Por José Alberto Medina Molero
A los que aún sueñan
“Entre siempre y jamás
el rumbo, el mundo oscilan
y ya que amor y odio
nos vuelven categóricos
pongamos etiquetas
de rutina y tanteo...”
Mario Benedetti
Hace cuarenta años intereses injustos, criminales y para nada progresistas (en el sentido más humano posible) acabaron con la vida, que no con las ideas, del Dr. Martín Luther King, el mismo que en 1963 había electrizado a su sociedad y al mundo con un luminoso discurso: “Yo tengo un sueño”.
Parafraseando esa pieza única, cualquier habitante de esta dolida tierra caribeña podría decir que luego de 178 años de estructura republicana, el pobre sigue siendo pobre (en todos los sentidos), la educación sigue siendo pésima ( no enseña a pensar ni a empinarse como ciudadanos),la justicia sigue siendo de los poderosos, los políticos siguen siendo eficaces depredadores, la nación sigue sin horizontes, los prohombre siguen recluidos en sus torres de marfil, los opositores calculan y recalculan en sus mezquinos intereses, los excluidos siguen siendo utilizados con cada campaña, la esperanza sigue siendo vana, la rutina alrededor del circulo vicioso de nuestras falencias sigue siendo gravosa.
La triste sensación de Sísifo sigue latente en los pocos que sueñan con un país mejor, la salida al túnel de nuestros atrasos sigue siendo utópica. La nada, salpicada de picardía y rapacidad, sigue siendo nuestra divisa, la angustia nuestro lema. El pesimismo nuestro aliento.
Pese a todo, debemos soñar y luchar por una nueva realidad, por un país como el soñado por el Dr. King, con una tierra, con un nuevo día donde: “todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino...”
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