Por José Brechner
La corrección política sigue arremetiendo con fuerza en la cultura occidental, tergiversando términos para definir sus desvaríos intelectuales y limitando el derecho a la libre expresión, acusando a quienes no comparten su incultura, de fóbicos, racistas, extremistas o intolerantes, cuando en realidad los fanáticos intolerantes son ellos.
Decir “homosexual” es casi mala palabra, hay que referirse a los “gay” que significa “divertido”. La condición, preferencia o desviación sexual de una persona no tiene nada que ver con ser divertido o no, porque divertidos también son los niños. ¿Los niños son gay? Si alguien se refiere a los homosexuales como homosexuales puede ser considerado homofóbico, nadie tiene derecho a simplemente dar una opinión utilizando los términos correctos del idioma.
El negro ya no es un color, es una herencia geográfica denominada “afroamericana”. ¿Qué son entonces los negros haitianos o los africanos blancos? Para compensar criterios con los negros que no gustan de llamarse negros, los blancos son denominados caucásicos, aunque 90 por ciento de los blancos no sepan dónde queda el Cáucaso. Los mestizos son “hispanos” o “latinos”, algo que no tiene nada que ver con el color de su piel, porque hispanos y latinos hay blancos, negros, amarillos y de todos los tonos. La definición racial no es usada por los políticamente correctos porque la consideran ofensiva, usan un término geográfico para designar un color.
Ser de izquierdas es aceptado con naturalidad, complacencia y hasta orgullo, no cuentan la despiadada represión y los colosales fracasos económicos de sus gobiernos. No se recuerdan los masivos crímenes cometidos por Stalin, Mao, Pol Pot o Fidel Castro. Tampoco se toma en cuenta los afanes monárquicos de Hugo Chávez, Evo Morales o los Kirchner, y las atrocidades que cometen los reyes, jeques y dictadores del Medio Oriente, amparados por la propaganda progresista. Los izquierdistas están reavivando los equívocos pensamientos de hace cien años, repitiendo la fraseología de la época, ya que su creatividad filosófica llegó al punto cero, y las ignorantes generaciones jóvenes se encandilan con sus clichés como si fuesen novedosos.
Para tener una idea del nivel de extremismo al que han llegado los progres, el Tribunal Constitucional Español emitió un decreto según el cual la negación del Holocausto no es un delito, sino una opinión. Bajo ese lineamiento, la Guerra Civil Española no existió, porque a mí no me da la gana. Es mi opinión. ETA nunca cometió ningún atentado terrorista, la Santa Inquisición es un mito, los conquistadores no mataron indígenas. ¿Qué es un Gulag? Hiroshima y Nagasaki son mentiras japonesas, los clérigos musulmanes son buenos tipos, Ajmadineyad no quiere destruir Israel con bombas nucleares, Colón no descubrió nada, el mundo es plano, y Zapatero, Chávez, Morales y Kirchner son grandes estadistas. Aldous Huxley decía: “Los hechos no dejan de existir porque éstos sean ignorados”.
Ser de derechas, por otra parte, sirve para ser identificado con Hitler, Franco, Mussolini, los dictadores militares latinoamericanos y cualquier represor que gobernó hace 30 o 60 años. En la lista no figuran políticos conservadores del calibre de Winston Churchill, Margaret Thatcher, Dwight Eisenhower, Richard Nixon, Ronald Reagan, Menahem Begin, y tantos otros que marcaron la diferencia, llevando a sus pueblos a la paz y el progreso, en democracia y libertad.
Primitivas culturas que lindan con el salvajismo, se volvieron de repente en poseedoras de innumerables conocimientos, dignos de ser aprendidos e imitados por las sociedades modernas. Según revelaciones del hechicero indígena y Ministro de Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca, las piedras tienen órganos sexuales.
La imbecilidad domina en el mundo. Estamos viviendo en plena era informática, pero la información publicada no es siempre verdadera, y la información equivocada no es un instrumento que lleve al esclarecimiento y el progreso sino, más bien, conduce en sentido contrario. La TV por cable y la Internet, son los medios de comunicación más extraordinarios que se hayan inventado, pero si vemos programas televisivos dirigidos por carismáticos y entretenidos descerebrados, o blogs creados por fanáticos extremistas, no son un camino hacia el avance cultural ni espiritual.
Los políticamente correctos son la especie humana más estúpida que ha parido la cultura occidental en muchos siglos, tal vez desde la decadencia greco-romana. Al imponer su irrestricta tolerancia sin códigos morales, están dando pié a que brillen los intolerantes a quienes aceptan incondicionalmente. Las virtudes no se encuentran en las puntas, sino en el equilibrio del medio que da la mesura y la sensatez. La aceptación sin discriminación de lo bueno y lo malo al mismo tiempo, está llevando al peligroso extremismo, del que los políticamente correctos son sus defensores, y serán sus víctimas.
