a los Humoristas
"Llegó hasta ti la muerte. Tu enemiga,
tu antítesis, tu propia negación.
Ella, la entraña seca del terrón,
y tú, la pulpa henchida de la espiga..."
Miguel Otero Silva
"Te llevas la gracia mía
cajón de mi mala suerte
y al recibirlo, la muerte
se alegra con tu alegría..."
Andrés Eloy Blanco
tu antítesis, tu propia negación.
Ella, la entraña seca del terrón,
y tú, la pulpa henchida de la espiga..."
Miguel Otero Silva
"Te llevas la gracia mía
cajón de mi mala suerte
y al recibirlo, la muerte
se alegra con tu alegría..."
Andrés Eloy Blanco
El humor es el lenguaje de Dios. No puede ser de otra manera. El género (tal como decía el gran Pocaterra) nos permite burlarnos sin tener que odiar. Este precepto, es más que cristiano en el sentido de pagar bien por mal, vencer el mal con el nacarado bien del humor.
¿Qué más espléndido y fresco, que ese zumo bendito que contiene? Todo aquel que se dedica a este enriquecedor oficio, honra a quien lo recibe, por ser fruto de la nobleza y de la inteligencia, y además y en la misma medida, enaltece al creador, quien en lugar de emplear su tiempo en esas actividades que algunos llaman "serias", se solaza en los caminos de esta agradable vendimia del espíritu, llamada humor. No es tarea sencilla, aunque si grata, ni mucho menos reconocida en exceso, sobre todo en sociedades como la nuestra que le rinde culto al éxito material exacerbado.
En Venezuela, ha habido una serie de talentosos representantes de esta agreste disciplina, comenzando con Leoncio Martínez ("Leo"), hasta terminar en estos días con Zapata, Laureano, Rayma y el corrosivamente hilarante Otrova Gomás ( "alias Jaime Ballestas " ó viceversa ). Haré referencia sin embargo, a unos de los precursores del humor nacional: Francisco Pimentel, "Job Pim" ó mejor conocido como "El Jobo Pimentel", quien junto a "Leo", Constituyó una dupla invulnerable a la desilusión y a la derrota del alma.
Francisco Pimentel, vio la luz en Caracas un primero de Septiembre de 1889. Sus padres, le inculcaron a través de su ejemplo de escritores, el amor por las letras y por la creación. Ya para 1911, Job Pim con apenas 22 años, escribía una columna llamada "Pitorreos "en "EL Nuevo Diario". En forma de versos, colaboró en "El Universal" y en el imperecedero y celebérrimo "Cojo Ilustrado". Para 1918, funda la revista "Pitorreos", que le vale (dada sus críticas líricas al régimen del Benemérito, ante el cual no pudo permanecer indiferente), su primer encarcelamiento. Dicen que esta primera detención, fue la más terrible de todas en cuanto a penurias, de las tres que padeció a lo largo de la atroz dictadura. En las mazmorras más mugrientas y lúgubres, tuvo que soportar este hombre de bien y de humor (valga el pleonasmo) grilletes de más de 35 kilogramos de peso, y además dormir en el suelo sin ni siquiera una colchoneta, que aliviase el sueño. Junto a Leoncio Martínez en 1923, se encarga de echar a andar una publicación humorística cumbre: "Fantoches". . La última de sus tres prisiones fue en 1928, año más que emblemático y que luego retratara MOS en su primera novela, "Fiebre".
Ninguno de esos sufrimientos, pudo atemperar esa magia bondadosa de su espíritu, aunque si afectó su salud y en grado superlativo. Sus versos (se le llama precursor en este género, que también cultiva en nuestros días "Graterolacho") bien construidos y sonoros, nos transmiten sus pensamientos y angustias, con humildad e irrisión, con la tierna belleza de las verdades más caras.
Posesionado de la Presidencia de la República el General López Contreras, Job Pim es nombrado Cónsul en España, de donde regresa en 1940, bastante enfermo, pese a ello colabora en el periódico humorístico de Miguel otero Silva. "EL Morrocoy Azul". Es clásico un soneto que, escribe acribillando de bromas a la muerte, que tituló Desahuciado, el mismo retrata de cuerpo entero la maravillosa estructura humana de Pimentel:
Para 1942, su salud no da para más y muere un 12 de agosto, rodeado del reconocimiento de los contemporáneos que pudieron leerlo y conocerlo. Dos poetas, delante de sus restos, le dedican un adiós cargado de admiración y pesar, en el epígrafe se muestran algunos extractos de esa despedida afectiva y literaria al gran creador y ser humano.
