Por Trino Márquez
A partir del rotundo NO que la mayoría del pueblo le propinó al proyecto de reforma constitucional presentado por el comandante Hugo Chávez, ampliado hasta la aberración por la Asamblea Nacional, el Presidente de la República -hasta el maravilloso 2-D invicto en batallas electorales- comenzó a trabajar en ese fatídico período llamado preaviso. Cierto que es un lapso muy largo, pero preaviso al fin: su gobierno expira en enero de 2013, cuando deberá entregarle el mando a quien resulte ganador en las elecciones de diciembre de 2006. Si quiere acortar la agonía puede renunciar a partir de hoy.
A Chávez su margen de maniobra se le redujo drásticamente. Pronto comenzarán a surgir voces disidentes de su círculo de allegados. Lo que se comenzó a jugar desde que Tibisay Lucena, con fingida sonrisa, anunció los resultados electorales, es el destino de un estamento político que se ha enriquecido de manera obscena, que ha maltratado al país con la lista de Tascón y la lista Maisanta, que ha destruido a PDVSA, que cerró a RCTV, que ha ofendido a la oposición a través de La Hojilla y que ha dilapidado gran parte de la bonanza petrolera de los últimos años en el mantenimiento de una dictadura tan oprobiosa como la de Fidel Castro y en aventuras tercermundistas como las que promueven Evo Morales, Rafael Correa y, de nuevo, Daniel Ortega.
Chávez comenzó a trabajar de preaviso, y él lo sabe. Está consciente de que su mandato tiene término porque la inmensa mayoría de los venezolanos, los que votamos por el NO y quienes se abstuvieron, rechazaron su proyecto continuista y el cerco a la propiedad privada propuesto en el socialismo del siglo XXI. Todas las encuestas serias, ésas que anticiparon el triunfo del NO, establecieron con precisión que los artículos que generaban mayor temor, eran el que establecía la reelección indefinida y los que vulneraban la propiedad privada. Por lo tanto, cualquier intento de su parte de introducir nuevamente, de manera subrepticia o desembozada, el mismo proyecto para que la gente lo vote, volverá a recibir la respuesta categórica del pueblo, con el agravante para él de que en esa oportunidad sufragarán muchos de quienes se abstuvieron porque desconfiaban del CNE o no creían en el secreto del voto.
Además, el comportamiento de Hugo Chávez y sus aláteres, incluido en primer lugar el Ministro de la Defensa, están produciendo como efecto que el Comandante quede cada vez más aislado. Su actitud lo alejan aún más de los 3 millones de electores que perdió entre diciembre de 2006 y diciembre de 2007, más los que se sienten indignados por el lenguaje procaz y la actitud arrogante contra esa inmensa franja de venezolanos que se opuso a sus delirios comunistas y dictatoriales. La gran mayoría de los venezolanos esperaba que Chávez reaccionara frente a la derrota con la misma hidalguía que actuó Manuel Rosales cuando perdió en los comicios del 6 de diciembre de 2006; o como se comportó su archirival, Carlos Andrés Pérez, cuando producto de la conjura tramada por un grupo de resentidos e irresponsables, salió de la Presidencia de la República por un supuesto delito que nunca existió. En ese momento Pérez prefirió asumir el costo de una decisión injusta e incorrecta, antes que someter al país a un trance que podía provocar centenas de muertes.
A Chávez no le interesa la nación. Sólo le importa satisfacer su ego infinito, su delirio comunista y su apetito insaciable por el poder. Por eso se rodea de amanuenses y castrados que le rinden pleitesía, aunque con esa sumisión pueda hundirse al país en el caos y la violencia.
El triunfo del NO, no es una “victoria de mierda” como dice el caudillo venido a menos, en medio de la algarabía de un grupo de militares a los que les queda demasiado grande el uniforme que cargan y las insignia que lucen. Esa victoria popular fue grandiosa porque el pueblo tuvo que luchar contra muchísimos factores adversos. El NO tuvo que enfrentar el abuso de una casta que convirtió la maquinaria gubernamental y estatal en una inmensa agencia de propaganda al servicio de Chávez y cualquiera de las ideas disparatadas que se le ocurren. Por lo tanto, la oposición democrática se vio obligada a desarrollar su campaña en medio de un cuadro de severas restricciones. Como parte de este enorme desequilibrio entre el SÍ y el NO, el presidente del PDVSA, el insólito Rafael Ramírez declaró que él y la empresa estatal se ponían en campaña a favor de Chávez. Los ministerios, empresas públicas y hasta los jefes del Poder Moral anunciaron su apoyo al proyecto presidencial. Las gobernaciones y las alcaldías se alinearon –aunque con desgano- en pro del SÍ. VTV, VIVE TV, TVESy el Canal de la Asamblea Nacional hicieron lo mismo. A todo esto hay que agregar que la mayoría del CNE estaba abiertamente a favor del NO, y que Tibisay Lucena se comportó como la comisaria de asuntos electorales del primer mandatario.
El pueblo con el NO ganó frente al ventajismo grosero de Chávez, al desequilibrio en la cobertura de los medios televisivos, radiales e impresos, a la propaganda desmedida del Gobierno, a las presiones de todos los poderes públicos y a las amenazas abiertas de un jefe de Estado que irrespeta permanentemente la investidura que le concedieron quines votaron por él.
Así es, comandante Chávez Frías, que el triunfo del pasado 2 de diciembre no fue una “mierda”, sino ka hazaña grandiosa de un pueblo que decidió alzarse con el voto, arma insustituible para defender la libertad y la democracia. Y vaya convenciéndose de que comenzó a trabajar su preaviso.
