Por Valentín Arenas Amigó
Ahora que el humanismo revolucionario está de moda vale la pena recordar este humanismo en el caso de los tres rehenes colombianos. Esta es la historia.
Una organización reconocida mundialmente como narcoguerrillera secuestró en el año 2003 a dos ciudadanos del hermano país que nada tenían que ver con el enfrentamiento entre un gobierno legítimo y unos delincuentes aspirantes a revolucionarios financiados con el tráfico de drogas. Durante esos años el sentimiento humanitario estuvo absolutamente ausente hacía estos seres inocentes víctimas de una actuación político-delincuencial a la que eran absolutamente ajenos.
Sorpresivamente, después de tantos años de cautiverio, el sentimiento humanitario de los secuestradores afloró como por arte de magia en medio de una coyuntura muy especial.
La simpatía del Teniente Coronel con las FARC se manifestó después de que las actuaciones erráticas y populistas (¿por qué no te callas?) del Presidente de Venezuela confirmaron ante el mundo la naturaleza autocrática-totalitaria del régimen e internamente cuando el pueblo venezolano le dice NO al intento de constitucionalizar un régimen como el cubano. Es en esta situación de profunda crisis, externa e interna, cuando hace su aparición, con un gran despliegue mediático por cierto, el humanismo tanto en la guerrilla colombiana como en el régimen de Venezuela que, “hermanados”, se presentan al mundo como “hermanas de la caridad”, en la mejor disposición de colaborar y ser protagonistas de un intercambio humanitario de presos delincuentes por secuestrados inocentes, pero como esto les fracasó, el profundo sentimiento humanitario los obligó a liberar, por lo menos, a tres secuestrados, pero siempre a través del Teniente Coronel venezolano, a quien necesitan “oxigenar” y rescatar de la difícil situación que atraviesa, agravada por el escándalo del maletín Antonini-PDVSA que ahora investiga nada menos que un Fiscal Federal del Imperio.
Situación esta de gravedad extrema. La verdad puede derrotar a la mentira. Se dispara la alarma y se prende la luz roja. Los panas son para ayudarse en las situaciones difíciles, piensan, y ésta es una de ellas. El mensaje político está bien claro: el show montado para la liberación de estos tres inocentes se utilizó como un salvavidas lanzado a ese mar embravecido del caso Antonini-Wilson, un escándalo que amenaza con hacer zozobrar a la revolución bolivariana con Comandante y todo. Y ahí lucharon en los espacios mediáticos del mundo entero los dos gigantes: el tardío y sorpresivo humanismo encarnado por las FARC, y el Imperio empeñado en saber, no lo que había en el maletín, sino el verdadero significado de esos $. Humanismo simulado vs. la Verdad que revelará la justicia.
Y en medio de este intercambio humanitario de ciudadanos de otros países el venezolano se pregunta, con razón, ¿por qué todo ese derroche de humanismo de última hora no se practica aquí en Venezuela, acogiendo el clamor nacional de que sean liberados todos los venezolanos presos y perseguidos por el único delito de disentir del régimen?
Liberadas las dos rehenes colombianas, ¿el T.C. tendrá tiempo ahora para gestionar que las FARC libere también a los venezolanos que tiene secuestrados? El silencio confirmaría que el humanismo fue un show con motivos políticos.
Ahora que el humanismo revolucionario está de moda vale la pena recordar este humanismo en el caso de los tres rehenes colombianos. Esta es la historia.
Una organización reconocida mundialmente como narcoguerrillera secuestró en el año 2003 a dos ciudadanos del hermano país que nada tenían que ver con el enfrentamiento entre un gobierno legítimo y unos delincuentes aspirantes a revolucionarios financiados con el tráfico de drogas. Durante esos años el sentimiento humanitario estuvo absolutamente ausente hacía estos seres inocentes víctimas de una actuación político-delincuencial a la que eran absolutamente ajenos.
Sorpresivamente, después de tantos años de cautiverio, el sentimiento humanitario de los secuestradores afloró como por arte de magia en medio de una coyuntura muy especial.
La simpatía del Teniente Coronel con las FARC se manifestó después de que las actuaciones erráticas y populistas (¿por qué no te callas?) del Presidente de Venezuela confirmaron ante el mundo la naturaleza autocrática-totalitaria del régimen e internamente cuando el pueblo venezolano le dice NO al intento de constitucionalizar un régimen como el cubano. Es en esta situación de profunda crisis, externa e interna, cuando hace su aparición, con un gran despliegue mediático por cierto, el humanismo tanto en la guerrilla colombiana como en el régimen de Venezuela que, “hermanados”, se presentan al mundo como “hermanas de la caridad”, en la mejor disposición de colaborar y ser protagonistas de un intercambio humanitario de presos delincuentes por secuestrados inocentes, pero como esto les fracasó, el profundo sentimiento humanitario los obligó a liberar, por lo menos, a tres secuestrados, pero siempre a través del Teniente Coronel venezolano, a quien necesitan “oxigenar” y rescatar de la difícil situación que atraviesa, agravada por el escándalo del maletín Antonini-PDVSA que ahora investiga nada menos que un Fiscal Federal del Imperio.
Situación esta de gravedad extrema. La verdad puede derrotar a la mentira. Se dispara la alarma y se prende la luz roja. Los panas son para ayudarse en las situaciones difíciles, piensan, y ésta es una de ellas. El mensaje político está bien claro: el show montado para la liberación de estos tres inocentes se utilizó como un salvavidas lanzado a ese mar embravecido del caso Antonini-Wilson, un escándalo que amenaza con hacer zozobrar a la revolución bolivariana con Comandante y todo. Y ahí lucharon en los espacios mediáticos del mundo entero los dos gigantes: el tardío y sorpresivo humanismo encarnado por las FARC, y el Imperio empeñado en saber, no lo que había en el maletín, sino el verdadero significado de esos $. Humanismo simulado vs. la Verdad que revelará la justicia.
Y en medio de este intercambio humanitario de ciudadanos de otros países el venezolano se pregunta, con razón, ¿por qué todo ese derroche de humanismo de última hora no se practica aquí en Venezuela, acogiendo el clamor nacional de que sean liberados todos los venezolanos presos y perseguidos por el único delito de disentir del régimen?
Liberadas las dos rehenes colombianas, ¿el T.C. tendrá tiempo ahora para gestionar que las FARC libere también a los venezolanos que tiene secuestrados? El silencio confirmaría que el humanismo fue un show con motivos políticos.
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