Por José Alberto Medina Molero
A propósito de la polémica que existe alrededor de la "presunta" responsabilidad de algunos peloteros en el consumo de esteroides para mejorar sus condiciones y potenciar sus numeritos, cuando estas sustancias aún no habían sido prohibidas en el mundo del béisbol, me viene a la memoria el ejemplo del gran campeón de golf estadounidense Bobby Jones.
La película sobre su vida que data del año 2004, protagonizada por Jim Caviezel (el mismo actor que encarnó a Jesús en la "Pasión de Cristo"), tiene una escena que habla por si sola de la calidad ética del gran Bobby Jones. En un torneo contra el mejor jugador del momento a nivel profesional (Jones siempre fue amateur) y faltando un hoyo para concluir en primer lugar, Bobby llama a uno de los jueces para decirle que había tocado la bola y, por tanto, tendría un golpe extra, el árbitro le dice que él no vio nada y consulta con los otros jueces y con el público de primera fila, luego se dirige a Jones y sentencia: "Nadie vio nada, todo queda en sus manos ". Jones le responde que él está seguro de haberla tocado, pierde ese golpe y pierde el juego en ese crucial momento. Aún en el campo, el jugador profesional se queda admirado al oír lo que responde Jones al árbitro, quién le pregunta: "¿Por qué hizo esto?". Jones se los queda mirando y les dice: "No conozco otra forma de jugar este juego".
¿Es el mundo y la gloria deportiva, de los vivos y pragmáticos, ó de aquellos que en su entereza, tienen la suficiente ética como para no empañar sus logros con atajos y triquiñuelas? Esta pregunta sospecho que también es válida, muy válida en todos los aspectos de la vida.
A Barry Bonds,
al "Cohete" Clemens
y al resto de peloteros del Informe Mitchel
al "Cohete" Clemens
y al resto de peloteros del Informe Mitchel
A propósito de la polémica que existe alrededor de la "presunta" responsabilidad de algunos peloteros en el consumo de esteroides para mejorar sus condiciones y potenciar sus numeritos, cuando estas sustancias aún no habían sido prohibidas en el mundo del béisbol, me viene a la memoria el ejemplo del gran campeón de golf estadounidense Bobby Jones.
La película sobre su vida que data del año 2004, protagonizada por Jim Caviezel (el mismo actor que encarnó a Jesús en la "Pasión de Cristo"), tiene una escena que habla por si sola de la calidad ética del gran Bobby Jones. En un torneo contra el mejor jugador del momento a nivel profesional (Jones siempre fue amateur) y faltando un hoyo para concluir en primer lugar, Bobby llama a uno de los jueces para decirle que había tocado la bola y, por tanto, tendría un golpe extra, el árbitro le dice que él no vio nada y consulta con los otros jueces y con el público de primera fila, luego se dirige a Jones y sentencia: "Nadie vio nada, todo queda en sus manos ". Jones le responde que él está seguro de haberla tocado, pierde ese golpe y pierde el juego en ese crucial momento. Aún en el campo, el jugador profesional se queda admirado al oír lo que responde Jones al árbitro, quién le pregunta: "¿Por qué hizo esto?". Jones se los queda mirando y les dice: "No conozco otra forma de jugar este juego".
¿Es el mundo y la gloria deportiva, de los vivos y pragmáticos, ó de aquellos que en su entereza, tienen la suficiente ética como para no empañar sus logros con atajos y triquiñuelas? Esta pregunta sospecho que también es válida, muy válida en todos los aspectos de la vida.
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