El Universal
¡Conque 64% de respaldo popular! ¿Auténtico o ficticio? ¿Convicción o conveniencia? ¿Qué hay detrás de esta cifra?
Una de las características del venezolano es la “viveza criolla”, esa particular manera de comportarse ante ciertas circunstancias, esa vía tangente que con buen ojo y destreza encuentra para escabullirse de los procedimientos y alcanzar su objetivo con mayor rapidez. Chávez es el mejor ejemplo de ello: expropia aquí, cierra allá, regala esto, condona aquello, sin trámites ni razones, simplemente porque le da la gana.
La viveza incluye una variante, que es la adecuación. Por lo regular, no se resuelve el problema, pero por un tiempo se logra aligerar las consecuencias. La perentoriedad marca la pauta. De ahí los continuos “operativos” que sirven para todo, y mientras se realizan, la gente hace ver que se conforma.
El desabastecimiento va en aumento, pero el gobierno instala un megamercal en cada barrio y los consumidores se dan por satisfechos hasta que los productos desaparecen de sus mesas. La inseguridad nos tiene viviendo al borde de la muerte, pero el gobierno se afana en resolver un caso muy sonado y, aparte de demostrar la eficiencia del C.I.C.P.C. cuando se lo propone, casi da la impresión de que siempre funciona con igual diligencia.
Sin embargo, todo esto es circunstancial, pues no hay continuidad, metodología, sistematización, excepto para la incitación a la violencia y la persecución a los disidentes por parte del gobierno. El interés de la administración pública no es solucionar los problemas del pueblo, sino problematizar los intereses del pueblo. Lo hace, por ejemplo, poniendo a prueba la lealtad de unos y la paciencia de otros.
En el caso de RCTV, la lealtad se mide en función de la renuncia a algunos de los derechos constitucionales, aun cuando tales derechos son irrenunciables. En el caso de la inseguridad, lo que se está midiendo es la paciencia de los venezolanos, expuestos sin remedio al riesgo de una bala o de una puñalada, cuyo derecho fundamental a la vida es el más vulnerado de todos. Nos están matando impunemente y no pasa nada.
¿De dónde sale, entonces, ese 64% de devotos al Presidente? De dos callejones: el de la necesidad, que los pone a protestar en las calles y a dormir a las puertas de los Ministerios vestidos de rojo, pero con pancartas alusivas a sus demandas; que culpan por omisión o negligencia a los funcionarios, pero exculpan a Chávez, aduciendo que sus subalternos le engañan. La “viveza” consiste en ofrecer sus votos al Presidente a cambio de la solución a sus problemas, pero le reclaman los obsequios que hace en el exterior a costa de las penurias de los venezolanos.
El otro callejón es el de la ignorancia, porque la mayoría de ellos no sabe ni le interesa saber qué es el socialismo, tampoco están seguros de haber entendido alguna vez qué es la democracia, y probablemente les tiene sin cuidado votar o no votar de nuevo en la vida. La “viveza” está en corear los eslóganes socialistas, renegar de la libertad y aceptar la presidencia vitalicia de Chávez, siempre que esto les garantice beneficios y privilegios. A costa de los nuevos excluidos, por supuesto.
Para este 64% la dignidad es un bien enajenable al mejor postor. Su respaldo no surge del amor a la patria, ni a Chávez, ni de una convicción ideológica, sino del interés natural y comprensible de tener lo que nunca han tenido… Aunque jamás lleguen a tener nada, porque con becas y bolsitas de mercado no se satisfacen las necesidades.
Una de las características del venezolano es la “viveza criolla”, esa particular manera de comportarse ante ciertas circunstancias, esa vía tangente que con buen ojo y destreza encuentra para escabullirse de los procedimientos y alcanzar su objetivo con mayor rapidez. Chávez es el mejor ejemplo de ello: expropia aquí, cierra allá, regala esto, condona aquello, sin trámites ni razones, simplemente porque le da la gana.
La viveza incluye una variante, que es la adecuación. Por lo regular, no se resuelve el problema, pero por un tiempo se logra aligerar las consecuencias. La perentoriedad marca la pauta. De ahí los continuos “operativos” que sirven para todo, y mientras se realizan, la gente hace ver que se conforma.
El desabastecimiento va en aumento, pero el gobierno instala un megamercal en cada barrio y los consumidores se dan por satisfechos hasta que los productos desaparecen de sus mesas. La inseguridad nos tiene viviendo al borde de la muerte, pero el gobierno se afana en resolver un caso muy sonado y, aparte de demostrar la eficiencia del C.I.C.P.C. cuando se lo propone, casi da la impresión de que siempre funciona con igual diligencia.
Sin embargo, todo esto es circunstancial, pues no hay continuidad, metodología, sistematización, excepto para la incitación a la violencia y la persecución a los disidentes por parte del gobierno. El interés de la administración pública no es solucionar los problemas del pueblo, sino problematizar los intereses del pueblo. Lo hace, por ejemplo, poniendo a prueba la lealtad de unos y la paciencia de otros.
En el caso de RCTV, la lealtad se mide en función de la renuncia a algunos de los derechos constitucionales, aun cuando tales derechos son irrenunciables. En el caso de la inseguridad, lo que se está midiendo es la paciencia de los venezolanos, expuestos sin remedio al riesgo de una bala o de una puñalada, cuyo derecho fundamental a la vida es el más vulnerado de todos. Nos están matando impunemente y no pasa nada.
¿De dónde sale, entonces, ese 64% de devotos al Presidente? De dos callejones: el de la necesidad, que los pone a protestar en las calles y a dormir a las puertas de los Ministerios vestidos de rojo, pero con pancartas alusivas a sus demandas; que culpan por omisión o negligencia a los funcionarios, pero exculpan a Chávez, aduciendo que sus subalternos le engañan. La “viveza” consiste en ofrecer sus votos al Presidente a cambio de la solución a sus problemas, pero le reclaman los obsequios que hace en el exterior a costa de las penurias de los venezolanos.
El otro callejón es el de la ignorancia, porque la mayoría de ellos no sabe ni le interesa saber qué es el socialismo, tampoco están seguros de haber entendido alguna vez qué es la democracia, y probablemente les tiene sin cuidado votar o no votar de nuevo en la vida. La “viveza” está en corear los eslóganes socialistas, renegar de la libertad y aceptar la presidencia vitalicia de Chávez, siempre que esto les garantice beneficios y privilegios. A costa de los nuevos excluidos, por supuesto.
Para este 64% la dignidad es un bien enajenable al mejor postor. Su respaldo no surge del amor a la patria, ni a Chávez, ni de una convicción ideológica, sino del interés natural y comprensible de tener lo que nunca han tenido… Aunque jamás lleguen a tener nada, porque con becas y bolsitas de mercado no se satisfacen las necesidades.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Exprésate libremente.
En este blog no se permiten comentarios de personas anónimas.