Por Alberto Baumeister Toledo
En la pasada Semana Santa, se me vinieron a la mente unas reflexiones interesantes en torno a lo que nos viene acaeciendo, esas meditaciones suelen acompañarnos en esos tiempos que comprometen nuestro espíritu para volvernos escéptico a cuanto cuento y mentira procuran difundir quienes apoyan las ideas socialistas, las guerrillas y los modos violentos de irrumpir en sociedad, o que uno como que se pone más escéptico cuando analiza ciertos problemas graves que acogotan a nuestro continente, en esos momentos de solaz y tranquilidad cristiana.
Me dejaron atónito los cómicos comentarios de familiares de mexicanos, indiscutiblemente manejados por los socialistas en torno a lo que ahora se denominará la masacre de estudiantes mexicanos provocada por el gobierno colombiano, y en lenguaje un poco mas rudimentario, el peine para el presidente Calderón, con el objeto de comprometerlo en la campaña que procura justificar, bendecir, tolerar y aceptar las guerrillas.
En torno a este problema realmente México debe y tiene que tener extremo cuidado, pues en su grata tierra, desde hace ya mucho hay en gestación y ejercicio un serio problema guerrillero. Nada de raro tiene el complot, pues en efecto, como muchas otras cosas ocurren en esa gran nación del Norte (siempre he sostenido que no por su ubicación geográfica, pero si por la influencia decidida del norte en su acontecer, México no es nación Centro americana, ni se comporta realmente como parte de la Latinoamérica verdadera y medular), desde hace mucho viene procurándose por tapar u ocultar esa tremenda realidad de la "pobreza extrema" y dolorosa hambruna que pasa gran parte de su gente, y los graves problemas sociales que desde un tiempo a la fecha vienen dando lugar, quiérase o no a una guerrilla aguerrida y bandolera, con la cual no ha podido gobierno alguno de los mexicanos.
Pero, repetimos, los comentarios sobre el tema fueron variopintos y pintorescos: para unos, los presuntos buenos y santos estudiantes que pedieron sus vidas en el reciente incidente en el campamento guerrillero dirigido por el extinto Reyes, se encontraban, como suelen hacerlo de un tiempo a ésa fecha, en entrenamiento guerrillero que se consuma y exporta desde ese declarado intocable lindero por el presidente de Ecuador y el que osadamente censura en su existencia como de absoluta responsabilidad de Colombia, al no poder responder de su adecuado cuido y vigilancia en ese lado de su frontera.
¿Y es que acaso a alguna mente medianamente sensata puede caberle algo diferente a la imposibilidad de que así lo sea, cuando, quiérase o no, esa parte del territorio colombiano desde hace mucho está en manos de los insurrectos guerrilleros, sin que el gobierno pueda siquiera atreverse a asomar la nariz por dichos parajes ¿Eso parece desconocerlo alegremente el Presidente Correa?
Para otros, en cambio, en una mentalidad febril, digna de un Horacio Quiroga cualquiera, no es así. Se trata de turistas mexicanos, por casualidad en ese mal momento, rapaces estudiantes del amigo país mexicano que estando en las cercanías de la frontera, fueron raptados, vestidos de guerrilleros y llevados al lugar de la masacre por el insólito Uribe, ahora criminal de indiscutibles principios nazis, que por su afán de exterminar a pobladores sin los adecuados caracteres genéticos del colombiano, merecen no morir en las cámaras de gas, como era costumbre del prócer nacionalista, sino a plomo parejo, como se acostumbra en estos lados y lo tienen enseñado el Che Guevara, el vejete Castro y sus compinches.
La verdad que debe tenerse espíritu novelesco del Medioevo para comerse ese cuento de un secuestro de mexicanos en Ecuador, con el objeto luego de vestirlos como guerrilleros y masacrarlos, para con ello inculpar a los descendientes aztecas. Aplaudo, como seguro estoy lo han hecho muchos mexicanos, que el actual señor presidente de dicho país, en tono absolutamente serio y ponderado interviniera en tan deplorable acto, sin que haya tomado partido alguno por tan desacertados comentarios ni por una postura radicalista y nacionalista.
Los socialistas del XXI y también los del pasado, así como los ahora chavistas y castristas, pero siempre socialistas, tienen una inventiva sin límite cuando se trata de procurar justificar lo injustificable, por eso los cuentos, las amenazas y las patrañas de los bravucones del encuentro en Santo Domingo. Nadie medianamente sensato y serio puede apoyar las guerrillas y mucho menos hacer gavilla contra Uribe, quien ha tenido que enfrentarse de la manera más digna y seria contra un problema de muchos años, con muchas derivaciones y orígenes, pero que viene acabando con la patria colombiana.
Cada quien escoge el cuento que más le guste, pero yo, como muchos otros que sabemos y conocemos esa plaga que azota a Colombia, estamos con Uribe y la gente que piensa como él.
