Por Teódulo López Meléndez
“Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría”, habría que recordarles con Sun Tzu a quienes se lanzan a hacer preguntas y especulaciones arriesgadas sobre Raúl Isaías Baduel. Tal vez habría que adicionar la distinción del estratega chino entre el hombre prudente y el ignorante.
El gobierno de Venezuela va dejando lentamente de serlo. Ya no transmite siquiera la imagen de serlo. Lo que –recordemos aquello de que la mujer del César no sólo debe ser honesta sino parecerlo- indica un desarropaje de las vestimentas de gobierno. Ya no asemeja a uno, sino a una camarilla usurpadora. Ya parece más bien un pequeño ejército de ocupación que recurre a cualquier exceso para mantener bajo su control la fortaleza provisionalmente ocupada. La vestimenta de rojo de sus “soldados” (llámense escuadrones paramilitares de motorizados o “batazos”) indica –contrariamente a lo que antes significaba en cuanto a apoyo irrestricto- la transmutación del otrora gobierno en una facción. El país lentamente deja de tener gobierno. Si un país deja de tener gobierno, significa que no hay gobierno. Los que mantienen lealtad lo hacen a una facción, no a un gobierno. Sin embargo, la falta de gobierno (gobierno no es equivalente al uso brutal de la fuerza) abre las espitas a la anarquía y tienta a los extremistas de signo contrario.
El tiempo, así a secas, aún no es manipulable por el hombre, pero el tiempo político sí. Y ese tiempo se acorta o se estira. Los acontecimientos se retardan o se apresuran. Si bien tienen su propia dinámica podemos intervenirlos. Si los intervenimos es a nuestro favor, a favor de nuestra causa. Los desesperados y los extremistas son, en el fondo, enfermos. La decisión no debe confundirse con pérdida de los estribos. El que pierde los estribos se cae del caballo, a menos que sea un jinete cosaco que se haya pasado toda la vida cabalgando. No se trata de ser cosaco, se trata de cabalgar en orden.
La impaciencia en política equivale a desorden. Y a error. Los pueblos desesperados tienden a oír al que más grita, al que pronuncia frases lapidarias, al que propone las acciones descabelladas. Ese los conduce al no retorno. Las sabias enseñanzas de Sun Tzu deben ser recordadas, entre las cuales cabe mencionar que al ejército enemigo hay que dejarle una vía de escape, porque de lo contrario, si no la tiene, luchará hasta la muerte. Y la otra sobre la escogencia del momento. Y aquélla sobre no atacar desesperadamente.
Los estudiantes han ido en perfecto orden en lo que se refiere a sus peticiones y planteamientos. Ahora han agotado el último escalón de esta etapa, el de la solicitud de aplazamiento. Todo para que los idiotas que no faltan escriban que todo aquel que lo pide está financiado por el régimen. Dejando a los estúpidos de lado, el mitin del pasado sábado fue un ejemplo extraordinario de convergencia entre el movimiento estudiantil y los partidos políticos del bloque del “NO”, reflejado en el acto conjunto donde sólo hablaron los jóvenes. El dirigente estudiantil de la UCAB Freddy Guevara dio una lección al llamar a la política y con todo derecho vistió la franela de “Un nuevo tiempo”. El mensaje está claro, vamos todos a votar, los jóvenes reivindican la política, hablan de partidos amplios al servicio de la nación, convergen en un gran movimiento unitario y, sobre todo, aíslan a los extremistas. Fue un “NO” rotundo, en todos los sentidos.
A este gobierno que se diluye para pasar a ser una facción de ocupación temporal –por obra y gracia de sus propias torpezas, de las profusas manifestaciones estudiantiles y de un sector que parece despertar- sólo le queda huir hacia delante, porque no sabe –a pesar de las continuas marchas atrás del líder máximo- salir de la táctica y refugiarse en la estrategia. Un buen ejemplo de medición del tiempo lo dio “Podemos”, avanzando paso a paso. Un buen ejemplo de medición del tiempo la dio Raúl Isaías Baduel; y el general la sigue dando. El gobierno, en cambio, no se da cuenta –sólo para poner un ejemplo- que esos desfiles rojos que se hicieron en Valencia y Maracay dan la impresión de un caudillo típico del siglo XIX que avanza hacia Caracas con su montonera. En otras palabras, ha perdido la noción de ser gobierno y la ha perdido porque está dejando de serlo para pasar a ser exactamente eso, una montonera. Y porque no tiene a Caracas; en consecuencia se plantea reconquistarla, olvidando que la capital ya no marchará a Valencia a dar la bienvenida al caudillo alzado, por la sencilla razón de que este es el siglo XXI y la capital toma conciencia de que no tiene gobierno. La facción no escuchó el mensaje que yo había solicitado y que fue dado.
