El Universal
Se trata de una de las ideas más importantes y a su vez de uno de los conceptos más confusos de toda la doctrina comunista. Marx predecía, en la dinámica histórica de las sociedades, la caída del capitalismo y la instauración de un gobierno del proletariado por medio de una revolución ¿Quién era ese proletariado? Para Marx, en su época y espacio, era la mayoritaria clase obrero-industrial, la clase más numerosa, los explotados, quienes tras una lucha revolucionaria acabarían con la burguesía y darían luz al socialismo, una sociedad sin clases sociales. Frente a esta "realidad histórica" surgen algunas importantes interrogantes: ¿Quiénes deben gobernar? ¿Quién debe detentar el poder del Estado?
Fue Engels quien respondió a estas interrogantes, pensaba que para ese momento el Estado debería ser dueño de los principales medios de producción, detentar el poder militar y tener una política intervencionista que regulara los principales aspectos de la vida económica y social; la respuesta que dio era simple, el partido revolucionario, el pueblo organizado en una estructura de poder eran los que debían gobernar, reflejo del poder popular, máxima instancia y expresión de la soberanía.
Para los comunistas, uno de sus sueños más anhelados era que el pueblo ejerciera el poder de la manera más directa posible, sin necesidad de pasar por instituciones intermedias, lo que creaba ciertas contradicciones con la existencia de un partido, que necesariamente implica un aparato burocrático y una nueva clase gobernante que estaría conformada por aquellos jefes revolucionarios que sobrevivieron a las luchas por el poder, a las purgas internas y a los golpes contrarrevolucionarios. Esta camarilla sería una suerte de nueva oligarquía, con un interés principal que los separaba del resto del proletariado, y eso era la vocación del poder, perpetuarse en los cargos políticos por el mayor tiempo posible, utilizando cualesquiera instrumentos, democráticos o no, para hacerse "necesarios" en el proceso revolucionario. Esta contradicción tenía que ser negada y ocultada y para ello, en el caso de Rusia y China, monopolizaron la ideología revolucionaria para desvirtuar el hecho fatal de que el partido y sus líderes eran los nuevos explotadores, la nueva clase dominante.
El autor marxista Rubén Dri, en su estudio, Debate sobre el poder en el movimiento popular, dice: "La revolución se había realizado para construir una sociedad plenamente liberada, con igualdad efectiva de derechos para todos. La realidad fue decepcionante. La dominación no fue quebrada sino sustituida. Los revolucionarios pasaron a ser los nuevos señores. Mentiras, crímenes y corrupción acompañaron a la nueva sociedad, que no resultó nueva, sino antigua. La caída del muro de Berlín es el símbolo de la derrota de las revoluciones que tomaron el poder".
El teniente coronel Hugo Chávez, líder de la revolución comunista en Venezuela, consciente de esta contradicción ha seguido a pies juntillas las recetas de Engels y de Hitler, primero, crear la confusión entre el líder de la revolución y el ideal nacional; segundo, buscar la identidad entre el partido socialista (o socialnacionalista) y el pueblo, y tercero, pero no menos importante, organizar el partido bajo la premisa de que se trata del Poder Popular.
Copiando el modelo cubano, el chavismo se dedicó a promover y crear una serie de organizaciones de base tales como los Consejos Comunales, los consejos de obreros, de estudiantes, de campesinos, etc., con el fin de convertirlos en los voceros de ese Poder Popular, pero la verdad está a la vista, se trata de cuadros afectos y manejados por miembros del Partido Único Socialista, instrumentos ciegos al servicio del líder máximo. Si corremos el velo ideológico, nos encontramos que son las mismas instituciones intermedias tradicionales, las asociaciones de vecinos, los sindicatos, los centros de estudiantes, las asociaciones de productores con un nuevo nombre y dominados por los agentes políticos del partido.
¿Qué significa todo esto? Que ahora se entiende la premura y el interés del teniente coronel de andar promoviendo en la reforma constitucional la figura del Poder Popular como "el sexto poder", con la potestad de manejar directamente una buena parte del presupuesto nacional e institucionalizando el Partido Único Socialista como única voz del pueblo, lo que le garantiza más poder y la posibilidad de perpetuarse en el poder hasta que le dé la gana. Es el Estado totalitario disfrazado de democracia y el secuestro absoluto de la voluntad del pueblo, pero lo más grave, es la traición al espíritu revolucionario y al verdadero ideal socialista, ya que perpetúa al partido y al Estado como las formas fosilizadas de las relaciones sociales, impidiendo el avance del proceso al socialismo. Chávez se está comportando con el mismo egoísmo y prepotencia que Carmona "el breve", imponiéndole al país una nueva boliburguesía, hablando de socialismo cuando en realidad promueve un capitalismo de Estado, haciéndole creer a la gente y a las comunidades de que son dueños de sus destinos, cuando la verdad es que el país se hace cada vez más dependiente en sus necesidades agroalimentarias de mercados extranjeros, nos aislamos de la comunidad internacional y nos hacemos menos atractivos para las inversiones. Las campanadas de alerta que se están dando sobre nuestra industria petrolera no son juego, por el camino que vamos más pronto que tarde veremos reducir drásticamente nuestra capacidad productora de petróleo lo que significa acelerar la grave crisis financiera que se nos vienen encima, de nuevo veremos repetirse la historia, la revolución comunista arruinando a los pueblos.