En la pasada Semana Santa, se me vinieron a la mente unas reflexiones interesantes en torno a lo que nos viene acaeciendo, esas meditaciones suelen acompañarnos en esos tiempos que comprometen nuestro espíritu para volvernos escéptico a cuanto cuento y mentira procuran difundir quienes apoyan las ideas socialistas, las guerrillas y los modos violentos de irrumpir en sociedad, o que uno como que se pone más escéptico cuando analiza ciertos problemas graves que acogotan a nuestro continente, en esos momentos de solaz y tranquilidad cristiana.
Me dejaron atónito los cómicos comentarios de familiares de mexicanos, indiscutiblemente manejados por los socialistas en torno a lo que ahora se denominará la masacre de estudiantes mexicanos provocada por el gobierno colombiano, y en lenguaje un poco mas rudimentario, el peine para el presidente Calderón, con el objeto de comprometerlo en la campaña que procura justificar, bendecir, tolerar y aceptar las guerrillas.
En torno a este problema realmente México debe y tiene que tener extremo cuidado, pues en su grata tierra, desde hace ya mucho hay en gestación y ejercicio un serio problema guerrillero. Nada de raro tiene el complot, pues en efecto, como muchas otras cosas ocurren en esa gran nación del Norte (siempre he sostenido que no por su ubicación geográfica, pero si por la influencia decidida del norte en su acontecer, México no es nación Centro americana, ni se comporta realmente como parte de la Latinoamérica verdadera y medular), desde hace mucho viene procurándose por tapar u ocultar esa tremenda realidad de la "pobreza extrema" y dolorosa hambruna que pasa gran parte de su gente, y los graves problemas sociales que desde un tiempo a la fecha vienen dando lugar, quiérase o no a una guerrilla aguerrida y bandolera, con la cual no ha podido gobierno alguno de los mexicanos.
Pero, repetimos, los comentarios sobre el tema fueron variopintos y pintorescos: para unos, los presuntos buenos y santos estudiantes que pedieron sus vidas en el reciente incidente en el campamento guerrillero dirigido por el extinto Reyes, se encontraban, como suelen hacerlo de un tiempo a ésa fecha, en entrenamiento guerrillero que se consuma y exporta desde ese declarado intocable lindero por el presidente de Ecuador y el que osadamente censura en su existencia como de absoluta responsabilidad de Colombia, al no poder responder de su adecuado cuido y vigilancia en ese lado de su frontera.
¿Y es que acaso a alguna mente medianamente sensata puede caberle algo diferente a la imposibilidad de que así lo sea, cuando, quiérase o no, esa parte del territorio colombiano desde hace mucho está en manos de los insurrectos guerrilleros, sin que el gobierno pueda siquiera atreverse a asomar la nariz por dichos parajes ¿Eso parece desconocerlo alegremente el Presidente Correa?
Para otros, en cambio, en una mentalidad febril, digna de un Horacio Quiroga cualquiera, no es así. Se trata de turistas mexicanos, por casualidad en ese mal momento, rapaces estudiantes del amigo país mexicano que estando en las cercanías de la frontera, fueron raptados, vestidos de guerrilleros y llevados al lugar de la masacre por el insólito Uribe, ahora criminal de indiscutibles principios nazis, que por su afán de exterminar a pobladores sin los adecuados caracteres genéticos del colombiano, merecen no morir en las cámaras de gas, como era costumbre del prócer nacionalista, sino a plomo parejo, como se acostumbra en estos lados y lo tienen enseñado el Che Guevara, el vejete Castro y sus compinches.
La verdad que debe tenerse espíritu novelesco del Medioevo para comerse ese cuento de un secuestro de mexicanos en Ecuador, con el objeto luego de vestirlos como guerrilleros y masacrarlos, para con ello inculpar a los descendientes aztecas. Aplaudo, como seguro estoy lo han hecho muchos mexicanos, que el actual señor presidente de dicho país, en tono absolutamente serio y ponderado interviniera en tan deplorable acto, sin que haya tomado partido alguno por tan desacertados comentarios ni por una postura radicalista y nacionalista.
Los socialistas del XXI y también los del pasado, así como los ahora chavistas y castristas, pero siempre socialistas, tienen una inventiva sin límite cuando se trata de procurar justificar lo injustificable, por eso los cuentos, las amenazas y las patrañas de los bravucones del encuentro en Santo Domingo. Nadie medianamente sensato y serio puede apoyar las guerrillas y mucho menos hacer gavilla contra Uribe, quien ha tenido que enfrentarse de la manera más digna y seria contra un problema de muchos años, con muchas derivaciones y orígenes, pero que viene acabando con la patria colombiana.
Cada quien escoge el cuento que más le guste, pero yo, como muchos otros que sabemos y conocemos esa plaga que azota a Colombia, estamos con Uribe y la gente que piensa como él.
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