28 septiembre 2007

Morales, el presidente prefabricado

Por José Brechner

El presidente boliviano Evo Morales, viajó a Nueva York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero antes hizo escala por varias horas en Venezuela para recibir asesoramiento de sus mentores, quienes como de costumbre le enseñaron las frases que debe repetir sin dejarse llevar por sus comunes arrebatos.

La última vez que estuvo en el hemiciclo, extrajo una hoja de coca y dijo que no podía ser que la coca sea legal para elaborar Coca Cola e ilegal para cualquier otra cosa. Sin duda tiene razón. La pregunta que sigue es ¿qué otra cosa se elabora con la coca sino cocaína? Si alguien propusiera la fabricación de cualquier producto que sea rentable y de consumo masivo, sacando el alcaloide de la hoja como hace la Coca Cola, sería de interés para todos.

La Coca Cola original se elaboró con el alcaloide y fue creada con la intención de quitar la resaca después de una borrachera, lamentablemente para su inventor, los resultados no produjeron el efecto esperado. El creativo químico se quedó con sus dolores de cabeza y vendió la fórmula.

En esta segunda visita a Estados Unidos, Morales se reunió nuevamente con su protector norteamericano, Jimmy Carter, quien invitó también a Bill Clinton para unirse a las conversaciones. ¿Cuáles fueron los consejos de Carter para su colega agricultor? son un misterio, pero seguramente se ofreció para supervisar las próximas elecciones bolivianas y asegurarle continuidad en el poder, como hizo con Chávez. Además debe haberle dado su apoyo para acceder al Nobel de la Paz.

Refiriéndose al cambio climático, Morales expresó: “Abandonen el lujo, abandonen el exceso del consumo; no sólo piensen en el dinero, piensen en la vida, en el futuro de la humanidad”. Emotivas palabras que deberían ser consecuentes con su comportamiento. El campesino burgués gasta decenas de millones de dólares manteniendo un estilo de vida que sólo los socialistas y los potentados pueden darse.

En una carta dirigida a los miembros de las Naciones Unidas, Morales recalcó que “el mundo tiene fiebre por el cambio climático y la enfermedad se llama modelo de desarrollo capitalista”. Seguramente con el modelo indigenista, que no desarrolló absolutamente nada en la historia moderna, el mundo estará mejor.

El presidente fue invitado por The Cooper Union, un pequeño pero prestigioso instituto de enseñanza de artes y ciencias, para hacer una exposición donde escupió sus mentiras. Dijo que su motivación para dedicarse a la política vino después de ser testigo de la quema de campesinos por el gobierno. Es curioso que jamás ningún otro individuo haya presenciado esos hechos. Los únicos quemados vivos que fueron filmados y televisados, fueron víctimas de indígenas llevando a la práctica su denominada “justicia comunitaria” de la que Morales es el promotor.

Más tarde participó en el programa de John Stewart, donde obviamente no captó la sorna en las preguntas y contestó con circunspección de acuerdo al libreto aprendido. ¿Qué se podía esperar? El único humor que Morales entiende es el de Los Tres Chiflados.

La culminación de su itinerario fue el discurso en la Asamblea, donde manifestó que en Bolivia ya no hay la misma corrupción de antes. Será porque no contabilizaron el dinero para los sobornos que llega desde Venezuela --el país más corrupto de Sudamérica— del que Morales es el principal beneficiario. Según Transparencia Internacional Bolivia figura en el puesto 105 entre 179 naciones. Venezuela está en el 162.

El presidente se quejó de que los aduaneros y oficiales de seguridad revisaron a su delegación y su equipaje. ¿Qué esperaba? La última vez que ingresó a Estados Unidos llevó coca, su canciller podría estar introduciendo Antrax. Lo único rescatable de su disertación fue su sugerencia de que la ONU se mude a otro país. En realidad debería disolverse por completo y podrían formarse dos organizaciones internacionales: una que defienda la democracia y la libertad, con sede en Nueva York, y otra que aglutine a las dictaduras y teocracias, que puede establecerse en Teherán.

Por un momento Morales se salió del guión y tuvo una idea propia, dijo: “Hay que hablar la verdad con sinceridad”. Los filósofos del mundo siguen meditando sobre el singular axioma.

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