Por José Brechner
Mientras Tony Blair, Ehud Olmert y George Bush buscan establecer una paz duradera con los palestinos conformando un estado aledaño a Israel, los grupos sionistas cristianos no ven la solución planteada como una salida atinada al conflicto.
Michelle Stephens, una de los 50 millones de cristianos evangélicos norteamericanos, dijo:”No creo que Israel deba ceder ningún pedazo de su tierra, creo que ya cedieron demasiado”. Comparó la presión que ejercen sobre Israel, como si alguien fuera a los Estados Unidos a decirles que entreguen California a los mexicanos. Stephens viajó con su esposo Greg a Washington, D.C., a mediados de Julio a reunirse con 5.000 correligionarios para atender una conferencia llamada Cristianos Unidos por Israel. El Pastor Greg Stephens dijo que el grupo no está interesado en decirle a Israel lo que tiene que hacer, pero sin duda tiene algunas palabras para el Presidente Bush y el Congreso Estadounidense. “Nuestra posición es: no den un centímetro cuadrado… El gobierno israelí es soberano y lo que ellos elijan hacer concerniente a tierra por paz, tienen el derecho de hacerlo… Voy a presionar a mi representante en el congreso y si apoya la partición será su último periodo”.
La firmeza de convicción podría venir de 2.000 años de pasado común entre cristianos y judíos o podría ser el subproducto del infatigable trabajo que realiza el Pastor John Hagee, al frente de la Cornerstone Church de San Antonio, Texas, que cuenta con 19.000 feligreses y brinda soporte a Israel desde hace 26 años. Desde que Ajmadineyad anunció en Febrero de 2006 su deseo de borrar a Israel del mapa, Hagee volvió a movilizarse activamente uniendo a 400 líderes evangelistas para formar CUFI (Christians United for Israel). Hagee apoyó la destrucción en 1981, por las Fuerzas de Defensa de Israel, del reactor nuclear que los franceses construían para Saddam Hussein en Irak, y recalcó que la historia demuestra concluyentemente que Israel tenía razón.
Los puntos salientes de la retórica de CUFI son los siguientes: No presionen a Israel para dar más tierras a cambio de paz. No dividan Jerusalén. Muevan la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Saquen a Jizbalá. Detengan el plan nuclear iraní y no salgan prematuramente de Irak. Hagee dijo: “Si dejamos Irak, Irán llenará ese vacío y tendrá 40 por ciento del petróleo del Medio Oriente con el que desarrollará más terrorismo, más armas nucleares”. La Pastora Caroline Aycock de Texas dijo: “Israel es la única democracia del Medio Oriente, y nosotros estamos gastando millones y millardos de dólares para hacer un Irak libre. Israel ya es libre de manera que debemos ayudarlos a ellos”. Los miembros del CUFI no apoyan a ninguna tienda política y consideran que la seguridad de Israel y los Estados Unidos está más allá de lineamientos partidarios. “Somos rojo, blanco y azul, y si amas a Israel, si amas a los Estados Unidos, estamos contigo”. Greg Stephens agregó: “No somos incitadores de la guerra, pero la Biblia nos dice que hay un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Entonces, una vez más, lo que hacemos es volver a nuestras sagradas escrituras. Nosotros fuimos atacados, Israel es atacado todos los días. Tenemos el derecho de defendernos”.
La lucidez de los cristianos sionistas, destella ante el ofuscamiento de aquellos que creen que puede haber un diálogo constructivo con los palestinos. Ningún acuerdo firmado por Majmoud Abbas tendrá valor para los extremistas, que son mayoría. Cualquier territorio que se entregue o cesión política que se haga nunca los dejará satisfechos. Está demostrado históricamente, que siempre encontrarán una nueva excusa para mantener la discrepancia y continuar su misión sagrada de acabar con la civilización judeocristiana, de la que Israel es su bastión. La Conferencia de Annapolis es una trampa peligrosa, que sentará funestos precedentes. Saeb Erekat ya advirtió que no reconocerá ningún Estado Judío. Peor aún es considerar volver a las fronteras de 1967 y dividir Jerusalén. Annapolis se perfila como una falsa y temporaria victoria diplomática para la administración Bush, que quiere terminar su mandato con algún logro de magnitud, frente al deterioro de su popularidad, instigado por el insidioso pacifismo de los demócratas populistas.