La corrección política sigue arremetiendo con fuerza en la cultura occidental, tergiversando términos para definir sus desvaríos intelectuales y limitando el derecho a la libre expresión, acusando a quienes no comparten su incultura, de fóbicos, racistas, extremistas o intolerantes, cuando en realidad los fanáticos intolerantes son ellos.
Decir “homosexual” es casi mala palabra, hay que referirse a los “gay” que significa “divertido”. La condición, preferencia o desviación sexual de una persona no tiene nada que ver con ser divertido o no, porque divertidos también son los niños. ¿Los niños son gay? Si alguien se refiere a los homosexuales como homosexuales puede ser considerado homofóbico, nadie tiene derecho a simplemente dar una opinión utilizando los términos correctos del idioma.
El negro ya no es un color, es una herencia geográfica denominada “afroamericana”. ¿Qué son entonces los negros haitianos o los africanos blancos? Para compensar criterios con los negros que no gustan de llamarse negros, los blancos son denominados caucásicos, aunque 90 por ciento de los blancos no sepan dónde queda el Cáucaso. Los mestizos son “hispanos” o “latinos”, algo que no tiene nada que ver con el color de su piel, porque hispanos y latinos hay blancos, negros, amarillos y de todos los tonos. La definición racial no es usada por los políticamente correctos porque la consideran ofensiva, usan un término geográfico para designar un color.
Ser de izquierdas es aceptado con naturalidad, complacencia y hasta orgullo, no cuentan la despiadada represión y los colosales fracasos económicos de sus gobiernos. No se recuerdan los masivos crímenes cometidos por Stalin, Mao, Pol Pot o Fidel Castro. Tampoco se toma en cuenta los afanes monárquicos de Hugo Chávez, Evo Morales o los Kirchner, y las atrocidades que cometen los reyes, jeques y dictadores del Medio Oriente, amparados por la propaganda progresista. Los izquierdistas están reavivando los equívocos pensamientos de hace cien años, repitiendo la fraseología de la época, ya que su creatividad filosófica llegó al punto cero, y las ignorantes generaciones jóvenes se encandilan con sus clichés como si fuesen novedosos.
Para tener una idea del nivel de extremismo al que han llegado los progres, el Tribunal Constitucional Español emitió un decreto según el cual la negación del Holocausto no es un delito, sino una opinión. Bajo ese lineamiento, la Guerra Civil Española no existió, porque a mí no me da la gana. Es mi opinión. ETA nunca cometió ningún atentado terrorista, la Santa Inquisición es un mito, los conquistadores no mataron indígenas. ¿Qué es un Gulag? Hiroshima y Nagasaki son mentiras japonesas, los clérigos musulmanes son buenos tipos, Ajmadineyad no quiere destruir Israel con bombas nucleares, Colón no descubrió nada, el mundo es plano, y Zapatero, Chávez, Morales y Kirchner son grandes estadistas. Aldous Huxley decía: “Los hechos no dejan de existir porque éstos sean ignorados”.
Ser de derechas, por otra parte, sirve para ser identificado con Hitler, Franco, Mussolini, los dictadores militares latinoamericanos y cualquier represor que gobernó hace 30 o 60 años. En la lista no figuran políticos conservadores del calibre de Winston Churchill, Margaret Thatcher, Dwight Eisenhower, Richard Nixon, Ronald Reagan, Menahem Begin, y tantos otros que marcaron la diferencia, llevando a sus pueblos a la paz y el progreso, en democracia y libertad.
Primitivas culturas que lindan con el salvajismo, se volvieron de repente en poseedoras de innumerables conocimientos, dignos de ser aprendidos e imitados por las sociedades modernas. Según revelaciones del hechicero indígena y Ministro de Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca, las piedras tienen órganos sexuales.
La imbecilidad domina en el mundo. Estamos viviendo en plena era informática, pero la información publicada no es siempre verdadera, y la información equivocada no es un instrumento que lleve al esclarecimiento y el progreso sino, más bien, conduce en sentido contrario. La TV por cable y la Internet, son los medios de comunicación más extraordinarios que se hayan inventado, pero si vemos programas televisivos dirigidos por carismáticos y entretenidos descerebrados, o blogs creados por fanáticos extremistas, no son un camino hacia el avance cultural ni espiritual.
Los políticamente correctos son la especie humana más estúpida que ha parido la cultura occidental en muchos siglos, tal vez desde la decadencia greco-romana. Al imponer su irrestricta tolerancia sin códigos morales, están dando pié a que brillen los intolerantes a quienes aceptan incondicionalmente. Las virtudes no se encuentran en las puntas, sino en el equilibrio del medio que da la mesura y la sensatez. La aceptación sin discriminación de lo bueno y lo malo al mismo tiempo, está llevando al peligroso extremismo, del que los políticamente correctos son sus defensores, y serán sus víctimas.
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