Por José Alberto Medina Molero
En su siempre lúcida y puntillosa manera de tratar los temas el Dr. Simòn Alberto Consalvi nos regaló en su columna del domingo 11-05-08 una idea que no tiene pérdida alguna: aquellos que esperan mesías políticos son pobres de espíritu.
¿Cómo no estar de acuerdo con un pensamiento de esas dimensiones y poder de síntesis?, Por supuesto que hay pobreza de espíritu en ello. ¿Qué duba puede caber?
Sin embargo esta idea no engloba todo el panorama de lo que sucede a nivel de triste tragicomedia en esta Venezuela de los albores del siglo XXI. ¿Qué elementos faltan para completar una visión completa del panorama?
En primer lugar que esa pobreza de espíritu, ha sido incubada por los dirigentes que han permitido que el nivel de educación de la gente sea el más paupérrimo, el menos formador de ciudadanos en la mayor extensión del término. El otro factor que pude completar el panorama es el siguiente: las encuestas muestran el profundo sentimiento de desconfianza, que una porción nada desdeñable de la población venezolana tiene respecto a sus líderes oposicionistas. En ello se observa el escepticismo que se siente en algunos sectores, al advertir actitudes y mensaje erróneos en las filas opositoras, falencias como las que propiciaron (entre otras cosas) un régimen como el actual. Lo más lamentable, es que lejos de hacer un diagnóstico y una especie de reingeniería política, se duelen del electorado y los acusan de inmadurez, de no comprender sus circunstancias, de portaestandartes de la antipolítica. Ello pareciera muy fácil para los conspicuos dirigentes en lugar de hacer las correcciones a que hubiera lugar.
Mientras tanto el drama continua.
En su siempre lúcida y puntillosa manera de tratar los temas el Dr. Simòn Alberto Consalvi nos regaló en su columna del domingo 11-05-08 una idea que no tiene pérdida alguna: aquellos que esperan mesías políticos son pobres de espíritu.
¿Cómo no estar de acuerdo con un pensamiento de esas dimensiones y poder de síntesis?, Por supuesto que hay pobreza de espíritu en ello. ¿Qué duba puede caber?
Sin embargo esta idea no engloba todo el panorama de lo que sucede a nivel de triste tragicomedia en esta Venezuela de los albores del siglo XXI. ¿Qué elementos faltan para completar una visión completa del panorama?
En primer lugar que esa pobreza de espíritu, ha sido incubada por los dirigentes que han permitido que el nivel de educación de la gente sea el más paupérrimo, el menos formador de ciudadanos en la mayor extensión del término. El otro factor que pude completar el panorama es el siguiente: las encuestas muestran el profundo sentimiento de desconfianza, que una porción nada desdeñable de la población venezolana tiene respecto a sus líderes oposicionistas. En ello se observa el escepticismo que se siente en algunos sectores, al advertir actitudes y mensaje erróneos en las filas opositoras, falencias como las que propiciaron (entre otras cosas) un régimen como el actual. Lo más lamentable, es que lejos de hacer un diagnóstico y una especie de reingeniería política, se duelen del electorado y los acusan de inmadurez, de no comprender sus circunstancias, de portaestandartes de la antipolítica. Ello pareciera muy fácil para los conspicuos dirigentes en lugar de hacer las correcciones a que hubiera lugar.
Mientras tanto el drama continua.
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