Posición del Instituto de Estudios Fronterizos acerca de la situación del Golfo de Venezuela.
El Tratado de 1941 expresó claramente que "la frontera entre las dos Naciones está en todas sus partes definida por los pactos y actos de alindamiento y el presente Tratado;...", pero la Constitución aclara, aún más, que "El territorio y demás espacios geográficos de la República son los que correspondían a la Capitanía General de Venezuela ... con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbitrales no viciados de nulidad".
El Laudo de Madrid (1891), que, lejos de arbitral fue arbitrario, aunque injusto en muchas de sus partes fue acatado porque estábamos obligados a ello, pero la frontera en la Primera Sección (Guajira-Sierra de Perijá) fue interpretada por la Comisión Mixta demarcadora, sin ninguna clase de facultades para ello, de manera distinta a la fijada por el Laudo. Esta comisión, por ocurrencia de los colombianos, substituyó el mogote de Juyachí (costa norte de la Guajira, única donde hay mogotes), por la meseta de Castilletes, frente al golfo de Venezuela. Como, desde todo punto de vista, esta decisión está absolutamente viciada de nulidad, ambos países tienen la obligación de rechazarla y volver a la letra del Laudo: identificar el mogote y comenzar desde allí la línea fronteriza. Así de simple, aunque no fácil, pues nuestros vecinos se negarán, a pesar de lo legalistas que pretenden ser en todo, a devolver lo que no les pertenece.
La tesis de "costa seca" entre Castilletes y punta Espada, propuesta y defendida por algunos como única manera de conservar para Venezuela la integridad de las aguas del Golfo, es, por supuesto, inválida, ya que Colombia no posee costas, ni secas ni húmedas, en la costa oriental de la Guajira.
Para quienes se empeñan en considerar como válido e inmutable el hito de Castilletes: desde él no puede iniciarse una demarcación de áreas marinas, ya que, tanto por su ubicación como por su cota, no está (ni nunca estuvo) en contacto con el mar. Existe un caso idéntico en la frontera entre Egipto e Israel en el golfo de Áqaba (mar Rojo): el último hito se halla sobre una colina (Ras Taba) a unos 170 m de la orilla del mar, por lo que el Tribunal Arbitral reunido en Ginebra en 1988 declaró que mientras la frontera terrestre estuviese sin terminar no podía decidir sobre la delimitación marítima, ya que "carecía de facultades para señalar el curso de la frontera desde el hito 91-E hasta la orilla del mar y más allá". "Elemental, mi querido Watson".
Y para quienes consideran como "más favorable" para Venezuela la prolongación de la frontera en recta desde Castilletes hacia punta Macolla, debo repetirles que ésta es otra trampa-jaula (para pájaros bobos) tendida por los colombianos: La prolongación de la línea general, en cualquier caso, es la resultante de la dirección de todos los segmentos de esa línea, desde su comienzo; así, la prolongación de la línea general, desde la Piedra de Cocuy hasta la Guajira, tomaría un rumbo hacia el extremo occidental de Haití... Por otra parte, el último segmento de la frontera no es la recta Matajuna-Castilletes, sino el corto tramo entre los hitos 3 y 1 (inapreciable en mapas de gran escala), cuya prolongación llevaría la delimitación de las aguas en el Golfo hacia la población coriana de Capatárida.
Éste no es asunto para ser sometido a "consulta popular", a un pueblo que mayoritariamente desconoce el tema, pues nunca ha sido debidamente informado. Venezuela no debe defender sus intereses, sino reclamar sus derechos . Como una vez dijo ese gran estadista que fue Abraham Lincoln: "Nada queda resuelto hasta que no sea resuelto con justicia".
