Ha llegado a mis manos la Resolución Nº 2345-07 emitida por el Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud. La comunicación se refiere a la desagradable costumbre que han desarrollado algunos colegas, de dar “opiniones personales de interpretaciones ni técnicas ni éticas, sobre las personalidades del acontecer nacional e internacional”.
Esta dañina tendencia es común en los colegas, imaginen ustedes que Freud, padre del Psicoanálisis, solo de mirar las pinturas de Leonardo Da Vinci, se atrevió a asegurar que el gran pintor e inventor ¡era homosexual¡ pero no contento con esto, llegó a la perversión de afirmar que todos sufrimos de complejo de Edipo, de pequeños amamos al pariente de sexo opuesto y somos unos homicidas celosos capaces de matar a nuestra propia madre.
Los discípulos de Freud, han seguido la malsana costumbre de interpretar y opinar sobre todo tipo de personalidades pero creo que han llegado demasiado lejos si se han atrevido a hacer interpretaciones de alguna personalidad nacional o internacional, dado el grado de normalidad extremo de la mayoría de los dirigentes mundiales, con la excepción de Bush, que con perdón de la resolución, parece tener alguna patología mental de carácter agresivo, que le lleva a pelear con todo el mundo.
Los colegas funcionarios afirman que todo lo que hemos aprendido los psiquiatras en la universidad solo debe ser utilizado “para ayudar, evitando todo tipo de mala información, empírica o no que se pueda usar con fines malignos”, por supuesto, y los abogados solo deben buscar la verdad y los jueces solo dedicarse a la Justicia y los funcionarios defender solo al Estado y no a ninguna parcialidad política, y los militares solo defender la patria ¡de cajón!
Lo que me preocupa es que una información empírica, obtenida del mundo de los hechos, pueda ser calificada de mala o que sus fines puedan ser malignos, por ejemplo que hay de maligno en afirmar que “el agua sometida a 0 grados se congela y sometida a 100 grados hierve; los hechos son los hechos y están allí para que aquel que tenga ojos lo vea y el que tenga oídos lo oiga.
En consecuencia, los colegas funcionarios, afirman que todo psiquiatra que incurra en una mala interpretación será considerado “reo de mala praxis, inmoralidad, desconsideración, despreciable valor inhumano (este apelativo nunca lo había oído) y apelable a las leyes deontológicas que faciliten la aplicación más noble de las leyes: justicia con calidad humana y de sentimientos de amor por la humanidad viviente”.
¿Cuáles serán esas malas interpretaciones? No aclara la resolución, pero al final del documento dicen que serán objeto de las “medidas correspondientes” los psiquiatras que irrespeten “la majestad del Estado y de nuestro Presidente”, de donde parece inferirse que las malas interpretaciones serían aquellas que se refieren al estado de salud mental del Presidente.
Estoy totalmente de acuerdo, no hay nada más que ver y oír al Presidente para darse cuenta de que disfruta de un perfecto estado mental, cualquier otra interpretación sería maliciosa y alejada de la verdad, por cierto, cualquier medio de comunicación social que publique cualquier otra cosa “serán responsabilizados por facilitar el irrespeto en cuestión”.
Para cuidar mi libertad de expresión y opinión y evitar la autocensura de los medios, voy a hacer interpretaciones de personajes de novela, por eso los invito a leer Doña Bárbara, la próxima semana haré la interpretación psicológica de Ño Pernalete.
Esta dañina tendencia es común en los colegas, imaginen ustedes que Freud, padre del Psicoanálisis, solo de mirar las pinturas de Leonardo Da Vinci, se atrevió a asegurar que el gran pintor e inventor ¡era homosexual¡ pero no contento con esto, llegó a la perversión de afirmar que todos sufrimos de complejo de Edipo, de pequeños amamos al pariente de sexo opuesto y somos unos homicidas celosos capaces de matar a nuestra propia madre.
Los discípulos de Freud, han seguido la malsana costumbre de interpretar y opinar sobre todo tipo de personalidades pero creo que han llegado demasiado lejos si se han atrevido a hacer interpretaciones de alguna personalidad nacional o internacional, dado el grado de normalidad extremo de la mayoría de los dirigentes mundiales, con la excepción de Bush, que con perdón de la resolución, parece tener alguna patología mental de carácter agresivo, que le lleva a pelear con todo el mundo.
Los colegas funcionarios afirman que todo lo que hemos aprendido los psiquiatras en la universidad solo debe ser utilizado “para ayudar, evitando todo tipo de mala información, empírica o no que se pueda usar con fines malignos”, por supuesto, y los abogados solo deben buscar la verdad y los jueces solo dedicarse a la Justicia y los funcionarios defender solo al Estado y no a ninguna parcialidad política, y los militares solo defender la patria ¡de cajón!
Lo que me preocupa es que una información empírica, obtenida del mundo de los hechos, pueda ser calificada de mala o que sus fines puedan ser malignos, por ejemplo que hay de maligno en afirmar que “el agua sometida a 0 grados se congela y sometida a 100 grados hierve; los hechos son los hechos y están allí para que aquel que tenga ojos lo vea y el que tenga oídos lo oiga.
En consecuencia, los colegas funcionarios, afirman que todo psiquiatra que incurra en una mala interpretación será considerado “reo de mala praxis, inmoralidad, desconsideración, despreciable valor inhumano (este apelativo nunca lo había oído) y apelable a las leyes deontológicas que faciliten la aplicación más noble de las leyes: justicia con calidad humana y de sentimientos de amor por la humanidad viviente”.
¿Cuáles serán esas malas interpretaciones? No aclara la resolución, pero al final del documento dicen que serán objeto de las “medidas correspondientes” los psiquiatras que irrespeten “la majestad del Estado y de nuestro Presidente”, de donde parece inferirse que las malas interpretaciones serían aquellas que se refieren al estado de salud mental del Presidente.
Estoy totalmente de acuerdo, no hay nada más que ver y oír al Presidente para darse cuenta de que disfruta de un perfecto estado mental, cualquier otra interpretación sería maliciosa y alejada de la verdad, por cierto, cualquier medio de comunicación social que publique cualquier otra cosa “serán responsabilizados por facilitar el irrespeto en cuestión”.
Para cuidar mi libertad de expresión y opinión y evitar la autocensura de los medios, voy a hacer interpretaciones de personajes de novela, por eso los invito a leer Doña Bárbara, la próxima semana haré la interpretación psicológica de Ño Pernalete.
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