Por Diana Duque Gómez
Hoy la humanidad está viviendo una guerra irregular mundial, una guerra ideológica a muerte contra la libertad individual y sus consecuencias naturales la libertad económica y la propiedad privada no monopolista, con la coartada falaz de la “justicia social”.
La ideología de la “justicia social” es el totalitarismo de “izquierda” el cual se fundamenta en el estalinismo, una concepción estatista surgida de la hermenéutica marxista que se cubre y se actualiza con variados ropajes que van desde el comunismo o socialismo pasando por la socialdemocracia, la Teología de la Liberación o estalinismo-cristiano, la “izquierda democrática”, el socialismo bolivariano, el socialismo del siglo XXI, entre otros, hasta el llamado “Estado social de derecho”.
Sobre estas formas de esclavismo o estatismo “social” Jean Francois Revel anota: “Los partidarios del Estado máximo justifican a menudo su preferencia únicamente por la preocupación de la equidad social. Sólo la intervención estatal sería capaz, según ellos, de corregir las injusticias del mercado y luchar contra la pobreza. Lo prodigioso de ese razonamiento es que se continúe manteniendo cuando la experiencia concreta lo ha refutado tan masivamente. Toda la historia del siglo XX lo demuestra: cuanto más se apodera el Estado de la sociedad, más crecen el hambre y la miseria, las desigualdades y las ilegalidades, las violaciones de los derechos del hombre y la represión policíaca, el bandidismo de Estado y el mercado negro, el enriquecimiento de los dirigentes y el empobrecimiento de los gobernados”(1).
Para aniquilar la libertad individual el totalitarismo de “izquierda” o de “derecha” necesita tener el poder del Estado para desde allí, con el monopolio de la fuerza y de la coacción, ejercer unos controles sociales y económicos absolutos. Por eso todas las formas de totalitarismo son rabiosamente estatistas y sacralizan al Estado por encima de todo. El pensador liberal Ludwig von Mises puntualiza: “El totalitarismo es la subordinación de la vida entera de cada individuo, de su trabajo y de su ocio, a las órdenes de quienes ocupan el poder... El totalitarismo mantiene al individuo sujeto de la rienda desde la matriz hasta la tumba... El Estado determina su trabajo, su dieta y sus placeres. El Estado le dice qué tiene que pensar y en qué tiene que creer”(2).
La herramienta esencial del totalitarismo de “izquierda” para conquistar el poder del Estado es la guerra irregular. Esta guerra no tiene limitaciones y utiliza la táctica de la combinación de todas las formas de lucha, legales e ilegales, que van desde el terrorismo hasta la “defensa” de los derechos humanos y el “pacifismo”; desde la guerra de guerrillas hasta el “ecologismo” y la participación electoral, etc.
En la actualidad, además de la monstruosa ofensiva terrorista del totalitarismo islámico, del expansionismo económico del totalitarismo chino y de la carrera armamentista del neoestalinismo ruso, la guerra irregular del totalitarismo de “izquierda” está avanzando y obteniendo grandes triunfos en América Latina. Así lo constatan, por ejemplo, la guerra irregular liberticida sostenida por la “izquierda” en Colombia y el acceso al poder por vía electoral y en nombre de la “justicia social” de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, “Lula” da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vásquez en Uruguay, los exmilitantes del desaparecido grupo terrorista Montoneros los esposos Kirchner en Argentina (3), el exguerrillero sandinista Daniel Ortega en Nicaragua y Álvaro Colom, quien fue el candidato presidencial de la exguerrilla URNG, en Guatemala.