Las consecuencias son impredecibles, a menos que tengamos el talento de organizarlas, porque las consecuencias imprevistas, en buena medida, son obra de las omisiones y errores. Si se mantienen impredecibles estaremos expuestos a los azares del destino. Aún ante los azares del destino podremos enfrentar la calma fría de quien reacciona con la inteligencia y habilidad de un buen estratega. La política no es una actividad para improvisados o gritones, algunos de los cuales sueñan con llegar primero a Miraflores. Hay que ser tranquilo y sereno, aún en las circunstancias más difíciles; hay que ser ponderado y cabeza fría hasta cuando se esté ejecutando un acto de suprema valentía; hay que mantener la calma hasta cuando se esté ejecutando la maniobra más arriesgada; hay que mantener la serenidad aún cuando el caos nos orbite.
El gobierno, desdibujado, impreciso, borroso, se debate en los saltos del ahogado. Se manifiesta en la Asamblea Nacional –en qué otro sitio podía ser- con diputados agrediendo a la universidad y con pretensiones de tomarla por la fuerza y con diputados que quieren atacar un canal de televisión. O esa sesión para que los hijitos de mami-papi Chávez explicaran como esos malvados estudiantes los habían atacado. Falta de aire, desesperación, consternación, desmoralización. El gobierno va siendo cada día más una abstracción que una existencia. Las mentiras perversas de los voceros oficiales son la manifestación patética del ahogo. El animal herido es extremadamente peligroso. Atacará sin importarle apariencias o condenas. Tratará de llevarse por delante a todo el que se le atraviese. El animal herido sabe que no podrá vivir sin sus querencias, sin los oropeles del poder de sus cotos de caza y de los territorios de su depredación.
Esta abstracción –que conserva, por ahora, y todavía- la apariencia de facción ocupante, se quedará en el delirio diurno. La sordera no escuchó el mensaje, escuchará los pasos pendientes, los que vienen del campo del socialismo democrático.
“Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría”, habría que recordarles con Sun Tzu a quienes se lanzan a hacer preguntas y especulaciones arriesgadas sobre Raúl Isaías Baduel. Tal vez habría que adicionar la distinción del estratega chino entre el hombre prudente y el ignorante.
El gobierno de Venezuela va dejando lentamente de serlo. Ya no transmite siquiera la imagen de serlo. Lo que –recordemos aquello de que la mujer del César no sólo debe ser honesta sino parecerlo- indica un desarropaje de las vestimentas de gobierno. Ya no asemeja a uno, sino a una camarilla usurpadora. Ya parece más bien un pequeño ejército de ocupación que recurre a cualquier exceso para mantener bajo su control la fortaleza provisionalmente ocupada. La vestimenta de rojo de sus “soldados” (llámense escuadrones paramilitares de motorizados o “batazos”) indica –contrariamente a lo que antes significaba en cuanto a apoyo irrestricto- la transmutación del otrora gobierno en una facción. El país lentamente deja de tener gobierno. Si un país deja de tener gobierno, significa que no hay gobierno. Los que mantienen lealtad lo hacen a una facción, no a un gobierno. Sin embargo, la falta de gobierno (gobierno no es equivalente al uso brutal de la fuerza) abre las espitas a la anarquía y tienta a los extremistas de signo contrario.
El tiempo, así a secas, aún no es manipulable por el hombre, pero el tiempo político sí. Y ese tiempo se acorta o se estira. Los acontecimientos se retardan o se apresuran. Si bien tienen su propia dinámica podemos intervenirlos. Si los intervenimos es a nuestro favor, a favor de nuestra causa. Los desesperados y los extremistas son, en el fondo, enfermos. La decisión no debe confundirse con pérdida de los estribos. El que pierde los estribos se cae del caballo, a menos que sea un jinete cosaco que se haya pasado toda la vida cabalgando. No se trata de ser cosaco, se trata de cabalgar en orden.
