Por Juan José Garrido Koechlin
El Presidente de la Región Puno, Hernán Fuentes, ha propuesto la independencia de la región con miras a una próxima anexión a Bolivia, con quien –dice- mantiene lazos étnicos y culturales. Me parece formidable la idea separacionista de Fuentes: el Perú es un país –como están las cosas- inviable.
Altos impuestos, pobre infraestructura, legislaciones laborales torpes y costosas, corrupción masificada, barreras burocráticas y regulatorias, derechos de propiedad en tinieblas, entre otras razones, hacen del país uno donde se evidencia la ausencia de competencia. Y sin ello, carecemos de los incentivos que fomentan la productividad, única variable capaz de mejorar los sueldos y salarios, y –con ello- la calidad de vida de sus habitantes.
Así las cosas, Fuentes hace bien en presentar la independencia de Puno como una alternativa al desarrollo, máxime cuando la pobreza alcanza al 76% de la población. Lo que no queda claro, y sería bueno que el Presidente de la Región –quien parece, por su propuesta, una persona iluminada- nos lo explique, es cuáles son las ventajas de anexarse al vecino altiplánico. Hasta donde sabemos, Perú es –con todas sus limitaciones- un paraíso libertario al costado de Bolivia, país que se sitúa en el puesto 123 de 157 en el ranking de libertad económica preparado por la Fundación Heritage. En ese rango solo encontramos a Cuba y a Venezuela entre los latinoamericanos, y –por supuesto- a países subsaharianos. No son pues, precisamente, a donde uno apuntaría como ideal de desarrollo.
Sin embargo, como bien hemos planteado, la independencia es una idea rescatable; le proponemos a Fuentes, eso sí, que solicite la anexión a la Región Administrativa de Hong Kong, donde las condiciones para crear riqueza están dadas: bajos impuestos (no hay impuesto a las ventas, solo corporativo de 17.5% y sobre salarios, con un tope de 16%), absoluta libertad empresarial, una burocracia pequeña y honesta, un manejo responsable del fisco y de la moneda, y un absoluto respeto a la propiedad privada.
Si Hong Kong le parece un salto cuántico, puede solicitar la anexión a nuestro vecino sureño, Chile, quien ocupa el octavo puesto en dicho índice. Claro, habrá que ver si alguno de ellos se apiada de Fuentes y sus gobernados. Verán, quienes conviven en libertad, la valoran, la aprecian y la protegen; saben lo que cuesta lograrla y –por ello- difícilmente se mezclarán con quienes promueven ideas de expropiación, violencia, y coerción.
El Presidente de la Región Puno, Hernán Fuentes, ha propuesto la independencia de la región con miras a una próxima anexión a Bolivia, con quien –dice- mantiene lazos étnicos y culturales. Me parece formidable la idea separacionista de Fuentes: el Perú es un país –como están las cosas- inviable.
Altos impuestos, pobre infraestructura, legislaciones laborales torpes y costosas, corrupción masificada, barreras burocráticas y regulatorias, derechos de propiedad en tinieblas, entre otras razones, hacen del país uno donde se evidencia la ausencia de competencia. Y sin ello, carecemos de los incentivos que fomentan la productividad, única variable capaz de mejorar los sueldos y salarios, y –con ello- la calidad de vida de sus habitantes.
Así las cosas, Fuentes hace bien en presentar la independencia de Puno como una alternativa al desarrollo, máxime cuando la pobreza alcanza al 76% de la población. Lo que no queda claro, y sería bueno que el Presidente de la Región –quien parece, por su propuesta, una persona iluminada- nos lo explique, es cuáles son las ventajas de anexarse al vecino altiplánico. Hasta donde sabemos, Perú es –con todas sus limitaciones- un paraíso libertario al costado de Bolivia, país que se sitúa en el puesto 123 de 157 en el ranking de libertad económica preparado por la Fundación Heritage. En ese rango solo encontramos a Cuba y a Venezuela entre los latinoamericanos, y –por supuesto- a países subsaharianos. No son pues, precisamente, a donde uno apuntaría como ideal de desarrollo.
