12 febrero 2007

Nuevos atropellos a los accionistas minoritarios de la Electricidad de Caracas

Por Alberto Baumeister Toledo*

No salgo de mi asombro al ver las reacciones de la gente del lado de acá ante los atropellos del gobierno y con la anuencia festinada de los del lado de allá, ahora en este caso demostrado todo ello con lo de la pretendida compra, nacionalización, estatización o confiscación de la Electricidad de Caracas.

Lo de los lados opuestos, hasta ahora no existentes en Venezuela, es un producto autóctono, originario, o mejor dicho, como ellos mismos lo llaman, endógeno, cuya autoría completa es de este nuevo régimen, dizque socialista del XX, para mi, vulgarmente, más bien socialismo acomodaticio de un grupete que, sin filosofía ni rumbo definido, ha logrado que un pueblo inconsciente, iletrado y ayuno de principios los siga cual corderos guiados al matadero, con la simple oferta de un puñito de pasto, representado por vanas promesas, vacías de contenido, de una mejora de su condición social aupada por la rebaja de la que ostentan quienes la tienen escasamente sólo un poquito mejor.

Definitivamente que quienes han actuando de tal forma lo han logrado a costa de la suerte de haber encontrado un país entreguista y entregado, un pueblo ayuno de cultura y de educación, flojo y acomodaticio, o, de repente, como algunos también lo califican, de hasta vivo y sinvergüenza, pues bajo la ilusión de contar con la existencia de riquezas inagotables que le han vendido sus ductores políticos, ni cortos ni perezosos optan por la conducta del Gavilán, esto es, no me molesto siquiera en buscar comida, pues, cuando la necesito, cuento con mi vista y sagacidad y con la abundancia de recursos con la cual nos tiene dotados la Providencia. Nadie trabaja no teniendo necesidad de hacerlo, ni cachicamo consciente de su descuido, le cede generosamente su hueco a lapa.

En efecto, a ojo de buen cubero, si el país da inagotablemente hasta para robar sin límite y soportar la ineficiencia, ineficacia y tozudez de “adecos, copeyanos y chapistas”, bien tonto soy si me preocupo por él ni por su mejoría, ni por sus instituciones, ni por su moral, ni por su acontecer. Simplemente dejo que las cosas vengan solas y naturalmente, o que un demente irresponsable imponga un plan de emergencia en el cual se le paga a todo el mundo aún sin trabajar, o que otro infeliz tolere y admita que todo su tren de gobierno robe a dos manos, como aquel ingente Presidente de Cadafe (quien de casualidad no se llevó hasta la luz para su casa en el exterior), o que un irresponsable golpista, abanicando su apodo de “rapaz revolucionario”, para peor, pues no lo fue ni lo es para hacer que el país avance o cambie para bien, dispongan como si fueran suyas de las reservas monetarias del país, ni atribuya los beneficios del petróleo a quien le dé la gana, y si es en el extranjero mejor, ni finalmente respete ni preste apoyo justo a quienes por sus esfuerzos y ahorros de unos pobres creyentes en su tierra y su mercado de capitales y fortaleza de entes privados, con larga trayectoria de éxitos empresariales, de un día para otro, y sin que medie razonamiento serio de especie alguna, se les disminuyan sus inversiones a valor cero, o al sólo doce por ciento de lo que en su momento parte de ese patrimonio fue vendido por los que se salieron, irrespetando al resto de los minoristas y quedando bien acomodados.

No puedo concebir tampoco cómo una empresa multinacional, que invirtió 2.200 millones en la compra de unas acciones, ahora las entregue, por banales 703 millones, sin decir siquiera “mí” ( no precisamente por la nota musical, sino por el sonido, por demás criollo, usado para cuando se nos pretende hacer creer en lo que estamos seguros no puede ser posible).

Pero es que no puede ocurrir otra cosa diferente, aun en la empresa más ordenada y completa que trabaja en el país, con larga trayectoria privada y buen uso de sus recursos y mejores resultados en su productividad, cuando tenemos el mal ejemplo aupado del despilfarro de los fondos públicos en las micro empresas, o en las flamantes cooperativas y en otros experimentos rotundamente fracasados con los cuales se dispone, regala y dilapida el dinero de toda la nación bajo la excusa de que se está haciendo justicia social.

Hasta donde entendemos sensato, un asunto de esta magnitud se debe y se tiene que tramitar con absoluta transparencia, prestando toda necesaria información a cuantos tengan la condición de accionistas y, en especial, a los minoritarios, dando cumpliendo a todos los trámites legales contemplados en las leyes, brindando la poca o ninguna protección que merecen, el contrato no es un negocio de compra de acciones, ni de expropiación por causa de utilidad pública, ni nada que se le parezca, es vulgarmente asaltarlos con premeditación y alevosía, prevalidos de la condición del mas fuerte, como gobierno que son, y de la tradicional y lamentable escisión e indefensión que predomina en los grupos minoritarios de menos recursos.

