15 noviembre 2009

Los efectos de la desnutrición

Exposición del Dr. Abel Albino, Presidente de la Fundación CONIN, a los alumnos del master en Dirección de Empresas EMBA XV en Argentina.
Hay mucho qué aprender y aplicar de su análisis acerca de los efectos de la desnutrición en la capacidad de los niños.

14 noviembre 2009

Juegos de guerra

El militar Hugo Chávez llama a la guerra contra Colombia. Dirige sus órdenes a la Fuerza Armada nacional, a los milicianos, a los reservistas, a los militantes de su partido único. Por razones obvias, excluye del llamado a los opositores. Sólo puedo comparar esta escena con la imagen de Hitler ante un auditorio de jóvenes incautos y adultos confundidos, mientras agita esquizofrénicamente sus manos y eleva el tono imperativo de su voz. Tal como se veía en el dictador alemán, en el dictador venezolano también se ve que lo que determina la importancia de sus objetivos no está en las palabras que pronuncia, sino en el lenguaje físico.

No puede ser de otra manera, porque hablar de guerra obliga a hacer hablar al cuerpo. La guerra implica un previo estado de cosas: desacuerdo y conflicto, intolerancia y hartazgo, intuición y reacción, ya sea respecto a las ideas o respecto a los hechos. Y todas estas situaciones se expresan a través de los gestos que, a su vez, son la forma de expresión de las emociones. La racionalidad funciona y se manifiesta de manera muy distinta. Por lo tanto, la idea de guerra en cualquier individuo no surge espontáneamente, sino que es producto de ciertas condiciones en el propio individuo y de determinados factores en el ámbito político de las relaciones internas o externas.

En un hombre como Chávez, está comprobado que su temperamento natural es violento en extremo, lo que explica su intento de tomar el poder por la fuerza mediante un golpe de Estado. También lo demuestran sus rampantes declaraciones de apoyo a los grupos guerrilleros y sus muy conocidas formas de "lucha" política, principalmente en los campos de batalla nacionales, contra sus "enemigos", que no adversarios, de la oposición.

Su decisión es determinante, al menos en el submundo de su imaginario, y en lo absoluto espontánea, sino todo lo contrario. Es una decisión elaborada e internizada, como lo es su idea de la revolución y su propósito de perpetuarse en el poder. Lo único circunstancial es el "otro" que, en este momento, no es Colombia, sino el Presidente colombiano, porque éste se ha convertido en una enorme roca dentro de su bota. Cualquiera que no piense como él y se interponga en su camino hacia la consolidación continental del neosocialismo y de su propia figura como líder internacional indiscutible, se convierte en objetivo militar de su declaración de guerra. Así que el gesto corporal de su decisión no se manifiesta solamente en la agitación de sus extremidades y en las expresiones de su rostro, sino también en la reciente movilización de una veintena de tanques de guerra hacia la frontera colombo-venezolana. Poco importa que los tanques lleguen hasta allá sobre las plataformas de otros vehículos, como en efecto han sido transportados. Lo que importa es que, una vez colocados en sus respectivos sitios "estratégicos", producirán un impacto que, eventualmente, podría desencadenar una serie de acontecimientos propicios para la acción.

Lo que busca Chávez es provocar al "otro", aunque muchos piensan que la provocación provino de éste. Pero Chávez, que no cree en nada ni en nadie, duda de que el "otro" lo que busca es proteger a su país de la guerrilla. Lo que no sabemos es si la paciencia del "otro" tiene un límite y si, después de todo, también le interesará jugar a la guerra.

13 noviembre 2009

La perolización

Me despierto y el cielo está nublado. Me levanto, voy al lavabo, pongo una línea de pasta dental sobre las cerdas del cepillo y abro el grifo. En lugar de agua, sale un rugido. El sonido es una queja airada del estrago hidráulico de la tubería. La palabra "racionamiento" se dibuja con letras enormes en mi mente. Mientras me dirijo a la cocina, descompongo las sílabas y las pinto de distintos colores.

