05 septiembre 2007

Una Constitución para el imperio bolivariano

Por Emilio J. Urbina Mendoza

Luego de unas semanas vacacionales, debemos retomar nuestro compromiso con los lectores. Al finalizar el mes de julio pasado, deseaba de corazón que el reinicio de actividades en septiembre para nada se ubicara en la oscura agenda bolivariana. Lamentablemente no pudo ser así. A pesar de los alertas por el paso del huracán Félix en las costas venezolanas, las remembranzas por los diez años de la muerte de Lady Di, o el crítico llamado del Papa en el Santuario de Loreto para tomar decisiones valientes ante los cambios climáticos; el Presidente Chávez avanza hacia ese mundo paranoico y bizarro por el cual sueña y lucha.

Estamos prácticamente situados en una trampa donde ser incautos, valga decir visceral, se cae irremediablemente. He allí nuestro reto para todos aquellos que deseamos otra Venezuela: saber manejarse con astucia, duplicidad y mucha paciencia. Al chavismo hay que desesperarlo, porque en sí, es una ideología imperial que busca hacer de nuestro país una especie de potencia totalizadora del continente. Y contra la ideología imperial, sea de cualquier corte, lo más válido es el jueguito de la guerra de guerrillas.

Dos noticias nos sorprendieron en vacaciones y que es necesario analizarlas por el doble mensaje que dan a entender. Primero, la precipitada entrega del anteproyecto de reforma constitucional. Sobre este suceso, debemos concederle al Jefe de Estado haber jugado muy bien sus naipes políticos. Meses atrás, mientras circulaba una “versión” coleada de las reformas constitucionales, preferimos no pronunciarnos porque se sabía que era un ardid para el despiste. El día que entregó ante el Hemiciclo de la Asamblea Nacional su versión de la nueva Constitución (sólo 33 artículos, casi todos relacionados con el esquema de ordenación político-territorial), nos confirmó su intención de ir “pulverizándonos” a todos aquellos que no compartimos su retrógrado proyecto-país. Tesis que se termina de corroborar con el descolocado discurso del sábado pasado, donde juramentó los ridículos batallones prodefensa constitucional, que más allá de ser una distracción, para cualquier analista político serio es la manifestación de una desesperación presidencial para que le “paren pelota” ante la apatía del pueblo chavista por el cambio constitucional.

Cuando un proyecto es más que seguro y se tienen convicciones sobre las bondades y acercamiento del mismo a la gente, nadie asume una actitud como la que nerviosamente ha demostrado el Presidente en las últimas dos semanas.

La otra noticia que está claramente concatenada con la anterior, viene a ser la grotesca mediación, y por qué no decirlo “hipócrita, que sostiene el gobierno bolivariano con la banda terrorista de las FARC. Como por arte de magia, y burlándose del sufrimiento de los cientos de secuestrados, torturados o asesinados por la guerrilla colombiana; el Presidente ahora busca meterse en el peligroso juego de “pacificador”, no con las altas técnicas de mediación que conoce el planeta, sino, con petrodólares que financiarían las peripecias de Tirofijo y sus ambiciones de apoderarse ilegítimamente de Colombia. Como podemos ver, una reforma constitucional a la medida, un despliegue mediático liberador ante conflictos internacionales y un animismo exacerbado nos llevan a la gran desembocadura: una Constitución para el imperio chavista.

Qui habet aures audiendi audiat.

1 comentario :

  1. Hay algo que tengo tiempo pensándolo, y es el hecho de que las últimas acciones del gobierno son "trapos rojos" y "bayonetas" al mismo tiempo. Y me explico:

    Si les prestamos mucha atención a las medidas "exóticas" y atrevidamente autoritarias, entonces estaremos permitiendo que ocurran abusos mayores.

    Si nos hacemos los locos y la sociedad actúa como que esas medidas son "irrevocables", entonces nos habrán terminado de secuestrar la democracia.

    Y digo secuestrar, porque la democracia no está muerta, sólo está en control de un sólo hombre, quién juega ajedrez consigo mismo mientras los demás, todos los demás, creemos que podemos hacer un cambio pacífico.

    En fin, pensamientos locos míos.

    Saludos,

    AR

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