19 septiembre 2007

De Ilich Ramírez a Osama Bin Laden



Por José Brechner*

Chávez ha invitado a “misioneros” chiitas de Irán para convertir a los Guajiros y demás indígenas de la amazonia. Toda la tribu Wayuu se ha vuelto musulmana, las mujeres se ponen el velo y los hombres practican tiro con fusiles Kalashnikov. Algunos se hacen fotografiar con el cinturón suicida cargado de bombas y el gobierno venezolano difunde las imágenes, publicitando su avenencia con Ahmadineyad y los grupos terroristas del Medio Oriente.

Antes de Osama Bin Laden, el terrorista más conocido era el venezolano Ilich Ramírez Sánchez, apodado “Carlos El Chacal”, que fue capturado en 1994 y guarda prisión perpetua en la cárcel de Clair – vaux al noreste de Francia, desde donde mantiene esporádica correspondencia con Hugo Chávez, quien se refiere al reo asesino como un “distinguido compatriota” y lo llamó su “amigo” en una conferencia de la OPEP en Caracas.

Carlos trabajó para Muammar Gadafi de Libia, Saddam Hussein de Irak, Hafiz al-Asad de Siria, Fidel Castro, George Habash del FPLP, las Brigadas Rojas italianas, el Movimiento M-19 de Colombia, la Baader-Meinholf alemana, y todos los socialistas y comunistas que le ofrecían dinero. El nombre Ilich no es casual, su padre era un millonario líder del Partido Comunista de Venezuela, que puso a sus tres hijos los nombres de sus héroes: Vladimir, Ilich y Lenin. Carlos se unió de niño al partido, recibió instrucción terrorista en Cuba y partió a Jordania donde se hizo miembro del grupo islámico Frente Popular para la Liberación de Palestina. Seguidamente, se movía libremente por el Medio Oriente con pasaportes otorgados por los gobiernos de la región.

Carlos en prisión asumió el Islam como religión, de igual manera que están haciéndolo otros comunistas, no porque creen en Alá, sino que se sienten hermanados con los musulmanes en su odio a los Estados Unidos. Aristóteles dijo: “La maldad une a los hombres”. En una entrevista reciente, El Chacal se rió sin remordimientos cuando fue cuestionado por sus asesinatos, y criticó a Al Qaida diciendo:”No son profesionales. No están organizados. Ni siquiera saben hacer explosivos o detonantes correctamente”. Al preguntársele ¿cuántos mató? Contestó “No pude contar, menos de 100 en todo caso”. La policía francesa constató el asesinato de 83 personas. ¿Y qué logró con eso? “Nuestro ejemplo ha sido seguido no sólo por los comunistas sino hasta por los yihadistas”.

En un escenario más cercano y peligroso, que igualmente tiene como punto de partida a Venezuela, Hezbolá de Latinoamérica, también conocido como Hezbolá Venezuela, convierte al Islam a cuanto indígena chavista puede, porque son los que menos entienden lo que pasa. Los misioneros evangelistas han desaparecido de la selva ya que según Chávez son espías y genocidas. Las mismas palabras que repite su mimo Evo Morales en Bolivia.

Chávez ha invitado a “misioneros” chiitas de Irán para convertir a los Guajiros y demás indígenas de la amazonia. Toda la tribu Wayuu se ha vuelto musulmana, las mujeres se ponen el velo y los hombres practican tiro con fusiles Kalashnikov. Algunos se hacen fotografiar con el cinturón suicida cargado de bombas y el gobierno venezolano difunde las imágenes, publicitando su avenencia con Ahmadineyad y los grupos terroristas del Medio Oriente.

Hezbolá Venezuela hace referencia a José Miguel Rojas Espinosa -que fue autor del ataque terrorista contra la embajada estadounidense en Caracas- como “el primer mujaheddin, que es un ejemplo de fuerza y dignidad por la causa de Alá, el primer prisionero de guerra del Movimiento Islámico Revolucionario en Venezuela”. El grupo está ligado al terrorista-socialista argentino Norberto Rafael Ceresole, que se cree vinculado al atentado contra la AMIA y actúa de ideólogo del Socialismo del Siglo XXI para los regímenes de Chávez y Morales.

En Bolivia -el país más autóctono de Sudamérica- la conversión al Islam no comenzó aún visiblemente, pero es parte importante del complot izquierdista-islamista que apunta hacia la conquista de América, imponiendo el totalitarismo bajo el látigo de Morales, con Chávez y Ahmadinejad de jefes. La conversión de los quechuas y aimaras no va a ser tan rápida ni fácil como la de las tribus venezolanas, porque la población indígena boliviana suma millones, pero la meta de los musulmanes es precisamente esa: convertir a millones.

* Ex-diputado y ex-embajador boliviano. Miembro fundador del partido Acción Democrática Nacionalista. Presidió la comisión de Política Internacional del Congreso Nacional de Bolivia. Actualmente es columnista del Diario de América.




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