Leo en la prensa de hoy que el abogado y político demócratacristiano Oswaldo Álvarez Paz (Maracaibo, 10 de febrero de 1943) aspira a la Presidencia de la República en las próximas elecciones de 2012.
"Quisiera que mi nombre sonara como Presidente de la República en el próximo período; candidatos hay como montón, pero Venezuela lo que necesita es liderazgo y que no hayan factores artificiales que distorsionen la estrategia de enfrentamiento contra este régimen."
Por supuesto, las reacciones de algunos ciudadanos no se han hecho esperar. Entre éstas, hay quienes ven en Álvarez Paz la representación del pasado, de la denominada "IV República"; otros consideran que ya tuvo su oportunidad, cuando el Partido Social Cristiano (COPEI) lo postuló como candidato presidencial en 1993 y resultó electo el Dr. Rafael Caldera que, para entonces, representaba a su recien fundado partido Convergencia; algunos, por su parte, piensan que tiene tanto derecho como cualquier otro venezolano a presentarse en dichas elecciones, habida cuenta de su gestión como Gobernador del Estado Zulia (1989 y 1992). En 1998 intentó ser reelecto para este mismo cargo, ya no como militante de COPEI, sino por Alianza Popular, organización política que creó en 2005 con el lema "Resistencia, Libertad y Justicia", resultando vencedor el ex militar Francisco Arias Cárdenas, apoyado por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Pienso que la aspiración de Álvarez Paz es legítima, pero no basta con expresarla públicamente si no se acompaña de una propuesta seria y concreta que recoja los problemas puntuales de la sociedad venezolana mediante soluciones prácticas y efectivas. La experiencia de once años de un gobierno populista, ineficiente y opresor debe enseñarnos a no aceptar de buenas a primeras las candidaturas -mejor dicho, las precandidaturas- de cuantos se sientan atraídos, llamados o impulsados a medirse en una contienda de tanta importancia y responsabilidad. No pongo en duda que el doctor Álvarez Paz posee destacadas cualidades personales, intelectuales, políticas y gerenciales que avalan sobradamente su eventual nominación. Sin embargo, se le escapa al doctor Álvarez Paz que la población electoral venezolana ahora exige que cualquier candidatura sea producto, en primer lugar, de elecciones internas en el seno de los respectivos partidos. Esto significa que, al menos en el lado de las organizaciones políticas que componen la denominada Mesa de la Unidad (MUD), se trabaja arduamente por lograr que de este bloque surja, mediante elecciones primarias, un solo candidato en representación de todos los sectores de la oposición.
Entre "Yo quiero ser Presidente" y el triunfo electoral en 2012 hay un largo, tortuoso e imprevisible camino. Y la primera estación del trayecto debe ser someter su aspiración a la voluntad de las bases de su partido. Este es el punto de partida de la democracia.
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