26 febrero 2007

Los tiranos temen a los periodistas

Editorial
ABCdigital

"Es necesario solidarizarse con los venezolanos en esta hora trágica para sus libertades y tomar su experiencia como lección para jamás bajar la guardia."

Desde los inicios de la prensa libre, la confrontación entre los regímenes autoritarios en general y los tiranos en particular con los periodistas fue constante. La incompatibilidad que existe entre ellos y la libertad de opinión y de prensa es de todos los tiempos. Una vez más, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se ha pronunciado últimamente sobre ataques a la libertad de prensa, especialmente en Cuba y Venezuela. La ciudadanía debe permanecer vigilante, pues cualquiera que acceda al poder político y avance con ínfulas de dictador vendrá bien dispuesto a arremeter contra la prensa y los periodistas libres, sea para suprimirlos, someterlos o reprimirlos.

Desde los inicios de la prensa libre, la confrontación entre los regímenes autoritarios en general y los tiranos en particular con los periodistas fue constante. La incompatibilidad que existe entre ellos y la libertad de opinión y de prensa es de todos los tiempos. Una vez más, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se ha pronunciado últimamente sobre ataques contra la libertad de prensa, especialmente en Cuba y Venezuela.

Antiguamente los tiranos ordenaban quemar libros, confiscar imprentas, encarcelar, torturar o matar escritores de panfletos y libelos que criticaban o denunciaban los crímenes, abusos y arbitrariedades de sus tiranías. Cuando apareció y se desarrolló la prensa, como resultado de los grandes cambios operados en la mentalidad del hombre moderno y en sus primeras experiencias de política democrática y liberal, los tiranos muy pronto se dieron cuenta del peligro que el nuevo poderoso instrumento creador de opinión pública representaba para los que pretendían continuar detentando en forma absoluta y excluyente la hegemonía del poder.

Los periodistas indagan, preguntan, cuestionan, revelan hechos ocultos, denuncian crímenes y desenmascaran a los farsantes y corruptos, entre otras tareas difíciles y peligrosas. Por eso este oficio indefectiblemente los vuelve adversarios de los dictadores, mandamases, caudillos, jefes mafiosos y tiranuelos de cualquier nivel. Y por tal sencillo motivo se persigue a los periodistas, se los asesina, se los “desaparece”, se los amedrenta o se busca corromperlos de cualquier manera.

Los medios de prensa sufren atropellos y represiones parecidas, aunque en niveles que casi siempre involucran a instituciones y autoridades de un modo más directo, como muestran con claridad los casos de las dictaduras militares latinoamericanas de unas décadas atrás. En el caso de la dictadura de Stroessner, aunque cuando se constituyó no existía casi prensa en el país, a medida que se fueron formando los medios, la dictadura dejó correr el proceso sin interferirlo.

Pero inevitablemente los periodistas y los medios fueron intentando ser cada vez más libremente críticos. Naturalmente, a medida que ganaban o intentaban ganar espacios mayores de libertad, la dictadura stronista dejó de tolerarlos graciosamente y entonces fueron gradualmente sometidos a restricciones, amenazas, censura, represión y, eventualmente, clausura temporal o definitiva, como ocurrió con radio Ñandutí y nuestro diario.

Idéntico procedimiento está aplicando en la actualidad el nuevo tirano sudamericano, Hugo Chávez, quien luego de hacerse designar dictador “temporal” por un Congreso adicto, sometido y servil, comenzó su flamante dictadura anunciando la supresión del más antiguo y prestigioso canal de televisión de su país por “conspirar” contra él, es decir, por no serle complaciente, por ejercer oposición y, seguramente, por tener la credibilidad de su gran audiencia.

Las excusas que utilizan Chávez y su dictadura son las mismas que empleaban Stroessner y otros dictadores décadas atrás. “Conspirar contra el orden establecido”, “sembrar el odio en la familia paraguaya”, “aliarse con los enemigos de la patria”. Por más mentirosas y gastadas que estas acusaciones puedan parecer, están siendo empleadas nuevamente en Venezuela para perseguir a periodistas y clausurar medios de prensa.

Ninguna dictadura acepta el disenso. Ninguna, sea de izquierda o de derecha, puede soportar mucho tiempo una prensa libre y la acción del periodismo inteligente, perspicaz, valeroso y decidido a desenmascararla. En Venezuela, esta clase de medios tiene los días contados; primero, derribarán a los más importantes y luego los más débiles irán cayendo solos, o sometiéndose a los dictados de Chávez para sobrevivir.
Los paraguayos luchamos mucho y gastamos mucho esfuerzo por hacer valer los derechos de opinión y expresión y las demás libertades cívicas y políticas como para sentirnos orgullosos de lo logrado hasta hoy. Por este motivo debemos permanecer vigilantes, pues cualquiera que acceda al poder político y avance con ínfulas de dictador, vendrá bien dispuesto a arremeter contra la prensa y los periodistas libres, sea para suprimirlos, someterlos o reprimirlos. Ninguno de nuestros países está libre de sufrir la mala suerte del pueblo venezolano y retornar a tiranías que ya nos parecían superadas y bien enterradas.

Es necesario solidarizarse con los venezolanos en esta hora trágica para sus libertades y tomar su experiencia como lección para jamás bajar la guardia.

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