Por José Brechner
En 1960 el entonces Senador John F. Kennedy, retó a los estudiantes de la Universidad de Michigan a que sirvieran a su país como agentes de cambio por la causa de la paz, trabajando en naciones subdesarrolladas. De ahí surgió la Agencia Federal para la Paz y la Amistad, conocida como Cuerpo de Paz. Desde aquel tiempo más de 187.000 voluntarios fueron invitados por 139 países para cooperar en temas que hoy abarcan desde educación sobre el SIDA, a tecnología de información y preservación ambiental.
Desde sus comienzos, muchos de esos jóvenes no sólo hicieron filantropía, sino que se involucraron en actividades políticas que influyeron negativamente en sus países anfitriones. Por lo general los voluntarios son demócratas liberales del ala más radical del espectro ideológico.
La extrema izquierda siempre tuvo un instrumento propicio para actuar, a través del Cuerpo de Paz. La semana pasada, un voluntario, John Alexander van Schaick denunció a The Associated Press, que un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Bolivia le dijo que notificara si durante su trabajo en el campo veía cubanos o venezolanos. El chaval que todavía no aprendió a distinguir a sus amigos de sus enemigos, consideró que se le estaba pidiendo que espiara para el gobierno norteamericano, y fue rápidamente al Ministerio de Exteriores Boliviano a revelar el gran secreto. La infantil denuncia está siendo aprovechada para que Morales despotrique contra su odiado enemigo del norte. Por suerte un senador opositor, Walter Guiteras, está inquiriendo al ejecutivo acerca del espionaje del gobierno boliviano hacia los mismos bolivianos -y debería añadir el amedrentamiento- que sufrimos políticos, periodistas y forjadores de opinión por parte del régimen socialista.
Estados Unidos no necesita informarse a través del Súper Agente 86, acerca de la presencia cubana-venezolana en Bolivia que es notoriamente visible y publicitada. Pero el desliz acarrea consecuencias diplomáticas, ya que desde que asumieron los indigenistas, éstos han buscado el enfrentamiento con Washington. El hecho demuestra una vez más, que los voluntarios se meten en asuntos que no deberían, hablan con la gente equivocada sobre temas que no comprenden, en desmedro de su propia organización, de su país y de la nación que los acoge.
El Cuerpo de Paz es la asistencia civil para cooperar a otras naciones, pero más importante y generoso fue siempre el apoyo político, económico y militar de Washington, que permitió que vivamos en un mundo mejor. Si Estados Unidos no hubiese intervenido en la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaría hablando alemán. Después de la guerra, la superpotencia se convirtió en factor de equilibrio mundial ante la amenaza nuclear soviética, y en defensor de la libertad y la democracia frente al comunismo. Fueron republicanos y demócratas que optaron por ayudar a otros pueblos divulgando los valores éticos norteamericanos, que son envidiables utopías para la mayoría de la humanidad. Sabiamente dijo Margaret Thatcher: “Europa es producto de la historia. Estados Unidos es producto de la filosofía”.
Estados Unidos ayudó por décadas a países que compartían sus principios y valores, hasta que llegó a la Casa Blanca un presidente que se inmiscuyó más que los demás en la política interna de otras naciones, forzando el cambio de gobiernos estables, amigos de Occidente, por regímenes extremistas, enemigos de Norte América, alegando defender los Derechos Humanos. Su nombre es Jimmy Carter, gran facilitador del ascenso al poder de la ultraizquierda en Latinoamérica.
La caída de los gobiernos pro-occidentales bajo la presión de Carter, trajo consigo las lúgubres dictaduras del Ayatola Jomeini y Daniel Ortega. El mediocre manisero usó el dinero del capitalismo para avivar el neo-comunismo, y ahora usa el dinero árabe para fomentar la Yijad.
Con Ronald Reagan hubo un retorno a la cordura. El brillante y carismático líder republicano, logró a través de la disuasión que los países europeos orientales recobraran su independencia.
George Bush padre, defendió a Kuwait de la agresión iraquí cometiendo el desastroso error de dejar a Saddam Hussein en el poder. Lección que confirma, que es mejor arrasar completamente con los enemigos desde el momento en que se declaran como tales, y los motivos que causaron la guerra están frescos en las mentes de los pueblos.
Bill Clinton fue un buen administrador, incursionó militarmente contra las dictaduras en Panamá y Granada de forma tal que casi ni se notó, e impuso sanciones sobre los gobiernos terroristas de Irán y Libia, pero dejó peligrosos cabos sueltos en Afganistán donde se fortaleció Osama Bin Laden, y en Pakistán donde Abdul Qadeer Khan fabricó su bomba atómica.
George W. Bush tuvo que lidiar con los primeros ataques enemigos en suelo propio, y montar un inusual estado de emergencia nacional. Estados Unidos debe enfrentar hoy una batalla más dura porque su popularidad está por los suelos, gracias en gran parte a los insensatos discursos pacifistas de los demócratas, que tratan de ocultar la vulnerabilidad a la que están expuestos los norteamericanos.
Si queremos sobrevivir al fascismo de la alianza izquierdista-islamista, Washington deberá mantener su presencia en Irak, se verá obligado a bombardear Irán, y tendrá que fortalecer su cooperación mundial defendiendo la libertad y los valores occidentales en todas partes.
