“Lo que nuestra generación ha olvidado es que el sistema de propiedad privada es la más importante garantía de la libertad."
F. A. Hayek.
¿Éxito en las economías del sudeste asiático? ¿Por cual razón? ¿Éxito con relación a qué? Con relación a su precariedad hasta hace 60 años atrás. Supuestamente, ninguna de esas economías es ni se declaró socialista, comunista a pesar de sus calamidades y de los diferentes grados de intervención de sus respectivos regímenes de gobierno en la economía. Aparentemente adoptaron políticas que brindaron posibilidades, oportunidades, a la mayoría de la población. Teóricamente funcionó el ingreso de capital externo a sus economías, dentro de los lineamientos que fueron convenidos.
Otra observación nos indica que, decididamente, avanzaron hacia una mayor y mejor educación, así como hacia la salud, a pesar de sus frágiles condiciones económicas precedentes. Esto repercutió, de inmediato, en sus índices de desarrollo. El llamado milagro asiático pudo tomarse como un supuesto triunfo de los planteamientos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. La fórmula: privatización, desregulación y liberalización en acción. El resultado fue mayor bienestar para la población. Y, precisamente, esa es la función del desarrollo. La creación de oportunidades, la expansión de la capacidad humana, mejor calidad de vida.
Al revisar ciertos hechos económicos relacionados con países que han alcanzado cierto grado de desarrollo, se hace evidente que, a pesar de los bajos ingresos, un país puede garantizar el acceso a la salud y a la educación a casi todos sus habitantes, así como a mejorar, sustancialmente, su esperanza de vida.
Cuando acercamos la mirada hacia América Latina, sentimos cómo se nos encoge el corazón. Cuando joven, hace más de 50 años, nos contagiamos con la supuesta idea de que América Latina tomaría prontamente el camino del desarrollo y del bienestar. Poco o casi nada nos llegaba del sudeste asiático, sin embargo, se convirtió en una región de crecimiento y América Latina quedó atrás, teniendo grandes recursos naturales y profesionales que el Sudeste Asiático no tenía.
Y cuando nos miramos, los venezolanos, con una población homogénea, muchos y buenos profesionales, inmensidad de recursos naturales más petróleo, nos dan ganas de llorar, por la pobreza y miseria en que estamos, el estado de atraso, y, para colmo, por ahora, en una vía política hacia la servidumbre, hacia el atraso, hacia lo que es Cuba hoy, en los inicios del siglo XXI. ¿Causas? Evidentemente no son materiales. Están en nosotros, en sus pobladores, en sus ciudadanos, en sus líderes, en sus conductores, en sus mentes. Los peores de nosotros, la voz única y sus verdugos voluntarios, le echan la culpa al único enemigo que, por contraste y para su interés político, necesitan a USA y sus seguidores y/o admiradores. A la cultura occidental, siendo ellos uno de sus productos. Perdieron la memoria. Se olvidaron de que somos parte de Occidente, de la cultura occidental. Parece que llegaron de otro planeta, tal vez por ignorancia, por conveniencia. Para conseguir seguidores entre los ingenuos y crédulos, en los débiles, en los menos instruidos.
Les es imposible pensar y considerar que ante la diversidad del contexto económico entre países pobres y ricos, se hace necesario, por lo evidente, conjugar esfuerzos tanto internos como externos para sacar el máximo provecho de la globalización, por ser ésta un hecho palpable e indetenible. Y eso implica prepararse, educarse, buscar y adquirir nuevos conocimientos, precisamente en los países más desarrollados y hacer, en lo posible, menos traumática la adaptación para quienes son afectados y/o se resisten al progreso. ¿Hasta cuando echarle la culpa a otro u otros? ¡Ojo! El socialismo, comunismo es atraso y miseria. ¡Cuidado!
Otra observación nos indica que, decididamente, avanzaron hacia una mayor y mejor educación, así como hacia la salud, a pesar de sus frágiles condiciones económicas precedentes. Esto repercutió, de inmediato, en sus índices de desarrollo. El llamado milagro asiático pudo tomarse como un supuesto triunfo de los planteamientos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. La fórmula: privatización, desregulación y liberalización en acción. El resultado fue mayor bienestar para la población. Y, precisamente, esa es la función del desarrollo. La creación de oportunidades, la expansión de la capacidad humana, mejor calidad de vida.
