos en el tiempo, nos podríamos trasladar a la década de los 50, cuando comienza el auge de la televisión en el mundo. Adorno y Horkheimer, quienes eran dos sociólogos provenientes del denominado Grupo Frankfort, crean el concepto de “Industria Cultural”. Ellos sostienen que la industria cultural proporciona en todas partes bienes estandarizados para satisfacer a las numerosas demandas a las que se deben responder mediante la estandarización, y sostienen que se produce un quiebre en la cultura; y aquí es donde encontramos ciertas similitudes con las criticas a la globalización.
En primer lugar llama la atención que los miembros del Grupo Frankfort que son de tendencia notoriamente marxista, no solo critican el sistema y el lugar donde se desarrollan que es EEUU, ya que fueron expulsados del partido comunista alemán por el Reich, sino que tampoco compartían el sistema de popularización de aparatos de radio y televisión aludiendo que iban en perjuicio de la cultura, cuando omitían que precisamente gracias a la popularización de televisores, por ejemplo, cualquier persona común podía disfrutar de conciertos, hechos culturales, eventos deportivos y hasta de la llegada del hombre a la luna.
Otra contradicción que encontramos respecto a quienes critican a la globalización o a los medios de comunicación es que en los países del este europeo durante la época de la guerra fría, y en muchos países tercermundistas o árabes, quienes serían los supuestos damnificados, los diarios, radios y en especial la televisión eran o son en la actualidad utilizados para propaganda política, cuando en los países desarrollados, si bien persiguen fines comerciales, existen numerosos medios de comunicación privados y no existe la censura previa; sí un marco legal y un ente regulador por parte del estado.
Otro aspecto de la globalización que no es muy tenido en cuenta es el económico derivado de la evolución tecnológica y que desemboca en una reducción de costos materiales. Esto determina que tanto empresas, grupos inversores e inclusive cooperativas puedan tener como emisores, más acceso a equipos, tanto en calidad como en cantidad. Un ejemplo claro y palpable seria que hoy, por citar algunos casos, un colegio, entidad religiosa, u ONG, puede tener acceso a un equipo transmisor de FM; este fenómeno lo podemos apreciar viendo la proliferación de numerosas emisoras barriales o “alternativas” en muchos países, donde tienen posibilidades de alcanzar un medio de comunicación masivo ciertos sectores de la población que en otra época hubiese sido impensado. Es indiscutible que esta posibilidad es gracias a un desarrollo técnico que nace en los países centrales e indirectamente beneficia de alguna manera a los países subdesarrollados.
Para concluir cabría una reflexión. ¿Como seria hoy la vida en los países subdesarrollados si no hubiesen tenido acceso a los satélites, fibra óptica, radares, computadoras, radio, cine, televisión, teléfono o sencillamente a la electricidad? No nos olvidemos que todas estas cosas fueron inventadas y desarrolladas en países centrales y gracias a la globalización están a nuestro alcance.
De ser así, seguramente estaríamos viviendo de una manera mucho mas precaria y primitiva, como lo hacen muchas aldeas de aborígenes en algunos lugares del mundo, yendo en contra de la esencia humana, que es la evolución.
La década los 90 se caracterizó, entre otras cosas, por la globalización. Si bien este fenómeno incluye una gran cantidad de aspectos como el cultural, social, o económico, encontramos que el campo de los medios de comunicación no es solamente el más amplio y representativo, además, es uno de sus estandartes o referentes, dado que por sus características se nutren mutuamente.
También en estos años se han alzado muchísimas voces, algunas a favor y otras en contra, especialmente desde los países tercermundistas o subdesarrollados. Pero, ¿se justifican estas criticas? ¿En que medida perjudica o beneficia la globalización a los países en vía de desarrollo?
Llama poderosamente la atención que gobiernos de países autodenominados “progresistas” o “socialistas”, quienes se autocalifican como los más perjudicados, no sólo utilizan estos medios, sino que también se encargan de manejarlos, ya sea desde agencias de noticias, diarios, radios, canales de televisión e inclusive Internet, como en Cuba, sino que también los controlan o censuran como en Venezuela, utilizando o tratando de utilizar, como en este ultimo caso, los medios en su favor con un corte netamente político-propagandístico, especialmente en aquellos medios manejados por el estado. Este ultimo caso lo podemos apreciar claramente en Argentina con la televisora estatal.
Sin embargo, la globalización de los medios de comunicación, que en su totalidad es desarrollada técnicamente por los países centrales, (EEUU, Alemania, Francia, Holanda, Japón, etc. ) permite a los habitantes de países subdesarrollados, no sólo a acceder a noticias, información, deportes o hechos culturales de todo el mundo en TV por cable, satelital o Internet, sino que también les permite por estos mismos medios difundir hechos que acontecen en sus países.
Este intercambio cultural, prácticamente instantáneo, no es bien visto en general por intelectuales, en su mayoría “progresistas”, quienes sostienen que cuanto más poderoso es el país emisor, más posibilidades tiene de invadir cultural e ideológicamente a los países más pobres o receptores.
En este punto sería conveniente analizar dos aspectos; el primero es el estrictamente técnico, en este sentido podríamos decir que nos es sumamente beneficioso, ya que podemos acceder, como dijimos antes, a infinidad de información (cultural, social, científica, etc.) de una manera mas práctica, rápida y fácil.
