Por José Alberto Medina Molero
De seguro a Jóvito Villalba se le recordará por haber sido el gran líder de los sucesos de comienzos de 1936, enarbolando las banderas del país civil, que comenzaría por vez primera a afirmarse en Venezuela.
Otro decantarán su remembranza hacia el hecho, de haber sido uno de los firmantes del fundamental Pacto de Punto Fijo; sin embargo cobra fuerza en estos instantes otra de las acciones de Villalba, de quien en marzo próximo estaremos celebrando 100 años de su natalicio, en las tierras risueñas y cálidas del espejeante Pampatar. Hacemos referencia a las elecciones celebradas en 1952, con motivo de la selección de los diputados que conformarían la Asamblea Constituyente.
Para los comicios de Noviembre de 1952, la tradicional agudeza de Rómulo Betancourt no atinó a interpretar el momento político, y giró instrucciones para que la militancia de AD se abstuviese. Villalba por su parte, vislumbró un camino y decidió participar con URD. La población que pareciera (en ocasiones) tener una intuición más allá de todo elogio decidió secundar a Jóvito, quién con su partido ganó holgadamente la consulta. Embriagado con la victoria, el líder margariteño no acierta a comprender que, el régimen Perejimenista no aceptaría la derrota. Éste, en un rapto de autoritarismo, donde las pocas caretas democráticas cayeron al tropel, desconoce el triunfo opositor. Se expulsa a Villalba del país y comienza por la calle del medio la profundización de la dictadura.
El aporte de Jóvito Villalba a la historia fue el de participar, desenmascarar, colocar la piedra fundacional del 23 de enero. Un precedente, un ejemplo. Una apuesta democrática.
De seguro a Jóvito Villalba se le recordará por haber sido el gran líder de los sucesos de comienzos de 1936, enarbolando las banderas del país civil, que comenzaría por vez primera a afirmarse en Venezuela.
Otro decantarán su remembranza hacia el hecho, de haber sido uno de los firmantes del fundamental Pacto de Punto Fijo; sin embargo cobra fuerza en estos instantes otra de las acciones de Villalba, de quien en marzo próximo estaremos celebrando 100 años de su natalicio, en las tierras risueñas y cálidas del espejeante Pampatar. Hacemos referencia a las elecciones celebradas en 1952, con motivo de la selección de los diputados que conformarían la Asamblea Constituyente.
Para los comicios de Noviembre de 1952, la tradicional agudeza de Rómulo Betancourt no atinó a interpretar el momento político, y giró instrucciones para que la militancia de AD se abstuviese. Villalba por su parte, vislumbró un camino y decidió participar con URD. La población que pareciera (en ocasiones) tener una intuición más allá de todo elogio decidió secundar a Jóvito, quién con su partido ganó holgadamente la consulta. Embriagado con la victoria, el líder margariteño no acierta a comprender que, el régimen Perejimenista no aceptaría la derrota. Éste, en un rapto de autoritarismo, donde las pocas caretas democráticas cayeron al tropel, desconoce el triunfo opositor. Se expulsa a Villalba del país y comienza por la calle del medio la profundización de la dictadura.
El aporte de Jóvito Villalba a la historia fue el de participar, desenmascarar, colocar la piedra fundacional del 23 de enero. Un precedente, un ejemplo. Una apuesta democrática.
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