Por Teódulo López Meléndez
El cumplimiento de una tarea de pedagogía política se vive en soledad, como corresponde. Si debo expresar un primer agradecimiento necesariamente debo hacerlo con Internet, un maravilloso invento que ha roto las limitaciones y abierto el mundo al pensamiento y la reflexión como nunca antes desde que Gutemberg inventó la imprenta. Esto que llamamos ciberespacio es, en realidad, una conciencia universal que se mueve en un territorio sin fronteras.
Algunos hacen mal uso de él, como una catarsis de inmadurez que sustituye el diván del psicólogo o del psiquiatra y que puede reflejar –como en el caso nuestro- una profunda inmadurez en lo político, pero que, aún así, democratiza la expresión. En segundo lugar a quienes manejan estos medios, pues afortunadamente la máquina no actúa por sí sola, sino bajo control humano. A los periódicos impresos que publican mis columnas debo también una palabra de agradecimiento.
Hemos todos librado una batalla fundamentalmente de maduración de la conciencia política y ciudadana de los venezolanos. Era una tarea nada fácil, después de un largo sueño y de infinidad de errores. El aventón estudiantil fue el primer indicio claro de un renacer espiritual y de rescate de la política, palabra mancillada y, por ende, lanzada al diván de los trastos inútiles. Dije en infinidad de ocasiones que cuando una generación se ponía de frente se constituía en una barrera imposible de superar. Luego había que vencer toda una dura matriz de opinión endurecida contra la salida electoral. Por momentos tuve serias preocupaciones por una sociedad que descartaba el voto como herramienta de lucha. Finalmente había que torcer el brazo a instituciones que harían todo lo posible por evitar el reconocimiento de la expresión popular.
Cada quien luchó con sus armas. Hemos dejado en el camino muertos y heridos y sobre ellos debemos mantener la memoria viva. Debo agradecer a Fabia, la muchacha de Maracaibo, quien me sacó de un momento de serias dudas sobre el poder de la palabra. Un escritor sin la palabra es algo así como un mineral inútil. Sin embargo, debo reclamar que la responsabilidad intelectual se cumplió no más que con los dedos de las manos. Del otro lado le debe quedar al país una posibilidad de discernimiento abierta en cuanto se refiere a quienes opinan. Infinidad de columnistas no hicieron otra cosa que mentir, confundir o tratar de montarse sobre el oportunismo. El país debe aprender a diferenciar, a rechazar y a entender.
Hemos vivido una jornada histórica de intenso valor. Los protagonistas somos todos, pero unos son más protagonistas que otros. El movimiento estudiantil fue, y sigue siendo, la punta de lanza. Luego la comprensión de que sin la gente que comenzaba a disentir no llegaríamos a ninguna parte. Los intelectuales proclives al régimen y que dejaron escuchar su voz disidente tuvieron un intenso papel validado sobre la responsabilidad intelectual que hay que reconocerles. “Podemos” se alza hoy como una referencia de futuro y sobre sus bases se ve venir la fortificación de un partido de centroizquierda que aglutinará muchísimas voluntades, especialmente del campo sembrado de un socialismo democrático. Reconocimiento a los partidos del bloque del “NO” y a quienes se sumaron a última hora; atrás quedan las palabras fuertes que en alguna ocasión escribí, pero que eran absolutamente necesarias. La deuda que el país tiene con Raúl Isaías Baduel es muy grande. En medio de la incomprensión y de los ataques furibundos este hombre coherente nos ha evitado a los venezolanos muchos efectos perniciosos. Cuando los historiadores entren en acción y se revelen los detalles de todo este proceso habrá un reconocimiento sincero a su serenidad, a su visión y a su coraje.
Tenemos ahora, en el 2008, una cita ineludible: las elecciones regionales. No he tenido tiempo de revisar las cifras estado por estado, pero seguramente indicarán la posibilidad abierta de victoria en numerosas gobernaciones y alcaldías. Habrá que escoger los candidatos con mucho tino y sin pizca de mezquindad. Los mejores, en todos los aspectos, y aglomerar todos los esfuerzos sobre esas candidaturas. Muchos de los líderes estudiantiles deberán ser incluidos como candidatos a concejales, para que comiencen su aprendizaje en el manejo de los asuntos públicos. Infinidad de hombres de primera línea de nuestra historia republicana comenzaron desde un curul de concejal. No habría perdón si no se les da la oportunidad, que el calendario electoral nos brinda, a estos muchachos para que se ejerciten ahora en el trato directo con los problemas de las comunidades.
La tela donde cortar sobre este evento memorable que vivimos intensamente es mucha. Con lentitud –para la tregua que todos nos merecemos- analizaremos, porque hemos desechado la idea de callar después de logrado este objetivo. Aún la tarea del intelectual está viva en toda su magnitud. Las batallas por venir serán arduas y difíciles y el poder de la palabra será requerido nuevamente. El listado de puntos es largo. Incluyendo, como advertí a mediodía del domingo a tres o cuatro amigos, la abstención de una parte importantísima del electorado proclive al gobierno. Nótese que no uso ahora la expresión “chavista”. Comencemos la nueva tarea pedagógica despersonalizando la política, como paso previo hacia un país liberado de taras atávicas.
Debemos producir un análisis profundo de todo lo ocurrido. Ahora, como a todos los venezolanos, el sueño y el cansancio nos vencen. Una conclusión preliminar y obvia: si nos empeñamos, con el material humano del que está hecho este pueblo, podremos construir un país maduro, lanzado hacia el desarrollo y el progreso. Empeñémonos.
