Por Emilio J. Urbina Mendoza
Durante el primer semestre de 2007, el Ministerio de Educación Superior ha venido propugnado la tesis de la eliminación de las “pruebas de admisión interna”, que año a año, aplican las universidades como forma de controlar el ingreso de los nuevos bachilleres al subsistema.
Con mayor o menor precisión, dificultad y pertinencia, estos instrumentos de evaluación, en buena medida, eran una garantía para el acceso de miles de aspirantes pues la neurosis previa al examen los obligaba a estudiar o por lo menos “pagar” esas academias que los adiestraban para el día “D”. Total, el empeño que hacían los estudiantes por tener los rudimentos para el examen de admisión, era en buena medida mucho mayor que la voluntad puesta a los parciales o evaluaciones durante el bachillerato.
Visto de esta forma, las pruebas de admisión en las universidades era un factor determinante para sembrar el socialismo, y paradójicamente, para garantizar la universidad a quien medianamente le pusiera el empeño para ingresar. Es decir, que la prueba era un elemento artificial que facilitó la masificación universitaria hasta el punto de crear ese peligroso ambiente del “antes de ingresar y luego de ingresar”. Entre los docentes, se creó una especie de salvoconducto, que mitigaba la exigencia a la hora de impartir y evaluar cátedra. De allí las razones para comprobar la inmensa cantidad de estudiantes que ha aprobado su carrera con las notas mínimas. En fin, el sistema -tal y como estaba- facilitaba que la mediocridad ascendiera hasta las más altas esferas, incluso, de los rectorados universitarios plenos de baltasaras y truhanes. La tríada “mediocridad-socialismo-masificación” encontraban su argamasa en los exámenes de admisión, anulando así, la selección natural y las potencialidades del individualismo como única garantía para el desarrollo y avance de las ciencias y humanidades.
Pues bien, bajo la señal de paradoja, tan característica del gobierno bolivariano, se ha eliminado este instrumento “pernicioso” para la educación como son los exámenes de admisión. Nos explicamos. Afirma el régimen chavista que los exámenes de admisión eran discriminatorios contra el “pueblo”. Los mismos -supuestamente- respondían a las directrices neoliberales que favorecían únicamente a los egresados de los liceos privados. Además se argumenta desde el gobierno que esos exámenes fomentaron una élite académica en las universidades públicas. Obviamente que las explicaciones entran en esa dimensión bizarra propia de los chavismos, incluido el de Dios. Los exámenes de admisión fueron concebidos por la socialdemocracia para evitar que la selección natural explicada y defendida por Darwin y Herbert Spencer, construyeran la verdadera universidad: la universidad de la exigencia y del más fuerte académicamente hablando.
Con la eliminación de las pruebas de admisión, nosotros, los profesores, tendremos mayor control sobre el nuevo componente de bachilleres, evaluando de la forma natural (máxima exigencia) y concentrando mayores potestades en la cátedra. Gracias a Chávez, otra vez pueden ingresar por el pórtico principal de la universidad Charles Darwin y Herbert Spencer, dos baluartes intelectuales opacados por el socialismo. Nuevamente, la ruleta bolivariana ha favorecido a la derecha.
Qui habet aures audiendi audiat.
Durante el primer semestre de 2007, el Ministerio de Educación Superior ha venido propugnado la tesis de la eliminación de las “pruebas de admisión interna”, que año a año, aplican las universidades como forma de controlar el ingreso de los nuevos bachilleres al subsistema.
Con mayor o menor precisión, dificultad y pertinencia, estos instrumentos de evaluación, en buena medida, eran una garantía para el acceso de miles de aspirantes pues la neurosis previa al examen los obligaba a estudiar o por lo menos “pagar” esas academias que los adiestraban para el día “D”. Total, el empeño que hacían los estudiantes por tener los rudimentos para el examen de admisión, era en buena medida mucho mayor que la voluntad puesta a los parciales o evaluaciones durante el bachillerato.
Visto de esta forma, las pruebas de admisión en las universidades era un factor determinante para sembrar el socialismo, y paradójicamente, para garantizar la universidad a quien medianamente le pusiera el empeño para ingresar. Es decir, que la prueba era un elemento artificial que facilitó la masificación universitaria hasta el punto de crear ese peligroso ambiente del “antes de ingresar y luego de ingresar”. Entre los docentes, se creó una especie de salvoconducto, que mitigaba la exigencia a la hora de impartir y evaluar cátedra. De allí las razones para comprobar la inmensa cantidad de estudiantes que ha aprobado su carrera con las notas mínimas. En fin, el sistema -tal y como estaba- facilitaba que la mediocridad ascendiera hasta las más altas esferas, incluso, de los rectorados universitarios plenos de baltasaras y truhanes. La tríada “mediocridad-socialismo-masificación” encontraban su argamasa en los exámenes de admisión, anulando así, la selección natural y las potencialidades del individualismo como única garantía para el desarrollo y avance de las ciencias y humanidades.
Pues bien, bajo la señal de paradoja, tan característica del gobierno bolivariano, se ha eliminado este instrumento “pernicioso” para la educación como son los exámenes de admisión. Nos explicamos. Afirma el régimen chavista que los exámenes de admisión eran discriminatorios contra el “pueblo”. Los mismos -supuestamente- respondían a las directrices neoliberales que favorecían únicamente a los egresados de los liceos privados. Además se argumenta desde el gobierno que esos exámenes fomentaron una élite académica en las universidades públicas. Obviamente que las explicaciones entran en esa dimensión bizarra propia de los chavismos, incluido el de Dios. Los exámenes de admisión fueron concebidos por la socialdemocracia para evitar que la selección natural explicada y defendida por Darwin y Herbert Spencer, construyeran la verdadera universidad: la universidad de la exigencia y del más fuerte académicamente hablando.
Con la eliminación de las pruebas de admisión, nosotros, los profesores, tendremos mayor control sobre el nuevo componente de bachilleres, evaluando de la forma natural (máxima exigencia) y concentrando mayores potestades en la cátedra. Gracias a Chávez, otra vez pueden ingresar por el pórtico principal de la universidad Charles Darwin y Herbert Spencer, dos baluartes intelectuales opacados por el socialismo. Nuevamente, la ruleta bolivariana ha favorecido a la derecha.
Qui habet aures audiendi audiat.
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