De otro lado, una de las mejores cartas del proyecto liberticida es el poderoso y siniestro Foro Social Mundial (FSM), una internacional totalitaria de “izquierda” nacida en Porto Alegre, Brasil, en 2001, que aglutina todos los partidos y organizaciones neoestalinistas del planeta; en síntesis, una nueva Komintern. Por ejemplo, en el Foro Social Mundial participa la Coordinadora Continental Bolivariana (CCP), uno de cuyos presidentes honorarios es alias Manuel Marulanda Vélez, ‘Tirofijo’ (4), máximo cabecilla de las FARC, principal aparato armado de la “izquierda” colombiana. La CCP tiene como uno de sus propósitos fundamentales “continuar con la movilización que fortalezca y amplíe cada vez más la organización y la coordinación de todas las formas de lucha” de sus correligionarios en América Latina y el Caribe inspirados en los ejemplos de la “revolución” bolivariana castrista de Chávez y la “revolución” estalinista de Fidel Castro (5).
Antes de tomarse el poder, la mayor parte de los autores intelectuales de la guerra irregular subversiva de “izquierda” se encuentra en la legalidad. En la legalidad también están muchos militantes y amigos de la subversión en tareas políticas, financieras, gerenciales, judiciales, legislativas, de penetración gubernamental, partidistas, electorales, sindicales, periodísticas, académicas, escolares, médicas, de avituallamiento y pertrechamiento, etc., etc. Es decir, en la legalidad se encuentra la principal base estratégica y logística de la subversión totalitaria de “izquierda” en todo el mundo. Las guerrillas sólo son parte de esa guerra irregular liberticida que se libra en todos los escenarios posibles. Colombia es un buen ejemplo.
Mientras esa base estratégica fundamental en la legalidad no sea desenmascarada y destruida, esta guerra irregular mundial jamás podrá ser ganada y, por ende, la libertad individual será aniquilada.
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Notas:
1. Jean Francois Revel, El renacimiento democrático. Plaza&Janés, Cambio 16, Barcelona, 1992, pág. 49.
2. Ludwig von Mises, Burocracia. Unión Editorial, Madrid, 1974, págs. 32 y 33.
3. Juan Gasparini, “Kirchner y la tercera batalla de los montoneros”, en: www.sudnordnews.org
4. www.analitica.com
5. www.apiavirtual.com
Hoy la humanidad está viviendo una guerra irregular mundial, una guerra ideológica a muerte contra la libertad individual y sus consecuencias naturales la libertad económica y la propiedad privada no monopolista, con la coartada falaz de la “justicia social”.
La ideología de la “justicia social” es el totalitarismo de “izquierda” el cual se fundamenta en el estalinismo, una concepción estatista surgida de la hermenéutica marxista que se cubre y se actualiza con variados ropajes que van desde el comunismo o socialismo pasando por la socialdemocracia, la Teología de la Liberación o estalinismo-cristiano, la “izquierda democrática”, el socialismo bolivariano, el socialismo del siglo XXI, entre otros, hasta el llamado “Estado social de derecho”.
Sobre estas formas de esclavismo o estatismo “social” Jean Francois Revel anota: “Los partidarios del Estado máximo justifican a menudo su preferencia únicamente por la preocupación de la equidad social. Sólo la intervención estatal sería capaz, según ellos, de corregir las injusticias del mercado y luchar contra la pobreza. Lo prodigioso de ese razonamiento es que se continúe manteniendo cuando la experiencia concreta lo ha refutado tan masivamente. Toda la historia del siglo XX lo demuestra: cuanto más se apodera el Estado de la sociedad, más crecen el hambre y la miseria, las desigualdades y las ilegalidades, las violaciones de los derechos del hombre y la represión policíaca, el bandidismo de Estado y el mercado negro, el enriquecimiento de los dirigentes y el empobrecimiento de los gobernados”(1).
Para aniquilar la libertad individual el totalitarismo de “izquierda” o de “derecha” necesita tener el poder del Estado para desde allí, con el monopolio de la fuerza y de la coacción, ejercer unos controles sociales y económicos absolutos. Por eso todas las formas de totalitarismo son rabiosamente estatistas y sacralizan al Estado por encima de todo. El pensador liberal Ludwig von Mises puntualiza: “El totalitarismo es la subordinación de la vida entera de cada individuo, de su trabajo y de su ocio, a las órdenes de quienes ocupan el poder... El totalitarismo mantiene al individuo sujeto de la rienda desde la matriz hasta la tumba... El Estado determina su trabajo, su dieta y sus placeres. El Estado le dice qué tiene que pensar y en qué tiene que creer”(2).