El otro punto a tratar sería el cultural o ideológico, pero ¿no se estaría desviando el foco de la discusión?
Porque parecería que se está atacando a las “consecuencias” y no a las “causas”, error muy frecuente y común en los países subdesarrollados. Esto, dicho en otras palabras significa que la responsabilidad de que los supuestos mensajes ideológicos-culturales emitidos por el emisor dependen directamente del receptor para que surtan efecto o no. O sea que si un país esta bien constituido culturalmente sería muy difícil que se deje invadir ideológicamente, y esto depende pura y exclusivamente de cada país.
También llama poderosamente la atención que muchos que critican a los medios de comunicación y su globalización los utilicen para difundir sus ideas, por ejemplo partidos de izquierda o, como el caso del investigador Cees J Hamelink, actual presidente de AIERI (Asociación Internacional para el Estudio de la Comunicación Social) quien sostiene que existe un marcado desequilibrio en el intercambio de comunicaciones entre los países centrales y los del tercer mundo.
Hamelink no solamente obvia que gracias al desarrollo tecnológico tiene la posibilidad de acceder masivamente a todo el mundo, sino que también omite que el desequilibrio se produce precisamente por la generación propia de hechos que despierten interés general, social o cultural de cada país. Por ejemplo, no son la misma cantidad de hechos científicos, sociales o culturales que se generan en Japón, Alemania o Francia que los que se generan en Paraguay, Perú o Bolivia.
Esta misma comparación la podríamos aplicar entre estos países y Argentina; por consiguiente la globalización nos permite tener al alcance de la mano infinidad de herramientas, que depende de quién y cómo las use podrán ser beneficiosas o no. Esto depende de la formación intelectual y cultural de cada individuo y por carácter transitivo a la sociedad en general; por ejemplo a nadie se le ocurriría pensar que los medios de comunicación, potenciados por la globalización, sean malos para difundir el tango por el mundo, por citar un caso.
Pero retrotrayéndonos en el tiempo, nos podríamos trasladar a la década de los 50, cuando comienza el auge de la televisión en el mundo. Adorno y Horkheimer, quienes eran dos sociólogos provenientes del denominado Grupo Frankfort, crean el concepto de “Industria Cultural”. Ellos sostienen que la industria cultural proporciona en todas partes bienes estandarizados para satisfacer a las numerosas demandas a las que se deben responder mediante la estandarización, y sostienen que se produce un quiebre en la cultura; y aquí es donde encontramos ciertas similitudes con las criticas a la globalización.
En primer lugar llama la atención que los miembros del Grupo Frankfort que son de tendencia notoriamente marxista, no solo critican el sistema y el lugar donde se desarrollan que es EEUU, ya que fueron expulsados del partido comunista alemán por el Reich, sino que tampoco compartían el sistema de popularización de aparatos de radio y televisión aludiendo que iban en perjuicio de la cultura, cuando omitían que precisamente gracias a la popularización de televisores, por ejemplo, cualquier persona común podía disfrutar de conciertos, hechos culturales, eventos deportivos y hasta de la llegada del hombre a la luna.
Otra contradicción que encontramos respecto a quienes critican a la globalización o a los medios de comunicación es que en los países del este europeo durante la época de la guerra fría, y en muchos países tercermundistas o árabes, quienes serían los supuestos damnificados, los diarios, radios y en especial la televisión eran o son en la actualidad utilizados para propaganda política, cuando en los países desarrollados, si bien persiguen fines comerciales, existen numerosos medios de comunicación privados y no existe la censura previa; sí un marco legal y un ente regulador por parte del estado.
Otro aspecto de la globalización que no es muy tenido en cuenta es el económico derivado de la evolución tecnológica y que desemboca en una reducción de costos materiales. Esto determina que tanto empresas, grupos inversores e inclusive cooperativas puedan tener como emisores, más acceso a equipos, tanto en calidad como en cantidad. Un ejemplo claro y palpable seria que hoy, por citar algunos casos, un colegio, entidad religiosa, u ONG, puede tener acceso a un equipo transmisor de FM; este fenómeno lo podemos apreciar viendo la proliferación de numerosas emisoras barriales o “alternativas” en muchos países, donde tienen posibilidades de alcanzar un medio de comunicación masivo ciertos sectores de la población que en otra época hubiese sido impensado. Es indiscutible que esta posibilidad es gracias a un desarrollo técnico que nace en los países centrales e indirectamente beneficia de alguna manera a los países subdesarrollados.
Para concluir cabría una reflexión. ¿Como seria hoy la vida en los países subdesarrollados si no hubiesen tenido acceso a los satélites, fibra óptica, radares, computadoras, radio, cine, televisión, teléfono o sencillamente a la electricidad? No nos olvidemos que todas estas cosas fueron inventadas y desarrolladas en países centrales y gracias a la globalización están a nuestro alcance.
De ser así, seguramente estaríamos viviendo de una manera mucho mas precaria y primitiva, como lo hacen muchas aldeas de aborígenes en algunos lugares del mundo, yendo en contra de la esencia humana, que es la evolución.
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