La impaciencia en política equivale a desorden. Y a error. Los pueblos desesperados tienden a oír al que más grita, al que pronuncia frases lapidarias, al que propone las acciones descabelladas. Ese los conduce al no retorno. Las sabias enseñanzas de Sun Tzu deben ser recordadas, entre las cuales cabe mencionar que al ejército enemigo hay que dejarle una vía de escape, porque de lo contrario, si no la tiene, luchará hasta la muerte. Y la otra sobre la escogencia del momento. Y aquélla sobre no atacar desesperadamente.
Los estudiantes han ido en perfecto orden en lo que se refiere a sus peticiones y planteamientos. Ahora han agotado el último escalón de esta etapa, el de la solicitud de aplazamiento. Todo para que los idiotas que no faltan escriban que todo aquel que lo pide está financiado por el régimen. Dejando a los estúpidos de lado, el mitin del pasado sábado fue un ejemplo extraordinario de convergencia entre el movimiento estudiantil y los partidos políticos del bloque del “NO”, reflejado en el acto conjunto donde sólo hablaron los jóvenes. El dirigente estudiantil de la UCAB Freddy Guevara dio una lección al llamar a la política y con todo derecho vistió la franela de “Un nuevo tiempo”. El mensaje está claro, vamos todos a votar, los jóvenes reivindican la política, hablan de partidos amplios al servicio de la nación, convergen en un gran movimiento unitario y, sobre todo, aíslan a los extremistas. Fue un “NO” rotundo, en todos los sentidos.
A este gobierno que se diluye para pasar a ser una facción de ocupación temporal –por obra y gracia de sus propias torpezas, de las profusas manifestaciones estudiantiles y de un sector que parece despertar- sólo le queda huir hacia delante, porque no sabe –a pesar de las continuas marchas atrás del líder máximo- salir de la táctica y refugiarse en la estrategia. Un buen ejemplo de medición del tiempo lo dio “Podemos”, avanzando paso a paso. Un buen ejemplo de medición del tiempo la dio Raúl Isaías Baduel; y el general la sigue dando. El gobierno, en cambio, no se da cuenta –sólo para poner un ejemplo- que esos desfiles rojos que se hicieron en Valencia y Maracay dan la impresión de un caudillo típico del siglo XIX que avanza hacia Caracas con su montonera. En otras palabras, ha perdido la noción de ser gobierno y la ha perdido porque está dejando de serlo para pasar a ser exactamente eso, una montonera. Y porque no tiene a Caracas; en consecuencia se plantea reconquistarla, olvidando que la capital ya no marchará a Valencia a dar la bienvenida al caudillo alzado, por la sencilla razón de que este es el siglo XXI y la capital toma conciencia de que no tiene gobierno. La facción no escuchó el mensaje que yo había solicitado y que fue dado.
Las consecuencias son impredecibles, a menos que tengamos el talento de organizarlas, porque las consecuencias imprevistas, en buena medida, son obra de las omisiones y errores. Si se mantienen impredecibles estaremos expuestos a los azares del destino. Aún ante los azares del destino podremos enfrentar la calma fría de quien reacciona con la inteligencia y habilidad de un buen estratega. La política no es una actividad para improvisados o gritones, algunos de los cuales sueñan con llegar primero a Miraflores. Hay que ser tranquilo y sereno, aún en las circunstancias más difíciles; hay que ser ponderado y cabeza fría hasta cuando se esté ejecutando un acto de suprema valentía; hay que mantener la calma hasta cuando se esté ejecutando la maniobra más arriesgada; hay que mantener la serenidad aún cuando el caos nos orbite.
El gobierno, desdibujado, impreciso, borroso, se debate en los saltos del ahogado. Se manifiesta en la Asamblea Nacional –en qué otro sitio podía ser- con diputados agrediendo a la universidad y con pretensiones de tomarla por la fuerza y con diputados que quieren atacar un canal de televisión. O esa sesión para que los hijitos de mami-papi Chávez explicaran como esos malvados estudiantes los habían atacado. Falta de aire, desesperación, consternación, desmoralización. El gobierno va siendo cada día más una abstracción que una existencia. Las mentiras perversas de los voceros oficiales son la manifestación patética del ahogo. El animal herido es extremadamente peligroso. Atacará sin importarle apariencias o condenas. Tratará de llevarse por delante a todo el que se le atraviese. El animal herido sabe que no podrá vivir sin sus querencias, sin los oropeles del poder de sus cotos de caza y de los territorios de su depredación.
Esta abstracción –que conserva, por ahora, y todavía- la apariencia de facción ocupante, se quedará en el delirio diurno. La sordera no escuchó el mensaje, escuchará los pasos pendientes, los que vienen del campo del socialismo democrático.
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