El año 2007 trajo consigo la resurrección de controversias, que en el pasado, sirvieron como fuente de distracción justo cuando el país demandaba las voces y antivoces ciudadanas para resolver sus grandes problemas nacionales. Uno de estos temas que levantó polvareda fue la hereje afirmación del “Cristo comunista” –tan otroramente abrazado por un marxismo criollo frustrado– como estrategia para ganar adeptos entre la mayoría católica a la que se inscribe la fe del venezolano. Y hoy, otra vez, ese fantasma de socialización ideológica del Redentor ha sido invocado para mirar las musarañas mientras Venezuela sufre el desgarre de la corrupción, el despilfarro y la retaliación.
Ahora bien, el detalle que nos embarga y a la vez debe alertar a cada feligrés, radica en la atención que le han dispensado algunos prelados y obispos ante la sugerencia presidencial del falaz y abstracto “Socialismo del Siglo XXI”, incluso, con el atrevimiento de hacerlo público como recientemente lo hiciera el Obispo del Táchira, en su Carta Pastoral ampliamente difundida. Escrito, que si bien forma parte de las legítimas potestades eclesiásticas del mitrado, induce a la confusión si no es leído con detenimiento.
El texto del documento en buena medida reproduce las críticas de los obispos a lo largo de estos años de desgobierno. Pero, carece de la contundencia episcopal exigida, sugiriendo tácitamente una aceptación de este modelo socialista cuando invita a discutir un tema hereje que sólo debe merecer condena. Veamos por qué.
En primer término [párrafo Nº 2] explica Monseñor: “(…) Se nos está invitando al diseño de dicho modelo (socialismo del siglo XXI) con la discusión y puesta en común de reflexiones y punto de vista (…) Por ello, hemos considerado oportuno, conveniente y necesario presentar (…) algunas reflexiones que permitan tener muy clara la visión de la Iglesia y el aporte que podemos y debemos brindar en la discusión sobre el “Socialismo del Siglo XXI (…)”.
Grave invitación para dialogar un tópico que no acepta el diálogo, Monseñor Moronta, pues, públicamente el Señor Presidente, en respuesta altanera a la legítima pregunta de la Conferencia Episcopal sobre el Socialismo en ciernes, invitó tajantemente a los mitrados la lectura de Marx, Lenin y todo el materialismo condenado por la Iglesia Católica, en especial por la Carta Encíclica Divini Redemptoris (1937). En fin, ese Socialismo es Comunismo del siglo XX, tal y como lo afirmó –sin dudas– el propio Hugo Chávez.
En segundo plano [párrafo Nº 3], el obispo afirma: “(…) Si bien diversos voceros de esta tendencia han señalado que el diseño de este modelo del “Socialismo del siglo XXI” es tarea de todos los ciudadanos, es importante garantizar tanto la participación libre en la discusión y toma de decisiones sobre su estructura como la creación de un modelo que no se limite a imponer la voluntad de la mayoría sino integre las ideas de las minorías (…)”.
Ilusa subestimación Monseñor, ya que, con el dudoso triunfo del año pasado la revolución ha manifestado que “no hay vuelta atrás” a sus desafueros de segregación, culto a la personalidad de Chávez, y persecución del oponente. En cierta forma, al usted propiciar la discusión de este perverso modelo instiga a una simpatía encriptada ante lo que dignamente debería combatir como representante de la Iglesia. Qui habet aures audiendi audiat.
Ahora bien, el detalle que nos embarga y a la vez debe alertar a cada feligrés, radica en la atención que le han dispensado algunos prelados y obispos ante la sugerencia presidencial del falaz y abstracto “Socialismo del Siglo XXI”, incluso, con el atrevimiento de hacerlo público como recientemente lo hiciera el Obispo del Táchira, en su Carta Pastoral ampliamente difundida. Escrito, que si bien forma parte de las legítimas potestades eclesiásticas del mitrado, induce a la confusión si no es leído con detenimiento.
El texto del documento en buena medida reproduce las críticas de los obispos a lo largo de estos años de desgobierno. Pero, carece de la contundencia episcopal exigida, sugiriendo tácitamente una aceptación de este modelo socialista cuando invita a discutir un tema hereje que sólo debe merecer condena. Veamos por qué.
En primer término [párrafo Nº 2] explica Monseñor: “(…) Se nos está invitando al diseño de dicho modelo (socialismo del siglo XXI) con la discusión y puesta en común de reflexiones y punto de vista (…) Por ello, hemos considerado oportuno, conveniente y necesario presentar (…) algunas reflexiones que permitan tener muy clara la visión de la Iglesia y el aporte que podemos y debemos brindar en la discusión sobre el “Socialismo del Siglo XXI (…)”.
Grave invitación para dialogar un tópico que no acepta el diálogo, Monseñor Moronta, pues, públicamente el Señor Presidente, en respuesta altanera a la legítima pregunta de la Conferencia Episcopal sobre el Socialismo en ciernes, invitó tajantemente a los mitrados la lectura de Marx, Lenin y todo el materialismo condenado por la Iglesia Católica, en especial por la Carta Encíclica Divini Redemptoris (1937). En fin, ese Socialismo es Comunismo del siglo XX, tal y como lo afirmó –sin dudas– el propio Hugo Chávez.
En segundo plano [párrafo Nº 3], el obispo afirma: “(…) Si bien diversos voceros de esta tendencia han señalado que el diseño de este modelo del “Socialismo del siglo XXI” es tarea de todos los ciudadanos, es importante garantizar tanto la participación libre en la discusión y toma de decisiones sobre su estructura como la creación de un modelo que no se limite a imponer la voluntad de la mayoría sino integre las ideas de las minorías (…)”.
Ilusa subestimación Monseñor, ya que, con el dudoso triunfo del año pasado la revolución ha manifestado que “no hay vuelta atrás” a sus desafueros de segregación, culto a la personalidad de Chávez, y persecución del oponente. En cierta forma, al usted propiciar la discusión de este perverso modelo instiga a una simpatía encriptada ante lo que dignamente debería combatir como representante de la Iglesia. Qui habet aures audiendi audiat.
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