Fue Engels quien respondió a estas interrogantes, pensaba que para ese momento el Estado debería ser dueño de los principales medios de producción, detentar el poder militar y tener una política intervencionista que regulara los principales aspectos de la vida económica y social; la respuesta que dio era simple, el partido revolucionario, el pueblo organizado en una estructura de poder eran los que debían gobernar, reflejo del poder popular, máxima instancia y expresión de la soberanía.
Para los comunistas, uno de sus sueños más anhelados era que el pueblo ejerciera el poder de la manera más directa posible, sin necesidad de pasar por instituciones intermedias, lo que creaba ciertas contradicciones con la existencia de un partido, que necesariamente implica un aparato burocrático y una nueva clase gobernante que estaría conformada por aquellos jefes revolucionarios que sobrevivieron a las luchas por el poder, a las purgas internas y a los golpes contrarrevolucionarios. Esta camarilla sería una suerte de nueva oligarquía, con un interés principal que los separaba del resto del proletariado, y eso era la vocación del poder, perpetuarse en los cargos políticos por el mayor tiempo posible, utilizando cualesquiera instrumentos, democráticos o no, para hacerse "necesarios" en el proceso revolucionario. Esta contradicción tenía que ser negada y ocultada y para ello, en el caso de Rusia y China, monopolizaron la ideología revolucionaria para desvirtuar el hecho fatal de que el partido y sus líderes eran los nuevos explotadores, la nueva clase dominante.
El autor marxista Rubén Dri, en su estudio, Debate sobre el poder en el movimiento popular, dice: "La revolución se había realizado para construir una sociedad plenamente liberada, con igualdad efectiva de derechos para todos. La realidad fue decepcionante. La dominación no fue quebrada sino sustituida. Los revolucionarios pasaron a ser los nuevos señores. Mentiras, crímenes y corrupción acompañaron a la nueva sociedad, que no resultó nueva, sino antigua. La caída del muro de Berlín es el símbolo de la derrota de las revoluciones que tomaron el poder".
El teniente coronel Hugo Chávez, líder de la revolución comunista en Venezuela, consciente de esta contradicción ha seguido a pies juntillas las recetas de Engels y de Hitler, primero, crear la confusión entre el líder de la revolución y el ideal nacional; segundo, buscar la identidad entre el partido socialista (o socialnacionalista) y el pueblo, y tercero, pero no menos importante, organizar el partido bajo la premisa de que se trata del Poder Popular.
Copiando el modelo cubano, el chavismo se dedicó a promover y crear una serie de organizaciones de base tales como los Consejos Comunales, los consejos de obreros, de estudiantes, de campesinos, etc., con el fin de convertirlos en los voceros de ese Poder Popular, pero la verdad está a la vista, se trata de cuadros afectos y manejados por miembros del Partido Único Socialista, instrumentos ciegos al servicio del líder máximo. Si corremos el velo ideológico, nos encontramos que son las mismas instituciones intermedias tradicionales, las asociaciones de vecinos, los sindicatos, los centros de estudiantes, las asociaciones de productores con un nuevo nombre y dominados por los agentes políticos del partido.
¿Qué significa todo esto? Que ahora se entiende la premura y el interés del teniente coronel de andar promoviendo en la reforma constitucional la figura del Poder Popular como "el sexto poder", con la potestad de manejar directamente una buena parte del presupuesto nacional e institucionalizando el Partido Único Socialista como única voz del pueblo, lo que le garantiza más poder y la posibilidad de perpetuarse en el poder hasta que le dé la gana. Es el Estado totalitario disfrazado de democracia y el secuestro absoluto de la voluntad del pueblo, pero lo más grave, es la traición al espíritu revolucionario y al verdadero ideal socialista, ya que perpetúa al partido y al Estado como las formas fosilizadas de las relaciones sociales, impidiendo el avance del proceso al socialismo. Chávez se está comportando con el mismo egoísmo y prepotencia que Carmona "el breve", imponiéndole al país una nueva boliburguesía, hablando de socialismo cuando en realidad promueve un capitalismo de Estado, haciéndole creer a la gente y a las comunidades de que son dueños de sus destinos, cuando la verdad es que el país se hace cada vez más dependiente en sus necesidades agroalimentarias de mercados extranjeros, nos aislamos de la comunidad internacional y nos hacemos menos atractivos para las inversiones. Las campanadas de alerta que se están dando sobre nuestra industria petrolera no son juego, por el camino que vamos más pronto que tarde veremos reducir drásticamente nuestra capacidad productora de petróleo lo que significa acelerar la grave crisis financiera que se nos vienen encima, de nuevo veremos repetirse la historia, la revolución comunista arruinando a los pueblos.
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