La semana pasada marqué mi duelo personal, no escribí mi artículo semanal. Guardé luto por la libertad de expresión de mi país, No lloré por Granier ni por Lares, lloré por Tito Martínez del Box y Francisco Amado Pernía, lo hice por el pueblo venezolano a quien le amputaron el corazón de su libertad: la de expresarse.
Ahora no puedo resignarme, sobre todo cuando los pasos que da el gobierno nos hace tener la certeza de que Hugo Chávez, con la complicidad de “judas” del gremio, prepara ejecutar lo que mejor sabe hacer: dar un Golpe de Estado, esta vez contra el Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela.
La acción del dictador electo y sus acólitos no me sorprende. Basta ver lo que hace Fidel en Cuba con los periodistas independientes, para saber que en nuestro país pasará lo mismo. Tenemos toda la razón en temer que la mordaza será cada vez más implacable, es imposible que un régimen fascista pueda convivir con la libertad de prensa, la libertad de expresar opiniones distintas a las del oficialismo.
Nuestra tristeza personal y profesional aumenta al enterarnos que colegas, con protagonismo gremial y académico en el pasado, colaboran hoy para desbaratar a nuestro gremio profesional que, con aciertos y errores, ha sido trinchera de lucha para defender los derechos de los profesionales de la comunicación, más aun, para defender los derechos del pueblo venezolano a la información oportuna y veraz.
Es una vergüenza haber visto, escuchado y leído los berrinches de una diputada y periodista, cuestionando al colega y amigo William Echeverría por haber rechazado dignamente el Premio Metropolitano de Periodismo, lo que causó la rabia desmedida de la ex gremialista, cuya actitud me hizo dudar de su sobriedad.
También lacera nuestra alma saber que compañeros de lucha, de la academia, llamados a defender, más que a los periodistas, al mismo pueblo, hoy conspiran por apetencias políticas con el abortivo propósito destruir nuestro gremio, se sumarse como perros de caza al linchamiento de quienes como venezolanos, como periodistas, pensamos diferente, como si el respeto por la libertad de pensamiento no fuera parte del deber ser del comunicador social venezolano.
Estos personajes son los mismos que le niegan, bajo la complicidad de un CNE que obedece la voz de Miraflores, a los periodistas ejercer el derecho sagrado y constitucional de renovar las autoridades gremiales, de ratificar o cambiar las estructuras nacionales y seccionales del CNP. Lo hacen porque saben que habrá cambios en la mayoría de las secciónales controladas a la fuerza por el chavismo infiltrado en nuestro gremio, así que se sostienen a sus cargos para intentar probar la presencia chavista en el CNP, cuando los agremiados sabemos que de exponerse a la voluntad de los colegiados no quedará ninguno de ellos en un cargo directivo.
En medio de mis soliloquios luctuosos un aire de tranquilidad nos ilumina, al leer las batallas que Leví, Margarita, entre otros directivos nacionales están dando la pelea, dan la talla y asumen la responsabilidad histórica de enfrentarse sin miedo a la tiranía. También ver la actitud de las colegas y amigas Nikari González, Carla León y Adriana Rincón, las dos últimas compañeras de nuestro paso por RCTV, quienes, junto a otro batallón de colegas zulianos salieron a la calle, sin miedo, levantando sus voces y corazones para gritarle al Zulia, a Venezuela y al mundo que en nuestro país agoniza la libertad de expresión.
Por ahora debemos trazarnos dos metas: evitar que los desvaríos totalitarios del régimen sigan adelante y, en segundo lugar, devolverle la dignidad al Colegio de Periodistas de Venezuela, sacando de nuestro seno a esos trapisondas que pisotean el Código de Ética de nuestro gremio profesional.
Ahora no puedo resignarme, sobre todo cuando los pasos que da el gobierno nos hace tener la certeza de que Hugo Chávez, con la complicidad de “judas” del gremio, prepara ejecutar lo que mejor sabe hacer: dar un Golpe de Estado, esta vez contra el Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela.
La acción del dictador electo y sus acólitos no me sorprende. Basta ver lo que hace Fidel en Cuba con los periodistas independientes, para saber que en nuestro país pasará lo mismo. Tenemos toda la razón en temer que la mordaza será cada vez más implacable, es imposible que un régimen fascista pueda convivir con la libertad de prensa, la libertad de expresar opiniones distintas a las del oficialismo.
Nuestra tristeza personal y profesional aumenta al enterarnos que colegas, con protagonismo gremial y académico en el pasado, colaboran hoy para desbaratar a nuestro gremio profesional que, con aciertos y errores, ha sido trinchera de lucha para defender los derechos de los profesionales de la comunicación, más aun, para defender los derechos del pueblo venezolano a la información oportuna y veraz.
Es una vergüenza haber visto, escuchado y leído los berrinches de una diputada y periodista, cuestionando al colega y amigo William Echeverría por haber rechazado dignamente el Premio Metropolitano de Periodismo, lo que causó la rabia desmedida de la ex gremialista, cuya actitud me hizo dudar de su sobriedad.
También lacera nuestra alma saber que compañeros de lucha, de la academia, llamados a defender, más que a los periodistas, al mismo pueblo, hoy conspiran por apetencias políticas con el abortivo propósito destruir nuestro gremio, se sumarse como perros de caza al linchamiento de quienes como venezolanos, como periodistas, pensamos diferente, como si el respeto por la libertad de pensamiento no fuera parte del deber ser del comunicador social venezolano.
Estos personajes son los mismos que le niegan, bajo la complicidad de un CNE que obedece la voz de Miraflores, a los periodistas ejercer el derecho sagrado y constitucional de renovar las autoridades gremiales, de ratificar o cambiar las estructuras nacionales y seccionales del CNP. Lo hacen porque saben que habrá cambios en la mayoría de las secciónales controladas a la fuerza por el chavismo infiltrado en nuestro gremio, así que se sostienen a sus cargos para intentar probar la presencia chavista en el CNP, cuando los agremiados sabemos que de exponerse a la voluntad de los colegiados no quedará ninguno de ellos en un cargo directivo.
En medio de mis soliloquios luctuosos un aire de tranquilidad nos ilumina, al leer las batallas que Leví, Margarita, entre otros directivos nacionales están dando la pelea, dan la talla y asumen la responsabilidad histórica de enfrentarse sin miedo a la tiranía. También ver la actitud de las colegas y amigas Nikari González, Carla León y Adriana Rincón, las dos últimas compañeras de nuestro paso por RCTV, quienes, junto a otro batallón de colegas zulianos salieron a la calle, sin miedo, levantando sus voces y corazones para gritarle al Zulia, a Venezuela y al mundo que en nuestro país agoniza la libertad de expresión.
Por ahora debemos trazarnos dos metas: evitar que los desvaríos totalitarios del régimen sigan adelante y, en segundo lugar, devolverle la dignidad al Colegio de Periodistas de Venezuela, sacando de nuestro seno a esos trapisondas que pisotean el Código de Ética de nuestro gremio profesional.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Exprésate libremente.
En este blog no se permiten comentarios de personas anónimas.