Por Teódulo López Meléndez
Si el presidente masca coca la oposición masca adormidera. La hoja de coca es aovada y de ella se extrae cocaína que sirve, además, de anestésico de las membranas mucosas. La adormidera tiene hojas abrazadoras de las que se extrae el opio que sirve, además, para embelesar.
La oposición anda embelesada con las elecciones regionales. Las elecciones regionales están lejos, muy lejos, y hay que tener agenda no sólo precandidatos. El gobierno sigue su camino –uno tortuoso, equivocado, pugnaz- pero sigue su camino. Estaremos permanentemente sometidos a las iniciativas del régimen si no elencamos las luchas inmediatas con respuestas adecuadas.
Lo de que limitamos en buena parte no con el Estado colombiano sino con las FARC es una afirmación de extrema gravedad. Lo es, igualmente, los decretos-leyes que van saliendo con autorizaciones para expropiar grandes cadenas de distribución y de producción de alimentos, lo que, de concretarse, podría producirnos una escasez lindante con la hambruna. Y vendrán más.
El freno que representarán las elecciones regionales está a gran distancia y hay que implementar métodos para la brida contentiva inmediata. Estamos durmiendo una especie de siesta y proclamando el análisis sobre lo que será la gran derrota oficialista en noviembre, mientras el gobierno golpea todos los días. Las acciones oficialistas están, lentamente, poniendo a las regionales en la distancia verdadera y reponiendo sobre la mesa la tesis de Raúl Isaías Baduel de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.
Ese planteamiento sonó extraño porque se hizo inmediatamente después de que el país rechazó una reforma y esa Asamblea se convoca, precisamente, para reformar la Constitución. No obstante, el paso de los días va materializando la ofensiva que Baduel previó y que todos sabíamos vendría, muy a pesar de los que creían en “reconciliación” y frenazo. El galope hacia el abismo de la nación que mantiene el dedo ex-omnipotente plantea, en este momento y de manera terminante, la necesidad de una brida y he aquí que a escaso mes y medio la propuesta de Baduel debe ser de nuevo analizada con cuidado y detenimiento.
Las elecciones regionales se están convirtiendo en un estupefaciente embelesador que no logra tapar el amargor del día a día. El análisis de donde se puede ganar está pasando a un segundo plano y no puede ser el objetivo primario de análisis. Frente a la ofensiva descabellada eso de andar hablando de precandidatos suena a música relajante cuando el sonar de las trompetas revienta los tímpanos. Hay que implementar opciones de contención inmediata. Mi propuesta inicial era fijar como objetivo a la Asamblea Nacional, pero los empalagados ni siquiera parecen haberla considerado.
Tiene absoluta razón Antonio Ledesma cuando llama la atención sobre la parálisis oposicionista y llama a movilizarse contra la carrera armamentista y contra los vientos guerreristas. No comparto del todo la tesis de que los movimientos del gobierno no son más que una cortina de humo para distraer de los graves y apremiantes asuntos internos y para provocar una reacción nacionalista. Hay propósitos que van más allá de eso que genérica y despreocupadamente se ha dado en llamar “cortinas de humo”. Y en cuanto a una reacción nacionalista es una tontería, puesto que el pueblo venezolano no quiere guerra ni es anticolombiano. Más bien todo lo contrario: ha mirado a Colombia, simpatiza con el país vecino en su lucha contra las FARC, admira la serenidad de sus gobernantes y acoge con afecto la frase de Uribe sobre no responder por “respeto al pueblo venezolano”. El editorial del diario caraqueño “El Nacional” titulado “Viva Colombia” representa a plenitud el verdadero sentimiento de lo que este pueblo siente hacia el hermano de al lado. Raúl Isaías Baduel, quien ha prestado invalorables servicios al país, sigue haciéndolo con sus constantes observaciones sobre el sentimiento de las Fuerzas Armadas de Venezuela hacia ese hipotético y caprichoso conflicto bélico.
De aquí a las elecciones regionales hay un largo trecho. La oposición no puede mascar adormidera, tiene que movilizarse, salir a la calle a manifestar su repudio al dispendio armamentista, entre otras muchas cosas. El gobierno está desbocado, hará de las suyas, proseguirá con la destrucción del país en estos largos meses que nos separan de la consulta electoral. No podemos seguir embelesados. Hay batallas diarias que cumplir. Las elecciones regionales se están convirtiendo en opio. Hay que sacudir al país. Hay que sacar el país a la calle a protestar por mil razones. Es urgente la movilización nacional. La primera gran movilización debe ser –como bien lo plantea Ledesma- contra la carrera armamentista y como advertencia de que no toleraremos ninguna aventura bélica con un país como Colombia con el cual sólo cabe integración, intercambio, solidaridad y profundización de la hermandad.
Razones para protestar sobran y abundan. La segunda gran manifestación debe ser sobre la política interna –no ya por la exterior que angustia por las gravísimas implicaciones que plantea de muerte y destrucción-, contra la ineptitud oficial, contra el desabastecimiento y la inflación. Una detrás de otra. Si los dirigentes mascan adormidera los venezolanos debemos masticar coraje.