Con la operación propuesta y la forma en que se ha vendido será implementada, se violentan los derechos de una considerable minoría accionaria, lo que es injusto e inaudito, pues en ellas también hay compatriotas que merecen respeto. pues lucharon por tener esos ahorros, por apoyar la productividad nacional y han servido para construir país.

No puede el Estado a su solo arbitrio, por insolente y prepotente que lo sea, fijar a fortiori y solo arbitrio el valor de esas inversiones, ni pagar lo que a bien tenga por lo que mucho vale para quienes lograron que sus inversiones justas y legales crecieran y se valorizaran.

El cinismo en esta operación ha rebasado toda barrera. En efecto, si en adición a lo antes dicho leemos los “versos de amor” y entrelíneas de las declaraciones del Ministro del ramo, quien alegó y cita en apoyo a la protección de esos socios minoritarios despreciados en la cruel operación, que se les dará idéntico trato que el brindado a los empleados de PDVSA. Si ello fuere así, tengamos por seguro que además seremos cruelmente expoliados y pisoteados en nuestros derechos. Si tendrán ese mismo trato, de inmediato esos ahorristas accionistas de la Electricidad deben y tienen que preguntarse cuál protección se les ha brindado a los “pedevecistas”, que han sido desprendidos sin trámite legal alguno de sus trabajos, despojados de sus prestaciones sociales y ahorros, y a quienes se han burlado sus derechos, y se les ha excluido de la justicia ordinaria para la defensa de tales atropellos.

Lo que por igual me tiene confundido, anonadado y me deja impávido es la actitud insólita de quienes en esa forma verán perdido su patrimonio, el silencio cómplice de quienes militan en la fila de accionistas minoritarios de la Electricidad y nada dicen ante estos atropellos, y los que sediciosa e inexplicablemente, como Directores de esa empresa atropellada, guardan absoluto silencio y no salen en defensa de todos los accionistas por igual, pues si bien es cierto que chupan y maman de los pezones de la accionista mayoritaria, sus salarios y remuneraciones la reciben por igual en parte con lo que es de los minoritarios y, por tanto, también merecen ellos defensa ante el atropello.

Es decir, el resto de los accionistas de la Electricidad son huérfanos de padre y madre, esto es, ni el Estado, ni la Empresa en la que han puesto su patrimonio y sus ahorros, los defienden. Si a la mayoritaria le parece ideal el mendrugo que le pagan por sus acciones, a los demás accionistas nos parece un atropello vil e insensato ese valor autoritariamente fijado contra toda norma o principio legal o racional.

Ahora, no una, sino ya dos veces, estamos haciendo papel de tontos útiles quienes somos accionistas minoritarios en ELECAR. Nuevamente, hasta les prestamos la cama tanto a los anteriores mayoritarios como a la ahora empresa extranjera condueña, para que les sirviera de acolchado lecho donde nos harán perder la virginidad como socios de buena fe y manejarnos a su antojo. En esta ocasión, nuestro papel de ingenuos ciudadanos será peor que el papel de los pedevecistas, y más lamentable que el de los Cubanos que se autoexiliaron de su país cuando llegó el nefasto comunismo castrista y salieron corriendo, dejándoles abandonados sus bienes y haberes sin motivo alguno.

Definitivamente que en Venezuela se acabaron los pantalones de hombres y la conciencia sobre lo que es y debe ser la propiedad privada, ni lo que es el ahorro para tener vida mejor en el futuro, ni una vejez menos aciaga y el interés mas light por defender la patria.

Ahora si es verdad que uno debe concluir que Chávez, el chavismo y sus huestes tienen razón de hacerse dueños del país, ante el abandono inminente que hemos hecho por tan caros valores, quienes integramos el resto de los habitantes de este insólito país.

Yo sí les prometo algo: ni me quedaré callado, ni dejaré de defender lo mío, y si para ello es preciso, hasta a costa de mi vida o de mis más caros intereses procederé dando la cara para repeler tan grande nuevo atropello.

* Individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales

1 comentario :

  1. Soy un ex-trabajador de PDVSA, aquella otra que fue eficiente, productiva y tricolor. Si a los accionistas de EDC, de CANTV, o de cualquier otra empresa a la que el actual gobierno ha decidido meterle la mano para descuartizarla, los van a tratar como a nosotros, entrarán en las filas de los excluidos, humillados y ofendidos.
    Octavio P.

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