En la vida hay seres que, semejan a criaturas celestiales, por aquello del desprendimiento hacia sus semejantes, pocos, muy pocos, son tocados además con un refinado talento humorístico, como el desplegado por Job Pim. Sin ánimo de cansarlos más de la cuenta, les invito a que pasemos revista a algunas de las chispeantes salidas de este gran venezolano que fue y sigue siendo , Francisco Pimentel, Job Pim:
"Un domingo en la mañana se encontraron Jobo Pimentel y "Leo", entonces inseparables curruñas, en el viejo botiquín de "La India" , situado en el edificio donde estuvo "El Universal" …EL Jobo al ver a "Leo" quedóselo mirando con fijeza y de un modo serio , el dijo:
- Leo, yo no me resigno a creer que tú seas un hombre de dos caras.
Ante aquella salida del amigo, aparentemente de reconvención. Leo, también lleno de gravedad terminó por preguntarle al Jobo:
- ¿Y a qué viene eso? ¿Tu sabes que yo soy tu amigo?-
- Si Leo, yo se que tu eres mi amigo y sé también que tu no tienes sino una sola cara, porque de haber tenido dos, hoy domingo no sales con esa a la calle.
Para aquella época era Ministro el doctor José L. Andara y el Jobo estaba en la redacción de " El Universal" cuando sonó el teléfono.
- ¿Con quién habló? –dijeron del otro lado.
- Con un redactor- respondió el Jobo.
- Pues bien, es el Ministro Andara –insistió con voz autoritaria- Y llamaba para decirles que en un titular de ayer pusieron: " el Ministro Aranda ". Quisiera que sepan de una vez por todas que mi apellido no es Aranda sino Andara y que no estoy dispuesto a seguir tolerando que ustedes cometan ese error.
- Pero no se preocupe señor Ministro- le dijo el Jobo – porque su apellido también es otro error Pues yo tengo entendido que no se dice Andara sino Anduviera…
En cierta ocasión vino a Venezuela un escritor español de apellido Ercilla, bastante pedante. Estaba Ercilla en la Plaza Bolívar departiendo con un grupo de intelectuales venezolanos, cuando uno de ellos vio venir a Job Pim y lo llamó para presentarle al español.
- Maestro le presento a usted a Francisco Pimentel , gran poeta y humorista venezolano.
El español le tendió la mano despectivamente y dijo con sequedad:
- Ercilla.
Y Job Pim le respondió en el mismo tono:
- Er Jobo…
¿Qué más espléndido y fresco, que ese zumo bendito que contiene? Todo aquel que se dedica a este enriquecedor oficio, honra a quien lo recibe, por ser fruto de la nobleza y de la inteligencia, y además y en la misma medida, enaltece al creador, quien en lugar de emplear su tiempo en esas actividades que algunos llaman "serias", se solaza en los caminos de esta agradable vendimia del espíritu, llamada humor. No es tarea sencilla, aunque si grata, ni mucho menos reconocida en exceso, sobre todo en sociedades como la nuestra que le rinde culto al éxito material exacerbado.
En Venezuela, ha habido una serie de talentosos representantes de esta agreste disciplina, comenzando con Leoncio Martínez ("Leo"), hasta terminar en estos días con Zapata, Laureano, Rayma y el corrosivamente hilarante Otrova Gomás ( "alias Jaime Ballestas " ó viceversa ). Haré referencia sin embargo, a unos de los precursores del humor nacional: Francisco Pimentel, "Job Pim" ó mejor conocido como "El Jobo Pimentel", quien junto a "Leo", Constituyó una dupla invulnerable a la desilusión y a la derrota del alma.
Francisco Pimentel, vio la luz en Caracas un primero de Septiembre de 1889. Sus padres, le inculcaron a través de su ejemplo de escritores, el amor por las letras y por la creación. Ya para 1911, Job Pim con apenas 22 años, escribía una columna llamada "Pitorreos "en "EL Nuevo Diario". En forma de versos, colaboró en "El Universal" y en el imperecedero y celebérrimo "Cojo Ilustrado". Para 1918, funda la revista "Pitorreos", que le vale (dada sus críticas líricas al régimen del Benemérito, ante el cual no pudo permanecer indiferente), su primer encarcelamiento. Dicen que esta primera detención, fue la más terrible de todas en cuanto a penurias, de las tres que padeció a lo largo de la atroz dictadura. En las mazmorras más mugrientas y lúgubres, tuvo que soportar este hombre de bien y de humor (valga el pleonasmo) grilletes de más de 35 kilogramos de peso, y además dormir en el suelo sin ni siquiera una colchoneta, que aliviase el sueño. Junto a Leoncio Martínez en 1923, se encarga de echar a andar una publicación humorística cumbre: "Fantoches". . La última de sus tres prisiones fue en 1928, año más que emblemático y que luego retratara MOS en su primera novela, "Fiebre".