Si el presidente masca coca la oposición masca adormidera. La hoja de coca es aovada y de ella se extrae cocaína que sirve, además, de anestésico de las membranas mucosas. La adormidera tiene hojas abrazadoras de las que se extrae el opio que sirve, además, para embelesar.
La oposición anda embelesada con las elecciones regionales. Las elecciones regionales están lejos, muy lejos, y hay que tener agenda no sólo precandidatos. El gobierno sigue su camino –uno tortuoso, equivocado, pugnaz- pero sigue su camino. Estaremos permanentemente sometidos a las iniciativas del régimen si no elencamos las luchas inmediatas con respuestas adecuadas.
Lo de que limitamos en buena parte no con el Estado colombiano sino con las FARC es una afirmación de extrema gravedad. Lo es, igualmente, los decretos-leyes que van saliendo con autorizaciones para expropiar grandes cadenas de distribución y de producción de alimentos, lo que, de concretarse, podría producirnos una escasez lindante con la hambruna. Y vendrán más.
El freno que representarán las elecciones regionales está a gran distancia y hay que implementar métodos para la brida contentiva inmediata. Estamos durmiendo una especie de siesta y proclamando el análisis sobre lo que será la gran derrota oficialista en noviembre, mientras el gobierno golpea todos los días. Las acciones oficialistas están, lentamente, poniendo a las regionales en la distancia verdadera y reponiendo sobre la mesa la tesis de Raúl Isaías Baduel de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.
Ese planteamiento sonó extraño porque se hizo inmediatamente después de que el país rechazó una reforma y esa Asamblea se convoca, precisamente, para reformar la Constitución. No obstante, el paso de los días va materializando la ofensiva que Baduel previó y que todos sabíamos vendría, muy a pesar de los que creían en “reconciliación” y frenazo. El galope hacia el abismo de la nación que mantiene el dedo ex-omnipotente plantea, en este momento y de manera terminante, la necesidad de una brida y he aquí que a escaso mes y medio la propuesta de Baduel debe ser de nuevo analizada con cuidado y detenimiento.
Las elecciones regionales se están convirtiendo en un estupefaciente embelesador que no logra tapar el amargor del día a día. El análisis de donde se puede ganar está pasando a un segundo plano y no puede ser el objetivo primario de análisis. Frente a la ofensiva descabellada eso de andar hablando de precandidatos suena a música relajante cuando el sonar de las trompetas revienta los tímpanos. Hay que implementar opciones de contención inmediata. Mi propuesta inicial era fijar como objetivo a la Asamblea Nacional, pero los empalagados ni siquiera parecen haberla considerado.
Tiene absoluta razón Antonio Ledesma cuando llama la atención sobre la parálisis oposicionista y llama a movilizarse contra la carrera armamentista y contra los vientos guerreristas. No comparto del todo la tesis de que los movimientos del gobierno no son más que una cortina de humo para distraer de los graves y apremiantes asuntos internos y para provocar una reacción nacionalista. Hay propósitos que van más allá de eso que genérica y despreocupadamente se ha dado en llamar “cortinas de humo”. Y en cuanto a una reacción nacionalista es una tontería, puesto que el pueblo venezolano no quiere guerra ni es anticolombiano. Más bien todo lo contrario: ha mirado a Colombia, simpatiza con el país vecino en su lucha contra las FARC, admira la serenidad de sus gobernantes y acoge con afecto la frase de Uribe sobre no responder por “respeto al pueblo venezolano”. El editorial del diario caraqueño “El Nacional” titulado “Viva Colombia” representa a plenitud el verdadero sentimiento de lo que este pueblo siente hacia el hermano de al lado. Raúl Isaías Baduel, quien ha prestado invalorables servicios al país, sigue haciéndolo con sus constantes observaciones sobre el sentimiento de las Fuerzas Armadas de Venezuela hacia ese hipotético y caprichoso conflicto bélico.
De aquí a las elecciones regionales hay un largo trecho. La oposición no puede mascar adormidera, tiene que movilizarse, salir a la calle a manifestar su repudio al dispendio armamentista, entre otras muchas cosas. El gobierno está desbocado, hará de las suyas, proseguirá con la destrucción del país en estos largos meses que nos separan de la consulta electoral. No podemos seguir embelesados. Hay batallas diarias que cumplir. Las elecciones regionales se están convirtiendo en opio. Hay que sacudir al país. Hay que sacar el país a la calle a protestar por mil razones. Es urgente la movilización nacional. La primera gran movilización debe ser –como bien lo plantea Ledesma- contra la carrera armamentista y como advertencia de que no toleraremos ninguna aventura bélica con un país como Colombia con el cual sólo cabe integración, intercambio, solidaridad y profundización de la hermandad.
Razones para protestar sobran y abundan. La segunda gran manifestación debe ser sobre la política interna –no ya por la exterior que angustia por las gravísimas implicaciones que plantea de muerte y destrucción-, contra la ineptitud oficial, contra el desabastecimiento y la inflación. Una detrás de otra. Si los dirigentes mascan adormidera los venezolanos debemos masticar coraje.
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