Sin embargo, como bien hemos planteado, la independencia es una idea rescatable; le proponemos a Fuentes, eso sí, que solicite la anexión a la Región Administrativa de Hong Kong, donde las condiciones para crear riqueza están dadas: bajos impuestos (no hay impuesto a las ventas, solo corporativo de 17.5% y sobre salarios, con un tope de 16%), absoluta libertad empresarial, una burocracia pequeña y honesta, un manejo responsable del fisco y de la moneda, y un absoluto respeto a la propiedad privada.
Si Hong Kong le parece un salto cuántico, puede solicitar la anexión a nuestro vecino sureño, Chile, quien ocupa el octavo puesto en dicho índice. Claro, habrá que ver si alguno de ellos se apiada de Fuentes y sus gobernados. Verán, quienes conviven en libertad, la valoran, la aprecian y la protegen; saben lo que cuesta lograrla y –por ello- difícilmente se mezclarán con quienes promueven ideas de expropiación, violencia, y coerción.
Por otro lado resulta notablemente extraño que quienes han alzado su voz de protesta contra los autonomismos o separatismos en Venezuela, Ecuador o Bolivia no hayan dicho una palabra sobre el proyecto de Hernán Fuentes.
ResponderEliminarSaludos.
Más allá de lo que puede ser Hernán Fuentes, lo cierto es que después de siglos (...), es claramente perceptible el crecimiento de las posiciones regionalistas, autonomistas o quién sabe independistas, en el continente sudamericano.
ResponderEliminarAlguien dirá si esto posible o no. SÍ ES POSIBLE. Por lo tanto, no es ninguna estupidez.
El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, Estado y perseguir su desarrollo económico, social y cultural y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad. La libre determinación está recogida en algunos de los documentos internacionales más importantes, como la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El ejemplo más reciente (en pleno siglo XXI) de la libre determinación... (más allá de lo que podrían afirmar las personas como las que me anteceden) es lo de KOSOVO.
El antecedente del Derecho de Libre Determinación de los Pueblo se encuentra a finales del Siglo XIX y a principios del Siglo XX cuando Manzini habla del “Principio de las Nacionalidades”. Algo de ámbito exclusivamente europeo y de influencia notable en las reunificaciones de Italia y Alemania.
La Unión Soviética, China y la Alemania nazi son los ejemplos históricos más notables… En la actualidad, los casos de Cuba, Norcorea, Sudán y otros semejantes apadrinan sus dictaduras con un nacionalismo amparado en la "soberanía nacional". En esa dirección están derivando también regímenes como el de Chávez en Venezuela o el de Putin en Rusia.
Muchas regiones, tanto en Asia como en Europa, han logrado su independencia.
Sin embargo, hay medios no independentistas de reconocer y encauzar la libre determinación y promover las soluciones democráticas. Son los regímenes de autonomías. Suiza y Bélgica dan un buen ejemplo de haber vivido en paz con grandes diferencias étnicas y culturales en su seno. España reconoce el derecho de sus regiones a gobernarse sin provocar la secesión. El Reino Unido parece seguir un camino semejante.
En un mundo democrático deben prevalecer los principios de libre determinación sobre los de soberanía nacional. En particular en el mundo de hoy, donde el concepto de soberanía ha encontrado su fuente de autenticidad. Porque no es la entidad geográfica la que es depositaria de la soberanía sino el pueblo que vive dentro de sus límites.
La catarsis no resulta de un conflicto sino del acatamiento de las decisiones de los pueblos cuando estos cuentan con mecanismos democráticos participativos que les permiten tomar decisiones ponderadas y pacíficas.
¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD! ¡PUNO, LIBERTAD!
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