Ninguno de esos sufrimientos, pudo atemperar esa magia bondadosa de su espíritu, aunque si afectó su salud y en grado superlativo. Sus versos (se le llama precursor en este género, que también cultiva en nuestros días "Graterolacho") bien construidos y sonoros, nos transmiten sus pensamientos y angustias, con humildad e irrisión, con la tierna belleza de las verdades más caras.
Posesionado de la Presidencia de la República el General López Contreras, Job Pim es nombrado Cónsul en España, de donde regresa en 1940, bastante enfermo, pese a ello colabora en el periódico humorístico de Miguel otero Silva. "EL Morrocoy Azul". Es clásico un soneto que, escribe acribillando de bromas a la muerte, que tituló Desahuciado, el mismo retrata de cuerpo entero la maravillosa estructura humana de Pimentel:
"Me han visto nueve médicos. Los nueve,
de nuestra Facultad ornato y gala.
Los nueve encuentran mi salud tan mala,
que me debo morir en plazo breve.
Congestión en el hígado, y no leve;
bronquitis, de la tisis antesala;
un riñón de su puesto se resbala
y el colon no funciona como debe.
Yo morir no me siento... Pero ¿cómo
nueve sabios así de tomo y lomo
se van a equivocar sobre mi suerte?
¿Que me debo morir? ¡Venga la muerte!
¡Todo antes que dejar en la berlina
a media Facultad de Medicina!"
Para 1942, su salud no da para más y muere un 12 de agosto, rodeado del reconocimiento de los contemporáneos que pudieron leerlo y conocerlo. Dos poetas, delante de sus restos, le dedican un adiós cargado de admiración y pesar, en el epígrafe se muestran algunos extractos de esa despedida afectiva y literaria al gran creador y ser humano.
En la vida hay seres que, semejan a criaturas celestiales, por aquello del desprendimiento hacia sus semejantes, pocos, muy pocos, son tocados además con un refinado talento humorístico, como el desplegado por Job Pim. Sin ánimo de cansarlos más de la cuenta, les invito a que pasemos revista a algunas de las chispeantes salidas de este gran venezolano que fue y sigue siendo , Francisco Pimentel, Job Pim:
"Un domingo en la mañana se encontraron Jobo Pimentel y "Leo", entonces inseparables curruñas, en el viejo botiquín de "La India" , situado en el edificio donde estuvo "El Universal" …EL Jobo al ver a "Leo" quedóselo mirando con fijeza y de un modo serio , el dijo:
- Leo, yo no me resigno a creer que tú seas un hombre de dos caras.
Ante aquella salida del amigo, aparentemente de reconvención. Leo, también lleno de gravedad terminó por preguntarle al Jobo:
- ¿Y a qué viene eso? ¿Tu sabes que yo soy tu amigo?-
- Si Leo, yo se que tu eres mi amigo y sé también que tu no tienes sino una sola cara, porque de haber tenido dos, hoy domingo no sales con esa a la calle.
Para aquella época era Ministro el doctor José L. Andara y el Jobo estaba en la redacción de " El Universal" cuando sonó el teléfono.
- ¿Con quién habló? –dijeron del otro lado.
- Con un redactor- respondió el Jobo.
- Pues bien, es el Ministro Andara –insistió con voz autoritaria- Y llamaba para decirles que en un titular de ayer pusieron: " el Ministro Aranda ". Quisiera que sepan de una vez por todas que mi apellido no es Aranda sino Andara y que no estoy dispuesto a seguir tolerando que ustedes cometan ese error.
- Pero no se preocupe señor Ministro- le dijo el Jobo – porque su apellido también es otro error Pues yo tengo entendido que no se dice Andara sino Anduviera…
En cierta ocasión vino a Venezuela un escritor español de apellido Ercilla, bastante pedante. Estaba Ercilla en la Plaza Bolívar departiendo con un grupo de intelectuales venezolanos, cuando uno de ellos vio venir a Job Pim y lo llamó para presentarle al español.
- Maestro le presento a usted a Francisco Pimentel , gran poeta y humorista venezolano.
El español le tendió la mano despectivamente y dijo con sequedad:
- Ercilla.
Y Job Pim le respondió en el mismo tono:
- Er Jobo…
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