El cumplimiento de una tarea de pedagogía política se vive en soledad, como corresponde. Si debo expresar un primer agradecimiento necesariamente debo hacerlo con Internet, un maravilloso invento que ha roto las limitaciones y abierto el mundo al pensamiento y la reflexión como nunca antes desde que Gutemberg inventó la imprenta. Esto que llamamos ciberespacio es, en realidad, una conciencia universal que se mueve en un territorio sin fronteras.
Algunos hacen mal uso de él, como una catarsis de inmadurez que sustituye el diván del psicólogo o del psiquiatra y que puede reflejar –como en el caso nuestro- una profunda inmadurez en lo político, pero que, aún así, democratiza la expresión. En segundo lugar a quienes manejan estos medios, pues afortunadamente la máquina no actúa por sí sola, sino bajo control humano. A los periódicos impresos que publican mis columnas debo también una palabra de agradecimiento.
Hemos todos librado una batalla fundamentalmente de maduración de la conciencia política y ciudadana de los venezolanos. Era una tarea nada fácil, después de un largo sueño y de infinidad de errores. El aventón estudiantil fue el primer indicio claro de un renacer espiritual y de rescate de la política, palabra mancillada y, por ende, lanzada al diván de los trastos inútiles. Dije en infinidad de ocasiones que cuando una generación se ponía de frente se constituía en una barrera imposible de superar. Luego había que vencer toda una dura matriz de opinión endurecida contra la salida electoral. Por momentos tuve serias preocupaciones por una sociedad que descartaba el voto como herramienta de lucha. Finalmente había que torcer el brazo a instituciones que harían todo lo posible por evitar el reconocimiento de la expresión popular.
Cada quien luchó con sus armas. Hemos dejado en el camino muertos y heridos y sobre ellos debemos mantener la memoria viva. Debo agradecer a Fabia, la muchacha de Maracaibo, quien me sacó de un momento de serias dudas sobre el poder de la palabra. Un escritor sin la palabra es algo así como un mineral inútil. Sin embargo, debo reclamar que la responsabilidad intelectual se cumplió no más que con los dedos de las manos. Del otro lado le debe quedar al país una posibilidad de discernimiento abierta en cuanto se refiere a quienes opinan. Infinidad de columnistas no hicieron otra cosa que mentir, confundir o tratar de montarse sobre el oportunismo. El país debe aprender a diferenciar, a rechazar y a entender.
Hemos vivido una jornada histórica de intenso valor. Los protagonistas somos todos, pero unos son más protagonistas que otros. El movimiento estudiantil fue, y sigue siendo, la punta de lanza. Luego la comprensión de que sin la gente que comenzaba a disentir no llegaríamos a ninguna parte. Los intelectuales proclives al régimen y que dejaron escuchar su voz disidente tuvieron un intenso papel validado sobre la responsabilidad intelectual que hay que reconocerles. “Podemos” se alza hoy como una referencia de futuro y sobre sus bases se ve venir la fortificación de un partido de centroizquierda que aglutinará muchísimas voluntades, especialmente del campo sembrado de un socialismo democrático. Reconocimiento a los partidos del bloque del “NO” y a quienes se sumaron a última hora; atrás quedan las palabras fuertes que en alguna ocasión escribí, pero que eran absolutamente necesarias. La deuda que el país tiene con Raúl Isaías Baduel es muy grande. En medio de la incomprensión y de los ataques furibundos este hombre coherente nos ha evitado a los venezolanos muchos efectos perniciosos. Cuando los historiadores entren en acción y se revelen los detalles de todo este proceso habrá un reconocimiento sincero a su serenidad, a su visión y a su coraje.
Tenemos ahora, en el 2008, una cita ineludible: las elecciones regionales. No he tenido tiempo de revisar las cifras estado por estado, pero seguramente indicarán la posibilidad abierta de victoria en numerosas gobernaciones y alcaldías. Habrá que escoger los candidatos con mucho tino y sin pizca de mezquindad. Los mejores, en todos los aspectos, y aglomerar todos los esfuerzos sobre esas candidaturas. Muchos de los líderes estudiantiles deberán ser incluidos como candidatos a concejales, para que comiencen su aprendizaje en el manejo de los asuntos públicos. Infinidad de hombres de primera línea de nuestra historia republicana comenzaron desde un curul de concejal. No habría perdón si no se les da la oportunidad, que el calendario electoral nos brinda, a estos muchachos para que se ejerciten ahora en el trato directo con los problemas de las comunidades.
La tela donde cortar sobre este evento memorable que vivimos intensamente es mucha. Con lentitud –para la tregua que todos nos merecemos- analizaremos, porque hemos desechado la idea de callar después de logrado este objetivo. Aún la tarea del intelectual está viva en toda su magnitud. Las batallas por venir serán arduas y difíciles y el poder de la palabra será requerido nuevamente. El listado de puntos es largo. Incluyendo, como advertí a mediodía del domingo a tres o cuatro amigos, la abstención de una parte importantísima del electorado proclive al gobierno. Nótese que no uso ahora la expresión “chavista”. Comencemos la nueva tarea pedagógica despersonalizando la política, como paso previo hacia un país liberado de taras atávicas.
Debemos producir un análisis profundo de todo lo ocurrido. Ahora, como a todos los venezolanos, el sueño y el cansancio nos vencen. Una conclusión preliminar y obvia: si nos empeñamos, con el material humano del que está hecho este pueblo, podremos construir un país maduro, lanzado hacia el desarrollo y el progreso. Empeñémonos.
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