Recientemente fue publicada una entrevista en la que Andrés Izarra, palabras más o menos, dice que habría sido una irresponsabilidad del gobierno mantener abierto a RCTV. Debo confesar que la paja filosófica, sociológica y hasta política que usó Andrés, para florear sus declaraciones, nos descubre a un hombre lleno de complejos, sin fundamentos para negar lo que todos los venezolanos sabemos y buena parte del mundo, detrás del cierre del canal lo que hubo fue la deliberada intención de ir cercenado el derecho a la información, la opinión y la expresión en Venezuela.
Izarra en cada uno de sus “argumentos” nos mostró que defiende a una posición totalitaria y fascista, y a él como un socialista de cartón, de utilería de teatro comunitario. Haber tratado a Izarra como subalterno y leerlo ahora, nos obliga a llegar a la conclusión de que jamás lo conocimos. El Izarra que declara a los medios en Venezuela y fuera del país es diferente al “productor” de El Observador, quien demandaba para cada emisión del noticiario, la preparación de un show informativo y el uso de imágenes con “mucho veneno”, termino que acuñó, frase que impuso el presidente de Telesur, una estrategia que curiosamente aprendió en CNN. Tal vez fue ese formato el que despertó el rechazo del gobierno contra la política informativa del canal Dos.
El discurso de Izarra desde que está en el gobierno, antes no pensaba así, está en yuxtaposición con sus tesis de periodismo durante su estada en RCTV, donde dictó varios talleres, cursos, encierros, seminarios y extramuros, con el propósito de que los reporteros de RCTV pusieran en práctica su receta informativa.
El hombre que hoy cuestiona a RCTV fue el mismo que ayer nos cuestionó cuando quisimos presentar una historia exitosa de un hospital de Maracay, en el que se brindaba un buen servicio. Él nos llamó para darnos “clases de periodismo”:“No olvides que las buenas noticias, no son noticias”, fueron sus palabras, su consejo.
Izarra le dice al país que RCTV es un canal golpista, que sirve a los intereses de Estados Unidos, me gustaría saber desde cuándo empezamos a servir a la CIA, si antes o después de Izarra, porque hasta abril 2002, luego de su renuncia furtiva, cuyas razones no las tengo muy claras, Andrés participó en todas las reuniones de pauta y era un critico duro de las notas que no tuviera el “veneno” deseado, todavía están frescas sus palabras, cuando presentamos un reportaje sobre la recesión de la zona industrial de Maracaibo, en la que la despedida fue el sonido del cierre de un galpón, Izarra nos felicitaba porque había que dar donde le duele al gobierno, eso entre otras perlas que guardo en mis archivos, aun en cruzados correos que mantuve con Andrés.
En mis soliloquios he querido explicarme las razones que llevaron a Izarra a ser un “fablistán del oficialismo”. No deseo creer que la motivación de Andrés haya sido el odio, tampoco cobrar las lagrimas que durante las interpelaciones en la Asamblea Nacional derramó sobre los hombros de una colega. Si lo que lo mueve es el odio, su venganza incluirá a Globovisión, una planta que Izarra estaba seguro que no lo contrataría jamás, porque, según Andrés, el doctor Granier había girado instrucciones a todos los canales para que lo vetaran.
Otro de nuestros pensamientos para explicarnos la nueva actitud de Izarra, es que le tenía miedo al desempleo, el supuesto veto de otros canales privados, incluido Venevisión, lo habrían obligado a venderle el alma al diablo. Así lo veo, así lo percibo, Izarra fue comprado por los millones que reciben como asalariado del gobierno.
Triste epitafio para Andrés, mañana se dirá en cada rincón de la patria: “Izarra se hizo chavista porque le mataron el hambre”.
Izarra en cada uno de sus “argumentos” nos mostró que defiende a una posición totalitaria y fascista, y a él como un socialista de cartón, de utilería de teatro comunitario. Haber tratado a Izarra como subalterno y leerlo ahora, nos obliga a llegar a la conclusión de que jamás lo conocimos. El Izarra que declara a los medios en Venezuela y fuera del país es diferente al “productor” de El Observador, quien demandaba para cada emisión del noticiario, la preparación de un show informativo y el uso de imágenes con “mucho veneno”, termino que acuñó, frase que impuso el presidente de Telesur, una estrategia que curiosamente aprendió en CNN. Tal vez fue ese formato el que despertó el rechazo del gobierno contra la política informativa del canal Dos.
El discurso de Izarra desde que está en el gobierno, antes no pensaba así, está en yuxtaposición con sus tesis de periodismo durante su estada en RCTV, donde dictó varios talleres, cursos, encierros, seminarios y extramuros, con el propósito de que los reporteros de RCTV pusieran en práctica su receta informativa.
El hombre que hoy cuestiona a RCTV fue el mismo que ayer nos cuestionó cuando quisimos presentar una historia exitosa de un hospital de Maracay, en el que se brindaba un buen servicio. Él nos llamó para darnos “clases de periodismo”:“No olvides que las buenas noticias, no son noticias”, fueron sus palabras, su consejo.
Izarra le dice al país que RCTV es un canal golpista, que sirve a los intereses de Estados Unidos, me gustaría saber desde cuándo empezamos a servir a la CIA, si antes o después de Izarra, porque hasta abril 2002, luego de su renuncia furtiva, cuyas razones no las tengo muy claras, Andrés participó en todas las reuniones de pauta y era un critico duro de las notas que no tuviera el “veneno” deseado, todavía están frescas sus palabras, cuando presentamos un reportaje sobre la recesión de la zona industrial de Maracaibo, en la que la despedida fue el sonido del cierre de un galpón, Izarra nos felicitaba porque había que dar donde le duele al gobierno, eso entre otras perlas que guardo en mis archivos, aun en cruzados correos que mantuve con Andrés.
En mis soliloquios he querido explicarme las razones que llevaron a Izarra a ser un “fablistán del oficialismo”. No deseo creer que la motivación de Andrés haya sido el odio, tampoco cobrar las lagrimas que durante las interpelaciones en la Asamblea Nacional derramó sobre los hombros de una colega. Si lo que lo mueve es el odio, su venganza incluirá a Globovisión, una planta que Izarra estaba seguro que no lo contrataría jamás, porque, según Andrés, el doctor Granier había girado instrucciones a todos los canales para que lo vetaran.
Otro de nuestros pensamientos para explicarnos la nueva actitud de Izarra, es que le tenía miedo al desempleo, el supuesto veto de otros canales privados, incluido Venevisión, lo habrían obligado a venderle el alma al diablo. Así lo veo, así lo percibo, Izarra fue comprado por los millones que reciben como asalariado del gobierno.
Triste epitafio para Andrés, mañana se dirá en cada rincón de la patria: “Izarra se hizo chavista porque le mataron el hambre”.
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