Diario El Universal
Una sonrisa, un parpadeo, un tic nervioso, hacen que ciertas expresiones adquieran una connotación especial. Son formas de comunicación que sobresalen, tocan y se graban en la mente de quien las percibe. En casos así, el mensaje conlleva a la reflexión, al análisis, al desmenuzamiento tanto de las palabras como de los gestos, al encuadre de la frase en un contexto de tiempo y espacio definido.
Cuando el Ciudadanísimo aparece en pantalla para decir: "Denme la primera excusa para nacionalizar el primer frigorífico, el primer gran abasto, la primera red de distribuidores, y ponerla a la orden del pueblo", basta con observar el tic de su boca y los movimientos de sus manos, con captar el tono de su voz, para vislumbrar, sin riesgo de equivocación, su verdadero pensamiento. En ese momento, lo que arroja, camuflado en una amenaza, es, en realidad, una decisión tomada y asumida.
Sin embargo, poca gente toma en cuenta la gravedad de la advertencia, el contenido de la admonición que, como de costumbre, a unos complace, a otros inquieta, y a los demás les deja indiferentes. ¿Será que quiere nacionalizar todo? Será que sí, que todo, porque eso es lo que está en el librito: la estatización de los medios de producción, la abolición de la propiedad privada, la planificación de la economía, la restricción de la libertad, la transformación forzosa de la personalidad individual, la adhesión al partido único, la obediencia a las ordenes del líder.
¿Qué más hay que explicar para que la gente en este país entienda qué es y cómo funciona el socialismo, ya sea real, imaginario, del siglo pasado o del siglo veintiuno? ¿No acaban de estatizar La Electricidad de Caracas y la CANTV? ¿No delegaron los diputados sus funciones legislativas al Ciudadanísimo mediante la Ley Habilitante? ¿No está en los planes inmediatos la ideologización escolarizada de niños, adolescentes y jóvenes? ¿No acaban de introducir en la Asamblea Nacional un proyecto de reforma de la Ley de Arrendamientos Inmobiliarios para expropiar los inmuebles arrendados a favor de los arrendatarios? ¿No son también medios de producción todas las empresas y comercios, pequeñas, medianas y grandes, inscritas en el Registro Mercantil?
Algunos se estarán preguntando por qué, si hay tantos problemas urgentes e importantes que conciernen a la función del Estado resolver, el gobierno se dedica a deprimir la economía, a coartar la iniciativa y creatividad individuales, a asfixiar el desarrollo de la empresa privada, a discriminar en la distribución de los servicios, las riquezas y las cargas, a espantar las inversiones, y a inducir al acaparamiento y al mercado negro.
Pues, porque su interés no es ofrecer las condiciones adecuadas para que los venezolanos tengamos la oportunidad de crear, producir y prosperar en sana paz, por el bien propio y del país. Su interés no es reducir el índice de pobreza, ni exterminar los virus de corrupción ni inculcar el valor del trabajo ni exaltar la dignidad humana. El único interés del gobierno y, en particular, del Ciudadanísimo, es la permanencia en el poder, no para ejercerlo en favor del pueblo, sino para imponerse al pueblo.
Mientras usted no crea que lo que está sucediendo, realmente está sucediendo, puede parafrasear a una simpática señora que aparece en la televisión: "Aquí, esperando un día malo, para ver cómo es".
Cuando el Ciudadanísimo aparece en pantalla para decir: "Denme la primera excusa para nacionalizar el primer frigorífico, el primer gran abasto, la primera red de distribuidores, y ponerla a la orden del pueblo", basta con observar el tic de su boca y los movimientos de sus manos, con captar el tono de su voz, para vislumbrar, sin riesgo de equivocación, su verdadero pensamiento. En ese momento, lo que arroja, camuflado en una amenaza, es, en realidad, una decisión tomada y asumida.
Sin embargo, poca gente toma en cuenta la gravedad de la advertencia, el contenido de la admonición que, como de costumbre, a unos complace, a otros inquieta, y a los demás les deja indiferentes. ¿Será que quiere nacionalizar todo? Será que sí, que todo, porque eso es lo que está en el librito: la estatización de los medios de producción, la abolición de la propiedad privada, la planificación de la economía, la restricción de la libertad, la transformación forzosa de la personalidad individual, la adhesión al partido único, la obediencia a las ordenes del líder.
¿Qué más hay que explicar para que la gente en este país entienda qué es y cómo funciona el socialismo, ya sea real, imaginario, del siglo pasado o del siglo veintiuno? ¿No acaban de estatizar La Electricidad de Caracas y la CANTV? ¿No delegaron los diputados sus funciones legislativas al Ciudadanísimo mediante la Ley Habilitante? ¿No está en los planes inmediatos la ideologización escolarizada de niños, adolescentes y jóvenes? ¿No acaban de introducir en la Asamblea Nacional un proyecto de reforma de la Ley de Arrendamientos Inmobiliarios para expropiar los inmuebles arrendados a favor de los arrendatarios? ¿No son también medios de producción todas las empresas y comercios, pequeñas, medianas y grandes, inscritas en el Registro Mercantil?
Algunos se estarán preguntando por qué, si hay tantos problemas urgentes e importantes que conciernen a la función del Estado resolver, el gobierno se dedica a deprimir la economía, a coartar la iniciativa y creatividad individuales, a asfixiar el desarrollo de la empresa privada, a discriminar en la distribución de los servicios, las riquezas y las cargas, a espantar las inversiones, y a inducir al acaparamiento y al mercado negro.
Pues, porque su interés no es ofrecer las condiciones adecuadas para que los venezolanos tengamos la oportunidad de crear, producir y prosperar en sana paz, por el bien propio y del país. Su interés no es reducir el índice de pobreza, ni exterminar los virus de corrupción ni inculcar el valor del trabajo ni exaltar la dignidad humana. El único interés del gobierno y, en particular, del Ciudadanísimo, es la permanencia en el poder, no para ejercerlo en favor del pueblo, sino para imponerse al pueblo.
Mientras usted no crea que lo que está sucediendo, realmente está sucediendo, puede parafrasear a una simpática señora que aparece en la televisión: "Aquí, esperando un día malo, para ver cómo es".
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