07 febrero 2008

Pan y circo

Por Nelson Maica C.

“Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”.
Martin Luther King


Panem et circenses (Pan y Circo) (literalmente, pan y juegos del circo) Algunos historiadores sostienen que la frase data del siglo I y se le atribuye al poeta romano Juvenal –nacido 55 años después de Cristo-, quien la dejó escrita en un poema (sátira). Gramaticalmente, está formada por el acusativo de panis, -is (pan) y el acusativo de circensis, -e (circense).

El pueblo romano, que en un tiempo se consideró “el pueblo rey”, que en ese entonces distribuía el imperio, las fasces, las legiones, y todo, ansiaba tan sólo dos cosas: pan y juegos. El pan al que se refiere Juvenal es la annona, el pan subvencionado por el Gobierno de Roma. Todos los ciudadanos romanos tenían derecho a la manutención gratuita. La subvención consistía en vender el trigo al precio por debajo del que ofrecía el mercado libre. La idea fue del político populista Cayo Sempronio Graco y se inició en el año 123 a.C. Desde ese momento, para los políticos la solución más cómoda para ascender en su carrera política era ganarse el favor del “pueblo llano” llenando sus estómagos. Hoy, siglos después, ocurre lo mismo. Está a la vista de todos.

En sus orígenes, el vocablo “pan y circo” se usaba para describir la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses (carreras de carretas y otros) como una forma de mantener al pueblo distraído, que no pensara en la política, en los políticos, en los funcionarios del régimen, en las “malas” prácticas gubernamentales, en los problemas y necesidades del pueblo.

El emperador Julio Cesar mandaba a distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres, unos 200 mil beneficiarios. Tres siglos más tarde, Aureliano continuaría con la costumbre repartiendo a 300 mil personas dos panes gratuitos por día. Pero llegó el momento en que hubo que recorrer el camino inverso: primero se restringió el reparto de pan, cada vez menos. Luego hubo que volver a pagarlo rebajado. Y finalmente se volvió al precio de mercado.

Esa vieja fórmula de los emperadores, sobre todo de los más corruptos del Imperio Romano, parece que sigue teniendo vigencia hoy día en Venezuela, lamentablemente. Aquí todas las dádivas que salen a diario de las arcas públicas a todos los niveles, para la horrorosa y abusiva propaganda y para mentir por los medios diciendo que todo el pueblo come carne todos los días y bebe leche, etc. Hemos visto cómo basta un poco de pan y mucho circo, mucho espectáculo, cuanto más degradante mejor, para contentar a la plebe antes, ahora el pueblo, “mi pueblo”, para que no se amotine, para que no proteste, para que no reclame, para que calle. Como en aquellos tiempos pasados: “Los esclavos no tienen derechos y los patricios viven con un lujo insultante”. Hoy día los esclavos son el pueblo, como en Cuba y los patricios de antes son los funcionarios públicos por ahora del régimen.

También apuntaban los romanos: "... para que un pueblo sea digno y dueño de su propio destino, debe ejercitar la virtud en grado sumo. Familia, trabajo, religión, orden y ley son las bases sustanciales y fundamentales de una sociedad libre y bien constituida". Pero aquí llevamos casi diez años, por ahora, de degradación constante. Hasta la cabeza del régimen masca coca en televisión, en el desayuno y todos los días, según sus propias palabras y gestos. ¿Qué queda para el resto de la población? ¡Tronco de ejemplo para las nuevas generaciones! ¡Y qué tranquilo este pueblo y las supuestas autoridades e instituciones que tiene!

Pan y Circo se considera, también, una voz latina peyorativa de uso actual que describe la práctica del presente régimen de gobierno para mantener tranquila a la población, dopada, y para ocultarle los hechos bochornosos y controvertidos de todos sus funcionarios. Provee a una pequeña parte del pueblo, a “sus” masas, del alimento “mercal” y/o “pdval”, etc., y “espectáculos públicos con renombrados intérpretes” pero de baja calidad y, sobre todo, con criterios de asistencia social. Y para que se acostumbren a las colas “tipo Cuba”. Sometimiento por hambre. Es así como trata de ocultar su inmensa incapacidad de gestión gubernamental, porque no soluciona ningún problema y empeora toda situación en donde se hace presente.

Pan y Circo se usa, también, para criticar a las personas y al pueblo que se deja engañar por el régimen de turno. Hoy no es ninguna novedad observar cuán aparentemente fácil ha sido engañar a parte importante del pueblo venezolano y del latinoamericano, a sus ciudadanos. Pero ya se nota algo terrorífico: sólo va quedando el circo sin el pan. Falta conocer cuánto tiempo más aguanta este supuesto pueblo, estas supuestas instituciones, estos supuestos líderes y estos supuestos militares.

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