28 septiembre 2007

Las orquestas juveniles e infantiles

Por Marcos Carrillo Perera

Anthony y Samuel son dos niños a los que tengo el privilegio de conocer bien. Tienen nueve y doce años respectivamente. El primero vive en El Guarataro y el segundo viene de La Silsa, son excelentes estudiantes y se están formando como músicos en distintos núcleos del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela.

La orquesta no sólo es su pasión sino que ha creado una disciplina de trabajo que se extiende a su familia y amigos, quienes los apoyan, ayudan y admiran por su dedicación a todas las cosas que hacen. Son evidentes los beneficios, las alegrías, el sentido de responsabilidad y de inclusión que la orquesta ha ayudado a tener a Anthony, a Samuel y a los suyos, y sin duda generan un cambio positivo en su entorno. Esto se ha dicho mucho y comprobado suficientemente.

Pero un aspecto que se debe resaltar particularmente es la extraordinaria vocación de servicio, la admirable fe en lo que hacen, de aquellos que tienen a su cargo la formación de esos niños. Los jóvenes directores y profesores de los núcleos que, día a día, insisten en construir un espacio para la convivencia y la tolerancia, en la formación de jóvenes con una perspectiva más amplia del mundo que los rodea, con disciplina y exigencia. Son ellos los verdaderos guerreros que Venezuela necesita. Civiles armados de instrumentos con la convicción de que Mozart y Beethoven son más útiles para la humanidad en general, y para nuestro país en particular, que cualquier "prócer" de inútiles guerras y guerrillas que sólo generaron sufrimiento y divisiones en el mundo.

La inquebrantable tenacidad del equipo que ha seguido el ejemplo del Maestro José Antonio Abreu ha llenado al país no sólo de orquestas sino, más importante aún, de fe en que las cosas hechas con trabajo duro, amor y dedicación rinden frutos, que están a la vista tanto en Venezuela como en el mundo entero.

Resulta increíble ante lo abrumador de los hechos concretos, de la realidad tangible, de la aclamación de los más grandes genios vivientes de la música universal, que haya mezquinos que pretendan enlodar esta enaltecedora realidad. Es inverosímil que habiendo orquestas en Calabozo o Trujillo, en Güiria o El Vigía, existan personajes que han tratado inútilmente de descalificar casi lo único que hoy en día tiene para mostrar este decaído pedazo de tierra.

Es tan pobre de espíritu el miope que pretende que tan magna obra no reciba apoyo del gobierno más millonario que se haya conocido en el país, como el ciego que pretende hacer creer que esto es obra de Chávez.

La única realidad es que si hoy tenemos un país algo mejor no es por sus gobiernos sino por sus orquestas. Una tierra en la que se puede llegar a cualquier estado de Venezuela y ver un concierto de buen nivel por las sinfónicas regionales (formadas por niños, jóvenes y adultos de gran altura artística) o unos niños "tocando y luchando" por hacer lo mejor que su edad les permite. Hoy en día Venezuela no sólo exporta peloteros sino músicos, y todos los grandes directores de orquesta del mundo coinciden en que el país es una referencia musical universal.

Sólo se le tira piedras al árbol que da frutos. Si no lo creen pregúntenle a Abbado, Baremboim, Rattle o, mejor aún, pregúntele a Anthony y a Samuel si prefieren ensayar horas y horas o ver TV. Las orquestas infantiles y juveniles son metáfora y realidad impulsadas por la fe, el amor y la dedicación.

1 comentario :

  1. 30 años tiene el sistema de orquestas nacionales, pobre del que crea que es obra de Chávez, no puede estar más equivocado; es obra de todo el equipo del Maestro Abreu (no solo de él) y de su habilidad para sortear todos los cambios políticos y escollos económicos que se han sucedido desde aquella lejana fecha...

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