23 agosto 2007

Vigencia liberal

Por Nelson Maica C.

"Un soldado feliz
no adquiere ningún derecho para mandar a su patria.
No es el árbitro de las leyes ni del gobierno.
Es defensor de su libertad".

Simón Bolívar


¿Dónde está el paraíso ofrecido por la voz única en 1999? ¿Dónde está “la bicha” tan “cacareada” y “adorada” en ese entonces? ¿Ya no le sirve? ¿Cómo justificar tanta incapacidad? Borrón y cuenta nueva. Volver a empezar. No importa cuanto se malbarato en el tiempo anterior. Parece ser que es lo único que aprendió y sabe hacer. Destruir, destruir.

Buen número oímos y vimos por TV la amenaza inicial en “otra”, una más, la más peligrosa de las “peroratas”: …”tengo las armas”. Para buen entendedor... Interpretaciones de esas frases: “la aprueban o las uso contra ustedes”, y/o “los mato”,”la muerte”, “La aprueban o la aprueban”. Y los “descollantes” aplaudieron, aplaudieron. ¿Qué estará pensando “el pueblo” que sufre en silencio, por ahora?

América, la nuestra, sigue en crisis: económica, social, política, militar, de seguridad. Quienes han logrado algunos progresos todavía están muy lejos de compensar el estado de necesidad de sus pueblos. Pero en otros espacios nacionales del planeta se observan avances rápidos, revelando sin la menor duda los adelantos positivos de la nueva globalización y de la vigencia liberal: rápida mejoría de las condiciones de vida. Ahí estÁ la India. Ahí estÁ China. Ahí están otros países del Asia. Ahí está el contraste con nuestra América y sus muy escasas excepciones.

Emergió en Venezuela la voz única. Pregona que es el único capaz de gobernar eternamente y que nos “dará” todo cuanto nos hace falta, incluyendo la muerte cuando él lo decida. Ahora vocifera que su política, mediante el Estado benefactor, socialista, marxista, que sólo él puede y debe encarnar, con toda seguridad, nos “dará” lo que no tenemos. Don Regalón. El nuevo Dios. El nuevo mito. Basta, entonces, que entre en “trance” y apele a su bondad para que se “de”, de la nada, todo cuanto la economía de estos nueve años no ha podido crear, no ha sido capaz de producir. Sólo gastar los ingresos por petróleo e importar, importar.

Su generosidad sin límites nos dará derechos (los que a él se le ocurran tal como observamos en su “proyecto”) escuelas, liceos, universidades, salud, jugosas jubilaciones, seguridad a toda prueba, tal vez nos repartirá los beneficios de PDVSA, CANTV, electricidad, hierro, etc. Todo mediante sus actos mágicos, inigualables, únicos, gracias a su clarividencia, a su capacidad para hacer milagros y para llevarnos, rápidamente, a la felicidad. Como a los de la isla comunista. Como a los de la antigua URSS. Como a los otros paraísos comunistas.

¿A quién no le llama la atención tanta belleza? ¿A quién no se le crean enormes expectativas? ¿Recuerdan que se quitaría el nombre si en un año no recogía a todos los niños y mendigos de la calle? ¿Y las casas? Y pare de contar las promesas. Y van nueve años. Indudablemente que tales delirios crearon en muchísima gente enormes esperanzas, pero cuando se descubre, incluso, una corrupción descomunal que hasta viaja en maletas y aviones privados, el elegido, la voz única, el mítico, nos lleva al desastre de la mano de su demagogia y a una segura desgracia.

Entre tanto otros pueblos progresan. Trabajan duro, transitan el camino del esfuerzo mancomunado con sus empresarios, con el capital nacional e internacional, con su creatividad, con la competencia internacional. ¿Por qué creer en demagogos y sus falsos sueños y “peroratas” a estas alturas de la vida? ¿Por qué no creer en la experiencia de la libertad personal y económica suficientemente probada y comprobada? ¿No bastan los ejemplos de Europa y los Estados Unidos y la India y China y África? ¿Cuál ha sido el modelo de estado socialista, marxista, que ha creado bienestar y progreso para todos sus habitantes y que el resto del mundo conocido quiere imitar? ¿Ese estado socialista, comunista, hacia donde emigra la gente poniendo en riesgo su vida? ¿Dónde está? ¿Cuál es? ¿Cómo se llama? Si usted lo conoce, por favor, dígamelo. ¿Por qué, entonces, oye a la voz única? ¿Por qué permite que lo represente y regale y disponga sin su autorización? ¿Lo compró? ¿Le paga bien? ¿Hasta cuándo? ¿Lo puede desautorizar? ¿Cómo? ¡Y, para colmo, una nueva constitución socialista, comunista! ¡Que riñones!

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