RA-CIO-NA-MIEN-TO

Me doy cuenta de que la palabra, así descompuesta, conduce a otra que es producto de una descomposición diferente, no silábica, sino moral: miento, conjugación en tiempo presente del verbo mentir, que significa no decir la verdad. Y la verdad es que la verdad es algo que los que racionan los bienes y servicios nunca dicen.

Busco una perolita (jofaina sería un término demasiado oligárquico) y vierto en ella un poco de agua potable. En el trayecto de retorno al lavabo pienso que la palabra racionamiento se parece fonética y ortográficamente -pero sólo fonética y ortográficamente- a la palabra razonamiento, del verbo razonar. Un ejercicio que no suelen practicar los gobernantes en ejercicio que son quienes, por lo general, planifican, ordenan y distribuyen las raciones de bienes y servicios.

Ya en el lavabo, administro lo mejor posible el agua que tengo en la perolita para cepillarme los dientes y lavarme la cara. Entonces mi otro yo me dice desde el espejo que hay nuevos verbos en el vocabulario nacional. Uno, proveniente del vocablo "perol", cuya definición, según el Diccionario de la RAE, es: "Vasija de metal, de forma semejante a media esfera, que sirve para cocer diferentes cosas. Objeto cuyo nombre se ignora, no se recuerda o no se quiere mencionar". El otro, proveniente de la palabra "totuma", definida como: "Fruto del totumo. Vasija hecha con ese fruto". En Venezuela, es común el empleo de ambos términos. El primero, sobre todo, tiene diversas variantes: perol, perola, perolito, perolita, perolera y perolero.

Así que, dadas las muy especiales circunstancias que caracterizan este momento de la vida del país, nos vemos obligados a transformar ambos sustantivos en verbos de heterodoxa conjugación.

Yo me perolizo / totumizo
Tú te perolizas / totumizas
El se peroliza / totumiza
Nosotros nos perolizamos / totumizamos
Ustedes se perolizan / totumizan
El gobierno nos peroliza / totumiza




09 noviembre 2009

Venezuela y Colombia quieren PAZ

Una guerra es todo lo que nos falta, nada menos que con Colombia, para completar el despedazamiento del país.

La ligereza con que el Presidente venezolano ordena a los militares "prepararnos para la guerra y ayudar al pueblo a prepararse para la guerra, porque es responsabilidad de todos", nos da una idea de cuál es su concepto de la paz y cuáles son los fines de su revolución.

Para desatar la guerra, basta una declaración, y lo siguiente es movilizar al Ejército con sus respectivos arsenales hacia el campo de batalla y empezar a disparar. La guerra es destrucción y destruir es fácil. Sobre todo cuando quien declara la guerra no piensa en las consecuencias.

Frente a semejante (des)propósito, hay que presentarle al pueblo venezolano una propuesta de paz con los pueblos hermanos, de paz en concordancia con los ideales democráticos de venezolanos y colombianos, de paz en armonía con las expectativas de una vida mejor de los ciudadanos de ambas naciones.

Ni los venezolanos, ni los colombianos tenemos motivos para entrar en conflicto, por el contrario, son muchas más las cosas que nos hermanan que las que nos separan, son muchos los beneficios mutuos que obtendríamos de una buena relación si los gobiernos de nuestros países se entendieran. Pero no habrá posibilidad de entendimiento, ni con Colombia, ni con otros países con gobiernos democráticos, mientras un militar formado para la guerra detente el poder en Venezuela. Chávez buscará a toda costa y a cualquier costo una confrontación bélica con Colombia. Confío en que prevalecerá el sentido común en los venezolanos, principalmente en aquellos que pronuncian el lema de la revolución sin mucha conciencia de su significado.

La diferencia entre un país que progresa y otro que se autodestruye radica en la capacidad de sus gobernantes para ofrecer condiciones para la vida o para la muerte. Las condiciones básicas para la vida son la educación, el trabajo y el cumplimiento de la ley, ninguna de las cuales es posible realizar en situación de guerra.