18 marzo 2010

El futuro se oculta detrás de una nube


Es difícil la vida en medio de un conflicto, sobre todo cuando éste se ha hecho permanente. Trato de mirar hacia delante y lo que veo es una densa neblina de incertidumbre cubriendo el horizonte. Supongo que lo que hay detrás debe de ser mejor o, al menos, distinto, porque al otro lado de esa inmensa nube está el día siguiente, el mes próximo, el futuro. Y resulta que ahora no sé nada al respecto. Ni siquiera consigo convencer a mi imaginación de que realice un ejercicio hipotético de opciones, de estimación de probabilidades. Desde donde estoy ahora, todo a mi alrededor es blanco o negro. Los matices han desaparecido.

Planificar, en estas condiciones, es una estupidez. El plan más ambicioso apenas alcanza hasta un par de semanas. No hay manera de extender el plazo, porque no es posible saber cuántas cosas habrán cambiado en ese breve tiempo. En un país sin estabilidad de ninguna naturaleza, es temerario apostarle al éxito de una meta cuya realización depende más de circunstancias externas que de uno mismo. Asumir compromisos que comportan obligaciones y responsabilidades (comprar un inmueble, emprender un negocio, invertir en activos, mantener el patrimonio, aumentar la familia, estudiar una especialización...) es asumir el riesgo de ser afectado, directa o indirectamente, por decisiones políticas y judiciales que transforman y, con frecuencia, trastornan lo social y lo económico en nuestra vida.

Algunos de mis amigos se han dado cuenta de esto y han enviado a sus hijos a otros países. Esa es una de las pocas decisiones que -todavía- les pertenecen. Lo que para ellos representa un sacrificio personal, familiar y económico, significa para los más jóvenes una oportunidad de conocer otro estilo de vida, de formarse académica y profesionalmente con otros principios, de madurar como seres humanos con otros valores, de lograr la independencia mediante la responsabilidad de sus actos y, fundamentalmente, de disfrutar la libertad fuera de los linderos del miedo, la censura y la represión. ¡Ojalá entiendan cuán afortunados son! Porque la mayoría de los adolescentes y jóvenes venezolanos no tiene la posibilidad de vivir una experiencia semejante.

Si lo que debería mantenerse estable sigue cambiando y lo único que debería cambiar se mantiene estable, el futuro de quienes permanecemos aquí en casi nada se diferenciará de nuestro presente.

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