Al revisar ciertos hechos económicos relacionados con países que han alcanzado cierto grado de desarrollo, se hace evidente que, a pesar de los bajos ingresos, un país puede garantizar el acceso a la salud y a la educación a casi todos sus habitantes, así como a mejorar, sustancialmente, su esperanza de vida.
Cuando acercamos la mirada hacia América Latina, sentimos cómo se nos encoge el corazón. Cuando joven, hace más de 50 años, nos contagiamos con la supuesta idea de que América Latina tomaría prontamente el camino del desarrollo y del bienestar. Poco o casi nada nos llegaba del sudeste asiático, sin embargo, se convirtió en una región de crecimiento y América Latina quedó atrás, teniendo grandes recursos naturales y profesionales que el Sudeste Asiático no tenía.
Y cuando nos miramos, los venezolanos, con una población homogénea, muchos y buenos profesionales, inmensidad de recursos naturales más petróleo, nos dan ganas de llorar, por la pobreza y miseria en que estamos, el estado de atraso, y, para colmo, por ahora, en una vía política hacia la servidumbre, hacia el atraso, hacia lo que es Cuba hoy, en los inicios del siglo XXI. ¿Causas? Evidentemente no son materiales. Están en nosotros, en sus pobladores, en sus ciudadanos, en sus líderes, en sus conductores, en sus mentes. Los peores de nosotros, la voz única y sus verdugos voluntarios, le echan la culpa al único enemigo que, por contraste y para su interés político, necesitan a USA y sus seguidores y/o admiradores. A la cultura occidental, siendo ellos uno de sus productos. Perdieron la memoria. Se olvidaron de que somos parte de Occidente, de la cultura occidental. Parece que llegaron de otro planeta, tal vez por ignorancia, por conveniencia. Para conseguir seguidores entre los ingenuos y crédulos, en los débiles, en los menos instruidos.
Les es imposible pensar y considerar que ante la diversidad del contexto económico entre países pobres y ricos, se hace necesario, por lo evidente, conjugar esfuerzos tanto internos como externos para sacar el máximo provecho de la globalización, por ser ésta un hecho palpable e indetenible. Y eso implica prepararse, educarse, buscar y adquirir nuevos conocimientos, precisamente en los países más desarrollados y hacer, en lo posible, menos traumática la adaptación para quienes son afectados y/o se resisten al progreso. ¿Hasta cuando echarle la culpa a otro u otros? ¡Ojo! El socialismo, comunismo es atraso y miseria. ¡Cuidado!
Estimado Nelson,
ResponderEliminarLos países del este de Asia (Japón, Hong Kong, South Corea y Taiwan, así como los del Sureste Asiático (Singapore, Malaysia, Thailand and Indonesia), lograron indicadores económicos y sociales impresionantes en los 70s, 80s y 90s, precisamente, siguiendo políticas contrarias a las recomendadas por las instituciones financieras internacionales. De hecho el trabajo títulado "El Milagro Asiático" fue publicado por el Banco Mundial pero financiado por Japón y en el mismo se trato de evitar la discusión abierta y profunda del por qué del éxito de estas economías que no siguieron completamente los modelos aplicados en el mundo desarrollado occidental.
La primera gran intervención del FMI en la región fue durante la crisis asiática de los noventa en el cual aplicó la receta que siempre recomendaba en Latinoamérica, a pesar de que las causas de la crisis eran otras. Por ese motivo bajo la iniciativa Cheng Mai” un sistema bilateral de auxilio que hoy día cuenta con US$ 80.000 millones listos para ser usado en casos de crisis los países asiáticos discuten los parámetros para convertir esta iniciativa en un organismo multilateral permanente que sea una alternativa diferente al FMI y su condicionalidad.
Los expertos, consideran que el éxito asiáticos está más relacionados con el autoritarismo de sus gobiernos y la instrumentalidad que dieron al Derecho, así como sus valores colectivos y alto porcentaje de ahorros internos. Sin embargo, por ser el modelo de desarrollo más exitoso, no puede dejarse de estudiar y extraer las lecciones que puedan servir a nustros países latinoamericanos.
Gabriel Garcia
Centre for Comparative Law and Development Studies in Asia and the Pacific
ggarcia@uow.edu.au
University of Wolongong
Australia
http://www.uow.edu.au/law/cldsap/index.html