A partir del rotundo NO que la mayoría del pueblo le propinó al proyecto de reforma constitucional presentado por el comandante Hugo Chávez, ampliado hasta la aberración por la Asamblea Nacional, el Presidente de la República -hasta el maravilloso 2-D invicto en batallas electorales- comenzó a trabajar en ese fatídico período llamado preaviso. Cierto que es un lapso muy largo, pero preaviso al fin: su gobierno expira en enero de 2013, cuando deberá entregarle el mando a quien resulte ganador en las elecciones de diciembre de 2006. Si quiere acortar la agonía puede renunciar a partir de hoy.
A Chávez su margen de maniobra se le redujo drásticamente. Pronto comenzarán a surgir voces disidentes de su círculo de allegados. Lo que se comenzó a jugar desde que Tibisay Lucena, con fingida sonrisa, anunció los resultados electorales, es el destino de un estamento político que se ha enriquecido de manera obscena, que ha maltratado al país con la lista de Tascón y la lista Maisanta, que ha destruido a PDVSA, que cerró a RCTV, que ha ofendido a la oposición a través de La Hojilla y que ha dilapidado gran parte de la bonanza petrolera de los últimos años en el mantenimiento de una dictadura tan oprobiosa como la de Fidel Castro y en aventuras tercermundistas como las que promueven Evo Morales, Rafael Correa y, de nuevo, Daniel Ortega.
Chávez comenzó a trabajar de preaviso, y él lo sabe. Está consciente de que su mandato tiene término porque la inmensa mayoría de los venezolanos, los que votamos por el NO y quienes se abstuvieron, rechazaron su proyecto continuista y el cerco a la propiedad privada propuesto en el socialismo del siglo XXI. Todas las encuestas serias, ésas que anticiparon el triunfo del NO, establecieron con precisión que los artículos que generaban mayor temor, eran el que establecía la reelección indefinida y los que vulneraban la propiedad privada. Por lo tanto, cualquier intento de su parte de introducir nuevamente, de manera subrepticia o desembozada, el mismo proyecto para que la gente lo vote, volverá a recibir la respuesta categórica del pueblo, con el agravante para él de que en esa oportunidad sufragarán muchos de quienes se abstuvieron porque desconfiaban del CNE o no creían en el secreto del voto.
Además, el comportamiento de Hugo Chávez y sus aláteres, incluido en primer lugar el Ministro de la Defensa, están produciendo como efecto que el Comandante quede cada vez más aislado. Su actitud lo alejan aún más de los 3 millones de electores que perdió entre diciembre de 2006 y diciembre de 2007, más los que se sienten indignados por el lenguaje procaz y la actitud arrogante contra esa inmensa franja de venezolanos que se opuso a sus delirios comunistas y dictatoriales. La gran mayoría de los venezolanos esperaba que Chávez reaccionara frente a la derrota con la misma hidalguía que actuó Manuel Rosales cuando perdió en los comicios del 6 de diciembre de 2006; o como se comportó su archirival, Carlos Andrés Pérez, cuando producto de la conjura tramada por un grupo de resentidos e irresponsables, salió de la Presidencia de la República por un supuesto delito que nunca existió. En ese momento Pérez prefirió asumir el costo de una decisión injusta e incorrecta, antes que someter al país a un trance que podía provocar centenas de muertes.
A Chávez no le interesa la nación. Sólo le importa satisfacer su ego infinito, su delirio comunista y su apetito insaciable por el poder. Por eso se rodea de amanuenses y castrados que le rinden pleitesía, aunque con esa sumisión pueda hundirse al país en el caos y la violencia.
El triunfo del NO, no es una “victoria de mierda” como dice el caudillo venido a menos, en medio de la algarabía de un grupo de militares a los que les queda demasiado grande el uniforme que cargan y las insignia que lucen. Esa victoria popular fue grandiosa porque el pueblo tuvo que luchar contra muchísimos factores adversos. El NO tuvo que enfrentar el abuso de una casta que convirtió la maquinaria gubernamental y estatal en una inmensa agencia de propaganda al servicio de Chávez y cualquiera de las ideas disparatadas que se le ocurren. Por lo tanto, la oposición democrática se vio obligada a desarrollar su campaña en medio de un cuadro de severas restricciones. Como parte de este enorme desequilibrio entre el SÍ y el NO, el presidente del PDVSA, el insólito Rafael Ramírez declaró que él y la empresa estatal se ponían en campaña a favor de Chávez. Los ministerios, empresas públicas y hasta los jefes del Poder Moral anunciaron su apoyo al proyecto presidencial. Las gobernaciones y las alcaldías se alinearon –aunque con desgano- en pro del SÍ. VTV, VIVE TV, TVESy el Canal de la Asamblea Nacional hicieron lo mismo. A todo esto hay que agregar que la mayoría del CNE estaba abiertamente a favor del NO, y que Tibisay Lucena se comportó como la comisaria de asuntos electorales del primer mandatario.
El pueblo con el NO ganó frente al ventajismo grosero de Chávez, al desequilibrio en la cobertura de los medios televisivos, radiales e impresos, a la propaganda desmedida del Gobierno, a las presiones de todos los poderes públicos y a las amenazas abiertas de un jefe de Estado que irrespeta permanentemente la investidura que le concedieron quines votaron por él.
Así es, comandante Chávez Frías, que el triunfo del pasado 2 de diciembre no fue una “mierda”, sino ka hazaña grandiosa de un pueblo que decidió alzarse con el voto, arma insustituible para defender la libertad y la democracia. Y vaya convenciéndose de que comenzó a trabajar su preaviso.
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