En 1960 el entonces Senador John F. Kennedy, retó a los estudiantes de la Universidad de Michigan a que sirvieran a su país como agentes de cambio por la causa de la paz, trabajando en naciones subdesarrolladas. De ahí surgió la Agencia Federal para la Paz y la Amistad, conocida como Cuerpo de Paz. Desde aquel tiempo más de 187.000 voluntarios fueron invitados por 139 países para cooperar en temas que hoy abarcan desde educación sobre el SIDA, a tecnología de información y preservación ambiental.
Desde sus comienzos, muchos de esos jóvenes no sólo hicieron filantropía, sino que se involucraron en actividades políticas que influyeron negativamente en sus países anfitriones. Por lo general los voluntarios son demócratas liberales del ala más radical del espectro ideológico.
La extrema izquierda siempre tuvo un instrumento propicio para actuar, a través del Cuerpo de Paz. La semana pasada, un voluntario, John Alexander van Schaick denunció a The Associated Press, que un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Bolivia le dijo que notificara si durante su trabajo en el campo veía cubanos o venezolanos. El chaval que todavía no aprendió a distinguir a sus amigos de sus enemigos, consideró que se le estaba pidiendo que espiara para el gobierno norteamericano, y fue rápidamente al Ministerio de Exteriores Boliviano a revelar el gran secreto. La infantil denuncia está siendo aprovechada para que Morales despotrique contra su odiado enemigo del norte. Por suerte un senador opositor, Walter Guiteras, está inquiriendo al ejecutivo acerca del espionaje del gobierno boliviano hacia los mismos bolivianos -y debería añadir el amedrentamiento- que sufrimos políticos, periodistas y forjadores de opinión por parte del régimen socialista.
Estados Unidos no necesita informarse a través del Súper Agente 86, acerca de la presencia cubana-venezolana en Bolivia que es notoriamente visible y publicitada. Pero el desliz acarrea consecuencias diplomáticas, ya que desde que asumieron los indigenistas, éstos han buscado el enfrentamiento con Washington. El hecho demuestra una vez más, que los voluntarios se meten en asuntos que no deberían, hablan con la gente equivocada sobre temas que no comprenden, en desmedro de su propia organización, de su país y de la nación que los acoge.
El Cuerpo de Paz es la asistencia civil para cooperar a otras naciones, pero más importante y generoso fue siempre el apoyo político, económico y militar de Washington, que permitió que vivamos en un mundo mejor. Si Estados Unidos no hubiese intervenido en la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaría hablando alemán. Después de la guerra, la superpotencia se convirtió en factor de equilibrio mundial ante la amenaza nuclear soviética, y en defensor de la libertad y la democracia frente al comunismo. Fueron republicanos y demócratas que optaron por ayudar a otros pueblos divulgando los valores éticos norteamericanos, que son envidiables utopías para la mayoría de la humanidad. Sabiamente dijo Margaret Thatcher: “Europa es producto de la historia. Estados Unidos es producto de la filosofía”.
Estados Unidos ayudó por décadas a países que compartían sus principios y valores, hasta que llegó a la Casa Blanca un presidente que se inmiscuyó más que los demás en la política interna de otras naciones, forzando el cambio de gobiernos estables, amigos de Occidente, por regímenes extremistas, enemigos de Norte América, alegando defender los Derechos Humanos. Su nombre es Jimmy Carter, gran facilitador del ascenso al poder de la ultraizquierda en Latinoamérica.
La caída de los gobiernos pro-occidentales bajo la presión de Carter, trajo consigo las lúgubres dictaduras del Ayatola Jomeini y Daniel Ortega. El mediocre manisero usó el dinero del capitalismo para avivar el neo-comunismo, y ahora usa el dinero árabe para fomentar la Yijad.
Con Ronald Reagan hubo un retorno a la cordura. El brillante y carismático líder republicano, logró a través de la disuasión que los países europeos orientales recobraran su independencia.
George Bush padre, defendió a Kuwait de la agresión iraquí cometiendo el desastroso error de dejar a Saddam Hussein en el poder. Lección que confirma, que es mejor arrasar completamente con los enemigos desde el momento en que se declaran como tales, y los motivos que causaron la guerra están frescos en las mentes de los pueblos.
Bill Clinton fue un buen administrador, incursionó militarmente contra las dictaduras en Panamá y Granada de forma tal que casi ni se notó, e impuso sanciones sobre los gobiernos terroristas de Irán y Libia, pero dejó peligrosos cabos sueltos en Afganistán donde se fortaleció Osama Bin Laden, y en Pakistán donde Abdul Qadeer Khan fabricó su bomba atómica.
George W. Bush tuvo que lidiar con los primeros ataques enemigos en suelo propio, y montar un inusual estado de emergencia nacional. Estados Unidos debe enfrentar hoy una batalla más dura porque su popularidad está por los suelos, gracias en gran parte a los insensatos discursos pacifistas de los demócratas, que tratan de ocultar la vulnerabilidad a la que están expuestos los norteamericanos.
Si queremos sobrevivir al fascismo de la alianza izquierdista-islamista, Washington deberá mantener su presencia en Irak, se verá obligado a bombardear Irán, y tendrá que fortalecer su cooperación mundial defendiendo la libertad y los valores occidentales en todas partes.
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