22 febrero 2007

Sin tetas no hay paraíso

Por Liliana Fasciani M.

Pocas veces se tropieza uno con un libro que enganche desde el primer párrafo y sea capaz de mantenerle sentado el tiempo necesario para llegar al punto final en la última página.

Para quienes la televisión es una opción apenas contemplada para informarse sobre los últimos acontecimientos, la lectura es casi siempre mejor alternativa. Eso me ha pasado con respecto a una serie transmitida a través de uno de los canales de televisión (ya no sé si privado, o del Estado, o de propiedad mixta) de nuestro país. Supe que anunciaban la serie con un título por demás sugerente, pero no me animé en lo absoluto a verla.

En cambio, cuando tuve frente a mi la novela -en cuerpo presente- de la cual ha surgido esa versión seriada para la televisión, mi actitud fue totalmente distinta. Abrí el libro en eso que Sartre (o el padre de Sartre) llamaba "la página buena", y me bastó con leer un par de líneas para arrellanarme en el sillón.

El texto es -en mi opinión- el resultado de una combinación metodológica exitosa sobre un tema de interés actual, que toca puntos especialmente sensibles del ser humano, la familia y la sociedad.

La obsesión por la belleza y la perfección de la figura humana, la ambición de poder y el dinero como medida del poder, la envidia en el más nítido concepto hobbesiano, la violencia como medio expedito para la consecución de fines casi ridículos, pero definitivamente importantes, la política en el contexto de sus errores, debilidades y vicios casi atávicos, la honestidad y la amistad en la cuerda floja de las conveniencias, la fama en su patética temporalidad.

Creo que Gustavo Bolívar Moreno ha escrito esta novela colocando sobre su mesa de trabajo todas las herramientas disponibles para realizar una disección en las entrañas más profundas de la sociedad colombiana, combinando el periodismo de investigación -desde su posición de comunicador social- con el análisis sociopolítico -desde su perspectiva de ciudadano de a pie-.

Si algo hubiere de ficción en la trama, está tan bien dosificado, que se percibe existe sólo para lograr encuadrar a los personajes en cada uno de los cuadros expuestos. Pero nada ficticio hay en la historia de Catalina y sus amigas, ni en la de su familia, ni en la de "los tales" y sus secuaces, como tampoco en la acción y en la omisión de las autoridades, ni siquiera en el comportamiento del último y más breve de los personajes.

"Sin tetas no hay paraíso" es un complejo de historias reales y crudas que vemos, leemos y oímos diariamente en los medios de comunicación, en la calle, en el país y en la vida. Pero no en Colombia nada más, sino en todos los países de América Latina y del mundo. Tampoco únicamente en la vida de otras personas, sino en nuestras propias vidas.

Cualquiera de nosotros tiene una hija, sobrina, tía, prima, nieta, o amiga que delira por unas tetas nuevas, más grandes y turgentes, que sean el punto focal de las miradas. Porque en la sociedad actual una par de buenas tetas, al igual que un par de hermosos glúteos y una cintura esculpida a pulso de bisturí elevan, redondean y estilizan la autoestima. ¿Quién puede culparlas? ¿Quién será que lance la primera piedra contra adolescentes, jóvenes y maduras que sólo desean lucir bellas y vencer los estragos del tiempo?

Esta es una novela de indiscutible actualidad. Quizá la única -hasta ahora- que encaja a la perfección en el molde de nuestro mundo y nuestro tiempo.

1 comentario :

  1. Muy buen artículo. felicitaciones también al autor del libro. Yo también lo leí y me quedé anonadado. Sin duda Gustavo Bolívar es el sucesor de García Márquez en Colombia. En hora buena.

    Ricardo Bonilla

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