Cuando un Jefe de Estado carece de capacidad para el ejercicio del cargo no tiene como sobresalir y destacarse entre sus colegas. Representar a una nación con dignidad pasa por tener un cierto nivel de preparación y de madurez que le permita respetar tanto a su pueblo como a otros Presidentes electos por vía electoral. Cuando no se tienen estas condiciones el Jefe de Estado está condenado a pasar su mandato como una figura gris tanto dentro como fuera de su país.
Si esto sucede el Jefe de Estado, consciente de sus limitaciones personales que lo condenan al ostracismo, apela entonces a la confrontación, el escándalo e insulto permanente para llamar así la atención y aparecer en las pantallas y páginas de los diarios. Es esto lo que explica la permanente confrontación en el país y fuera de él. Es un grito desesperado para decirle a todos “existo, estoy aquí, párenme”. El Teniente Coronel venezolano ilustra con elocuencia a este personaje que sin la confrontación y el insulto permanente serían ignorados y pasarían por el cargo sin pena ni gloria. Estamos ante un militar de baja graduación que no tiene las condiciones mínimas para dirigir los destinos de una nación pues, mas allá de que sea demócrata o autócrata, tiene una visión militarista y cuartelaria de Venezuela como Estado.
Si el lector llegó hasta aquí entenderá entonces la necesidad que tiene de confrontar, dentro del país y también fuera de él, y convertirse en un “carrito chocón” para llamar la atención y sobrevivir en los medios al no poder presentar una gestión de gobierno en positivo. Los ataques sistemáticos a lo que él llama la cuarta república y al imperio, los insultos al ex presidente Fox, Alán García, Bush, Calderón y al ex presidente Aznar, por ejemplo, y ahora a la Iglesia se inscriben en esa agenda obligada: llamar la atención como sea para permanecer en la escena. Lula es un político de izquierda pero tiene con qué proyectarse, dialoga y sabe negociar en beneficio del país que representa. Lula porque sabe gobernar no necesita acudir a esa permanente confrontación que le exige su megalomanía y que en nada beneficia al País al que mantiene dividido, enguerrillado, frustrado y sin futuro. Por eso aparecieron en la escena los estudiantes como los protagonistas del futuro.
Esta patología exhibicionista la cultiva a través de los medios de comunicación cuya hegemonía requiere para esas largas cadenas que ya no soportan ni sus propios simpatizantes a través de las cuales alimenta una importancia que no tiene y ese ilusorio y mas que imposible liderazgo universal. Tal vez la SIP y la AIR podrían contribuir a neutralizar un tanto está patología y hemorragia exhibicionista no dándole pantalla en primera página a quien las utiliza para difundir sus confrontaciones y sus insultos a personalidades con el fin, encubierto, de que lo tomen en cuenta y hacer ver así que él existe. El cierre de R.C.T.V. le abre la oportunidad a la SIP y a la AIR..
Si esto sucede el Jefe de Estado, consciente de sus limitaciones personales que lo condenan al ostracismo, apela entonces a la confrontación, el escándalo e insulto permanente para llamar así la atención y aparecer en las pantallas y páginas de los diarios. Es esto lo que explica la permanente confrontación en el país y fuera de él. Es un grito desesperado para decirle a todos “existo, estoy aquí, párenme”. El Teniente Coronel venezolano ilustra con elocuencia a este personaje que sin la confrontación y el insulto permanente serían ignorados y pasarían por el cargo sin pena ni gloria. Estamos ante un militar de baja graduación que no tiene las condiciones mínimas para dirigir los destinos de una nación pues, mas allá de que sea demócrata o autócrata, tiene una visión militarista y cuartelaria de Venezuela como Estado.
Si el lector llegó hasta aquí entenderá entonces la necesidad que tiene de confrontar, dentro del país y también fuera de él, y convertirse en un “carrito chocón” para llamar la atención y sobrevivir en los medios al no poder presentar una gestión de gobierno en positivo. Los ataques sistemáticos a lo que él llama la cuarta república y al imperio, los insultos al ex presidente Fox, Alán García, Bush, Calderón y al ex presidente Aznar, por ejemplo, y ahora a la Iglesia se inscriben en esa agenda obligada: llamar la atención como sea para permanecer en la escena. Lula es un político de izquierda pero tiene con qué proyectarse, dialoga y sabe negociar en beneficio del país que representa. Lula porque sabe gobernar no necesita acudir a esa permanente confrontación que le exige su megalomanía y que en nada beneficia al País al que mantiene dividido, enguerrillado, frustrado y sin futuro. Por eso aparecieron en la escena los estudiantes como los protagonistas del futuro.
Esta patología exhibicionista la cultiva a través de los medios de comunicación cuya hegemonía requiere para esas largas cadenas que ya no soportan ni sus propios simpatizantes a través de las cuales alimenta una importancia que no tiene y ese ilusorio y mas que imposible liderazgo universal. Tal vez la SIP y la AIR podrían contribuir a neutralizar un tanto está patología y hemorragia exhibicionista no dándole pantalla en primera página a quien las utiliza para difundir sus confrontaciones y sus insultos a personalidades con el fin, encubierto, de que lo tomen en cuenta y hacer ver así que él existe. El cierre de R.C.T.V. le abre la oportunidad a la SIP y a la AIR..
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