La herramienta esencial del totalitarismo de “izquierda” para conquistar el poder del Estado es la guerra irregular. Esta guerra no tiene limitaciones y utiliza la táctica de la combinación de todas las formas de lucha, legales e ilegales, que van desde el terrorismo hasta la “defensa” de los derechos humanos y el “pacifismo”; desde la guerra de guerrillas hasta el “ecologismo” y la participación electoral, etc.
En la actualidad, además de la monstruosa ofensiva terrorista del totalitarismo islámico, del expansionismo económico del totalitarismo chino y de la carrera armamentista del neoestalinismo ruso, la guerra irregular del totalitarismo de “izquierda” está avanzando y obteniendo grandes triunfos en América Latina. Así lo constatan, por ejemplo, la guerra irregular liberticida sostenida por la “izquierda” en Colombia y el acceso al poder por vía electoral y en nombre de la “justicia social” de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, “Lula” da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vásquez en Uruguay, los exmilitantes del desaparecido grupo terrorista Montoneros los esposos Kirchner en Argentina (3), el exguerrillero sandinista Daniel Ortega en Nicaragua y Álvaro Colom, quien fue el candidato presidencial de la exguerrilla URNG, en Guatemala.
De otro lado, una de las mejores cartas del proyecto liberticida es el poderoso y siniestro Foro Social Mundial (FSM), una internacional totalitaria de “izquierda” nacida en Porto Alegre, Brasil, en 2001, que aglutina todos los partidos y organizaciones neoestalinistas del planeta; en síntesis, una nueva Komintern. Por ejemplo, en el Foro Social Mundial participa la Coordinadora Continental Bolivariana (CCP), uno de cuyos presidentes honorarios es alias Manuel Marulanda Vélez, ‘Tirofijo’ (4), máximo cabecilla de las FARC, principal aparato armado de la “izquierda” colombiana. La CCP tiene como uno de sus propósitos fundamentales “continuar con la movilización que fortalezca y amplíe cada vez más la organización y la coordinación de todas las formas de lucha” de sus correligionarios en América Latina y el Caribe inspirados en los ejemplos de la “revolución” bolivariana castrista de Chávez y la “revolución” estalinista de Fidel Castro (5).
Antes de tomarse el poder, la mayor parte de los autores intelectuales de la guerra irregular subversiva de “izquierda” se encuentra en la legalidad. En la legalidad también están muchos militantes y amigos de la subversión en tareas políticas, financieras, gerenciales, judiciales, legislativas, de penetración gubernamental, partidistas, electorales, sindicales, periodísticas, académicas, escolares, médicas, de avituallamiento y pertrechamiento, etc., etc. Es decir, en la legalidad se encuentra la principal base estratégica y logística de la subversión totalitaria de “izquierda” en todo el mundo. Las guerrillas sólo son parte de esa guerra irregular liberticida que se libra en todos los escenarios posibles. Colombia es un buen ejemplo.
Mientras esa base estratégica fundamental en la legalidad no sea desenmascarada y destruida, esta guerra irregular mundial jamás podrá ser ganada y, por ende, la libertad individual será aniquilada.
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Notas:
1. Jean Francois Revel, El renacimiento democrático. Plaza&Janés, Cambio 16, Barcelona, 1992, pág. 49.
2. Ludwig von Mises, Burocracia. Unión Editorial, Madrid, 1974, págs. 32 y 33.
3. Juan Gasparini, “Kirchner y la tercera batalla de los montoneros”, en: www.sudnordnews.org
4. www.analitica.com
5. www.apiavirtual.com
Cortesía de Benito Quintero
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