El Laudo de Madrid (1891), que, lejos de arbitral fue arbitrario, aunque injusto en muchas de sus partes fue acatado porque estábamos obligados a ello, pero la frontera en la Primera Sección (Guajira-Sierra de Perijá) fue interpretada por la Comisión Mixta demarcadora, sin ninguna clase de facultades para ello, de manera distinta a la fijada por el Laudo. Esta comisión, por ocurrencia de los colombianos, substituyó el mogote de Juyachí (costa norte de la Guajira, única donde hay mogotes), por la meseta de Castilletes, frente al golfo de Venezuela. Como, desde todo punto de vista, esta decisión está absolutamente viciada de nulidad, ambos países tienen la obligación de rechazarla y volver a la letra del Laudo: identificar el mogote y comenzar desde allí la línea fronteriza. Así de simple, aunque no fácil, pues nuestros vecinos se negarán, a pesar de lo legalistas que pretenden ser en todo, a devolver lo que no les pertenece.
La tesis de "costa seca" entre Castilletes y punta Espada, propuesta y defendida por algunos como única manera de conservar para Venezuela la integridad de las aguas del Golfo, es, por supuesto, inválida, ya que Colombia no posee costas, ni secas ni húmedas, en la costa oriental de la Guajira.
Para quienes se empeñan en considerar como válido e inmutable el hito de Castilletes: desde él no puede iniciarse una demarcación de áreas marinas, ya que, tanto por su ubicación como por su cota, no está (ni nunca estuvo) en contacto con el mar. Existe un caso idéntico en la frontera entre Egipto e Israel en el golfo de Áqaba (mar Rojo): el último hito se halla sobre una colina (Ras Taba) a unos 170 m de la orilla del mar, por lo que el Tribunal Arbitral reunido en Ginebra en 1988 declaró que mientras la frontera terrestre estuviese sin terminar no podía decidir sobre la delimitación marítima, ya que "carecía de facultades para señalar el curso de la frontera desde el hito 91-E hasta la orilla del mar y más allá". "Elemental, mi querido Watson".
Y para quienes consideran como "más favorable" para Venezuela la prolongación de la frontera en recta desde Castilletes hacia punta Macolla, debo repetirles que ésta es otra trampa-jaula (para pájaros bobos) tendida por los colombianos: La prolongación de la línea general, en cualquier caso, es la resultante de la dirección de todos los segmentos de esa línea, desde su comienzo; así, la prolongación de la línea general, desde la Piedra de Cocuy hasta la Guajira, tomaría un rumbo hacia el extremo occidental de Haití... Por otra parte, el último segmento de la frontera no es la recta Matajuna-Castilletes, sino el corto tramo entre los hitos 3 y 1 (inapreciable en mapas de gran escala), cuya prolongación llevaría la delimitación de las aguas en el Golfo hacia la población coriana de Capatárida.
Éste no es asunto para ser sometido a "consulta popular", a un pueblo que mayoritariamente desconoce el tema, pues nunca ha sido debidamente informado. Venezuela no debe defender sus intereses, sino reclamar sus derechos . Como una vez dijo ese gran estadista que fue Abraham Lincoln: "Nada queda resuelto hasta que no sea resuelto con justicia".
Cortesía del Dr. Oscar Márquez
¿Y para qué? Si es para que Hugo Chávez haga con esa región lo que está haciendo con todo el país, mejor es que los colombianos se queden con el Golfo, al menos hasta que hayamos recuperado el sentido común y la democracia.
ResponderEliminarAparte de esta ironía, estoy de acuerdo con la posición del Instituto de Estudios Fronterizos.
Muy buen blog. Felicitaciones!
Ni cuando gobernaba Jaime Lusinchi ni ahora en la Venezuela Revolucionaria de Chavez dire jamaz tamaño exabructo, siempre sere Venezolano y el territorio de Venezuela es sagrado con el gobierno que tenga, muy sabias palabras del panelista Abraham Lincoln: "Nada queda resuelto hasta que no sea resuelto con justicia".
ResponderEliminarVenezuela siempre Venezuela hasta el fin de los dias