Mientras Tony Blair, Ehud Olmert y George Bush buscan establecer una paz duradera con los palestinos conformando un estado aledaño a Israel, los grupos sionistas cristianos no ven la solución planteada como una salida atinada al conflicto.
Michelle Stephens, una de los 50 millones de cristianos evangélicos norteamericanos, dijo:”No creo que Israel deba ceder ningún pedazo de su tierra, creo que ya cedieron demasiado”. Comparó la presión que ejercen sobre Israel, como si alguien fuera a los Estados Unidos a decirles que entreguen California a los mexicanos. Stephens viajó con su esposo Greg a Washington, D.C., a mediados de Julio a reunirse con 5.000 correligionarios para atender una conferencia llamada Cristianos Unidos por Israel. El Pastor Greg Stephens dijo que el grupo no está interesado en decirle a Israel lo que tiene que hacer, pero sin duda tiene algunas palabras para el Presidente Bush y el Congreso Estadounidense. “Nuestra posición es: no den un centímetro cuadrado… El gobierno israelí es soberano y lo que ellos elijan hacer concerniente a tierra por paz, tienen el derecho de hacerlo… Voy a presionar a mi representante en el congreso y si apoya la partición será su último periodo”.
La firmeza de convicción podría venir de 2.000 años de pasado común entre cristianos y judíos o podría ser el subproducto del infatigable trabajo que realiza el Pastor John Hagee, al frente de la Cornerstone Church de San Antonio, Texas, que cuenta con 19.000 feligreses y brinda soporte a Israel desde hace 26 años. Desde que Ajmadineyad anunció en Febrero de 2006 su deseo de borrar a Israel del mapa, Hagee volvió a movilizarse activamente uniendo a 400 líderes evangelistas para formar CUFI (Christians United for Israel). Hagee apoyó la destrucción en 1981, por las Fuerzas de Defensa de Israel, del reactor nuclear que los franceses construían para Saddam Hussein en Irak, y recalcó que la historia demuestra concluyentemente que Israel tenía razón.
Los puntos salientes de la retórica de CUFI son los siguientes: No presionen a Israel para dar más tierras a cambio de paz. No dividan Jerusalén. Muevan la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Saquen a Jizbalá. Detengan el plan nuclear iraní y no salgan prematuramente de Irak. Hagee dijo: “Si dejamos Irak, Irán llenará ese vacío y tendrá 40 por ciento del petróleo del Medio Oriente con el que desarrollará más terrorismo, más armas nucleares”. La Pastora Caroline Aycock de Texas dijo: “Israel es la única democracia del Medio Oriente, y nosotros estamos gastando millones y millardos de dólares para hacer un Irak libre. Israel ya es libre de manera que debemos ayudarlos a ellos”. Los miembros del CUFI no apoyan a ninguna tienda política y consideran que la seguridad de Israel y los Estados Unidos está más allá de lineamientos partidarios. “Somos rojo, blanco y azul, y si amas a Israel, si amas a los Estados Unidos, estamos contigo”. Greg Stephens agregó: “No somos incitadores de la guerra, pero la Biblia nos dice que hay un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Entonces, una vez más, lo que hacemos es volver a nuestras sagradas escrituras. Nosotros fuimos atacados, Israel es atacado todos los días. Tenemos el derecho de defendernos”.
La lucidez de los cristianos sionistas, destella ante el ofuscamiento de aquellos que creen que puede haber un diálogo constructivo con los palestinos. Ningún acuerdo firmado por Majmoud Abbas tendrá valor para los extremistas, que son mayoría. Cualquier territorio que se entregue o cesión política que se haga nunca los dejará satisfechos. Está demostrado históricamente, que siempre encontrarán una nueva excusa para mantener la discrepancia y continuar su misión sagrada de acabar con la civilización judeocristiana, de la que Israel es su bastión. La Conferencia de Annapolis es una trampa peligrosa, que sentará funestos precedentes. Saeb Erekat ya advirtió que no reconocerá ningún Estado Judío. Peor aún es considerar volver a las fronteras de 1967 y dividir Jerusalén. Annapolis se perfila como una falsa y temporaria victoria diplomática para la administración Bush, que quiere terminar su mandato con algún logro de magnitud, frente al deterioro de su popularidad, instigado por el insidioso pacifismo de los demócratas populistas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Exprésate libremente.
En este blog no se permiten comentarios de personas anónimas.