Por Juan José Garrido Koechlin
“La verdad tarda, pero llega”, alega un refrán. Sabemos que no siempre es así. A veces, esta verdad -si bien se descubre- no llega a cubrir adecuadamente a la población afectada, lo cual permite que la mentira y el fraude queden como sabiduría convencional, y añadiríamos indeterminadamente. “Miente, miente, que algo queda”, afirma otro. Éste es el caso del último fraude perpetrado por el movimiento ecologista-progresista en la cháchara del calentamiento global.
La letanía en formato documental –Oscar y Nóbel incluídos- clama con escenas horrendas el supuesto antropogénico -añaden que con carácter de irreversible- en el ecosistema terráqueo, siendo la escena más notable aquella que parecía salida de la hollywoodense “El día despues de mañana”, donde los glaciares se derrumban secuencialmente, y la voz engolada del trucho Al Gore nos presagia los últimos días antes del ocaso final.
Bueno, pues resulta que el parecido no era tal. La escena fue extraída de las grabaciones de la película en cuestión, y esto –que ya de por sí suscita al menos un ajuste en la veracidad del supuesto documental, toda vez que no hacen mención alguna de ello- no es lo peor del embuste propogado. La escena se construyó íntegramente por computadoras. Así como lee. Es decir, no ocurrió, nunca existió, es un truco, un montaje. Un cartoon.
Ciencia es la creencia relativa, en base a evidencia disponible, sujeta a cambio; es decir, se trata de investigar y estar dispuestos a cambiar el paradigma frente a nueva data. No se trata de ajustar la realidad a tus creencias, a tus deseos, a tus intereses o a tus caprichos. Eso es delusión. Las causas antropogénicas no están –para nada- probadas; más bien, queda cada día más claro que es la mayor y menor actividad solar la que determina los ciclos de calentamiento y enfriamiento que sufre la Tierra –y Marte, y otros planetas- desde hace millones de años. Esta treta demuestra eso: que a falta de data consistente, bien vale una maquilladita.
No es casualidad que los mismos que se rasgan las vestiduras por el calentamiento global aparecen siempre en la postura anticapitalista, proponiendo pararlo todo. Ya sabemos a donde llegamos con eso, y como afecta a los más necesitados. Como bien dice H.L. Mencken, “la urgencia para salvar a la humanidad es siempre un falso frente que persigue la urgencia de controlarlo todo”. Como las sandías: verdes por fuera, rojas por dentro.
“La verdad tarda, pero llega”, alega un refrán. Sabemos que no siempre es así. A veces, esta verdad -si bien se descubre- no llega a cubrir adecuadamente a la población afectada, lo cual permite que la mentira y el fraude queden como sabiduría convencional, y añadiríamos indeterminadamente. “Miente, miente, que algo queda”, afirma otro. Éste es el caso del último fraude perpetrado por el movimiento ecologista-progresista en la cháchara del calentamiento global.
La letanía en formato documental –Oscar y Nóbel incluídos- clama con escenas horrendas el supuesto antropogénico -añaden que con carácter de irreversible- en el ecosistema terráqueo, siendo la escena más notable aquella que parecía salida de la hollywoodense “El día despues de mañana”, donde los glaciares se derrumban secuencialmente, y la voz engolada del trucho Al Gore nos presagia los últimos días antes del ocaso final.
Bueno, pues resulta que el parecido no era tal. La escena fue extraída de las grabaciones de la película en cuestión, y esto –que ya de por sí suscita al menos un ajuste en la veracidad del supuesto documental, toda vez que no hacen mención alguna de ello- no es lo peor del embuste propogado. La escena se construyó íntegramente por computadoras. Así como lee. Es decir, no ocurrió, nunca existió, es un truco, un montaje. Un cartoon.
Ciencia es la creencia relativa, en base a evidencia disponible, sujeta a cambio; es decir, se trata de investigar y estar dispuestos a cambiar el paradigma frente a nueva data. No se trata de ajustar la realidad a tus creencias, a tus deseos, a tus intereses o a tus caprichos. Eso es delusión. Las causas antropogénicas no están –para nada- probadas; más bien, queda cada día más claro que es la mayor y menor actividad solar la que determina los ciclos de calentamiento y enfriamiento que sufre la Tierra –y Marte, y otros planetas- desde hace millones de años. Esta treta demuestra eso: que a falta de data consistente, bien vale una maquilladita.
No es casualidad que los mismos que se rasgan las vestiduras por el calentamiento global aparecen siempre en la postura anticapitalista, proponiendo pararlo todo. Ya sabemos a donde llegamos con eso, y como afecta a los más necesitados. Como bien dice H.L. Mencken, “la urgencia para salvar a la humanidad es siempre un falso frente que persigue la urgencia de controlarlo todo”. Como las sandías: verdes por fuera, rojas por dentro.
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