11 marzo 2008

El dios Marte

Por Pedro Delgado



El hombre dominado por este arquetipo tiende a responder impulsivamente. El dios Marte, como lo denominaban los romanos, sirve de modelo para describir las características de un tipo psicológico masculino.

Marte, Dios de la Guerra, era poco respetado en la mitología griega, cultura centrada en el arte. La mitología romana por lo contrario lo tenía en muy alta consideración, pues era una cultura guerrera. Para los griegos era una divinidad despreciable por su impulsividad y agresividad, en cambio para los romanos era un guerrero respetable y temido a quien se percibía como invencible, envuelto en una armadura refulgente, que infundía pavor. Sus emociones desenfrenadas lo hacían participar continuamente en enfrentamientos. Su única motivación era el combate. Era un líder emocional que se presentaba como defensor de la justicia, pero eso sólo era un disfraz, pues su verdadera motivación era la pelea. Tuvo varios hijos, entre ellos Deimos (miedo) y Phobos (pánico) que lo acompañaban siempre en las batallas. Tenía una hermana llamada Éride cuyo nombre significa discordia. Infundir pavor y generar discordia son características del dios, y de la persona que se identifica con este arquetipo.

El hombre dominado por este arquetipo tiende a responder impulsivamente a sus emociones, sin que medie el pensamiento o la reflexión. Genera amor u odio entre los que lo rodean, como en la mitología lo hizo Marte entre griegos y romanos. Puede despertar admiración y hasta culto en algunas personas, así como el más absoluto rechazo, desprecio o temor en otras. Esta personalidad utiliza a los grupos a quienes lidera a su conveniencia, y las subordina a intereses personales o políticos que giran en torno al combate con enemigos reales o imaginarios.

El hombre influido por este arquetipo es una personalidad de acción, irreflexiva. Tiende a descalificar y destruir a quien se le opone. Tiene una personalidad fuerte y dominante. Con su actitud puede intimidar a los que lo rodean si se trata de personalidades débiles.

Puede liderar grandes movimientos sociales o políticos, pero su impulsividad pone a riesgo su proyecto político o social y expone a sus seguidores a los vaivenes de su impulsividad, o a los riesgos de su condición guerrera y querulante (delirio por la pelea reivindicativa). Es un buscador de pleitos y genera alianzas con amigos para que tomen parte parcializada en su cometido. Provoca situaciones a su alrededor, para que la gente esté con él o contra él. No contempla términos medios, por ende tiende a estimular radicalismos irracionales.

Aunque denuncia la injusticia, por su forma inapropiada de hacerlo, genera discordia. Como tiende a no ser consecuente y no tiene proyectos definidos a largo plazo sino los que giran en torno a sus intereses o a su motivación guerrera, con frecuencia termina decepcionando a quienes creyeron en él. Su impulsividad tiende a crear caos en los ambientes en que se desenvuelve, y siembra la intriga y el enfrentamiento entre grupos para mantener su liderazgo (siempre se acompañan de Éride: discordia).

Cuando Marte domina en una sociedad, los riesgos de guerra y caos son grandes, si no se le pone límites a su irracionalidad.


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