Por Liliana Fasciani M.
En el marco del Seminario Ideológico Internacional "El socialismo científico" que se celebra actualmente en Caracas, han surgido ciertas posiciones que merece la pena destacar, una de ellas de carácter conceptual y la otra con visos formativos, todo esto en torno a la propuesta promovida por Hugo Chávez de lo que él denomina "Socialismo del siglo XXI".
La primera, que pretende justificar el fracaso del modelo socialista en los países que durante casi medio siglo lo adoptaron con penosos resultados, ha sido emitida por el Secretario General del PCV, Oscar Figuera: "No fue el socialismo lo que fracasó en el siglo XX sino la ausencia de lo que él significa..., en ninguna parte los clásicos plantearon que todos los bienes deban ser del Estado. Sólo los medios fundamentales". (Diario Ultimas Noticias, 19/07/06, p.16)
La segunda, que afirma el objetivo del gobierno venezolano de formar a los jóvenes universitarios en el ideario socialista propuesto por la "revolución bolivariana", según lo expresa Andrés Eloy Ruíz, Rector de la UBV: "Las universidades deben ser espacios abiertos para la discusión del socialismo del siglo XXI". (Diario El Universal, 19/07/06, p. I-8)
Lo que cada quien entiende
Es comprensible que en una sociedad como la venezolana, en la que las diferencias entre ricos y pobres estuvieron durante décadas aplacadas por la existencia y preeminencia de una clase media trabajadora, proactiva, generadora de recursos humanos, intelectuales, materiales y económicos, promotora de la iniciativa privada y portaestandarte principal del ejercicio de la libertad individual, el tema de las ideologías sea, a estas alturas, algo que crea dudas y temores.
Quienes saben que el sustento en la vida se gana trabajando, poco dispuestos están a emplear parte de su tiempo en estudiar, analizar y debatir las teorías políticas y económicas de Locke, Tocqueville, Constant, Proudhon, Fourier, Owen, Smith, Marx, Fichte, Keynes o Hayek. Estos asuntos los dejan en manos de los que a estos menesteres se dedican. La mayoría de las personas se conforma con saber que existen unas "ideas" que encajan en los "títulos" de socialismo, comunismo y liberalismo, pero no tienen tiempo o interés en profundizar acerca de aquéllas. El resultado es que de unas y otras sólo conocen la definición "popular", generalmente, difundida de manera un tanto distorsionada.
Se confunde "socialismo" con "comunismo" y se les entiende como sinónimos. Igual se piensa que el liberalismo es la expresión política del capitalismo y el antecedente histórico del neoliberalismo.
En una reciente encuesta de calle realizada de manera informal por un canal de televisión y con resultados no vinculantes desde el punto de vista estadístico, la periodista Carla Angola formulaba la siguiente pregunta: ¿Sabe Ud. qué es el socialismo? De poco más de media docena de encuestados, algunos declararon no saber, otros contestaron evasivamente y apenas dos personas se aproximaron a la respuesta correcta. Sin embargo, uno de los encuestados contestó, sonriente, más o menos en los siguientes términos: "Es algo bueno porque ayuda a los pobres".
Las personas tienen sus propias ideas acerca de algunas ideas, especialmente en cuestiones políticas, quizá porque se trata de temas abiertos en los que nadie nunca -afortunadamente- ha podido decir la última palabra.
El problema, no obstante, se plantea de acuerdo con un esquema al parecer distinto del que ha propuesto Hugo Chávez para su "socialismo del siglo XXI". Mientras éste intenta convencer a la gente de la importancia de lo humano sobre lo económico, la gente sigue convencida de lo contrario, aun cuando consideren acertada dicha afirmación, pero únicamente en el plano teórico. En el plano práctico, la ideología, ya sea socialista, comunista o liberal, sólo es útil en la medida en que comporte beneficios económicos.
Lo que parece ser
El comunismo
Los primeros vestigios del comunismo surgen de las ideas de Platón contenidas en La República o el Estado, según la cual la propiedad privada es fuente de egoísmo como la riqueza lo es de la corrupción, especialmente pública. Todas las demás teorías comunistas que se han desarrollado con posterioridad tienen su origen en el comunismo platónico. La riqueza es dañina y deriva en inmoralidad, por tanto hay que ponerla al margen del Estado y de la sociedad.
Solamente los medios de producción pueden ser privados, mientras se establecen las bases y los mecanismos adecuados para la estatización del aparato productor, porque "Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad sin más, sino la abolición de la propiedad burguesa. (...) En este sentido, los comunistas pueden resumir su teoría en esta única expresión: supresión de la propiedad privada". (Marx, K.: Manifiesto comunista, Alianza Editorial, Madrid, 2004, p.59)
El consumo de los bienes es común, por cuanto se intenta impedir que unas personas consuman más que otras. De ahí que el principio dominante sea el de fraternidad (obligatoria), según el cual todo debe ser compartido con todos, a los fines de erradicar toda desigualdad económica. La sociedad en la que rige el sistema comunista es -o debe ser- fundamentalmente ascética, conducirse conforme con la rígida disciplina que impone la austeridad y la mediocridad como formas de vida. Los comunistas no tienen intereses propios, sino colectivos, entendiendo por tales los intereses de todo el proletariado. Esto, desde luego, excluye los intereses de los sectores no proletarios.
El comunismo anula la individualidad y suprime la libertad individual. "Se trata, efectivamente, de la supresión de la personalidad, independencia y libertad burguesas" (Idem, p.61)El comunismo aboga por la supresión del Estado.
El socialismo
La palabra socialismo fue acuñada en Inglaterra en 1835. Y, a diferencia del comunismo, se deriva, junto con el economismo, de una misma fuente, pero se expresan de maneras distintas.
Mientras el comunismo se plantea objetivos en el presente, el socialismo está orientado hacia el futuro. El comunismo es acción, y el socialismo, un ideal. El comunismo pretende ser una ciencia, en tanto el socialismo es un hecho social y, en ese sentido, objeto de la ciencia. El comunismo persigue la estatización de los medios de producción; el socialismo se propone socializarlos, es decir, incorporar las funciones industriales y comerciales a las funciones de la sociedad, pero a través del Estado, lo que viene a desembocar en una estatización de la economía. Por cuanto el socialismo surge del individualismo revolucionario, considera que el aspecto económico es prioritario con respecto incluso al Estado, de ahí que no persiga la supresión de éste, sino llegar a convertirlo en el centro de la actividad económica.
El socialismo impone un sistema de organización de la sociedad bajo la dirección de un único ente rector -el Estado- que dirige, ordena, controla, vigila y distribuye todos los sectores de la sociedad y a sus individuos. El sistema socialista concentra y centraliza la actividad económica tanto del Estado como de los particulares.
El socialismo se ha denominado "filosofía económica de las clases que sufren" porque su principal finalidad consiste en mejorar las condiciones de vida de los individuos menos favorecidos, procurando la disminución de desigualdades especialmente en el ámbito de las relaciones económicas. Por lo tanto, entre sus funciones está regular la economía, moderar el poder de los capitalistas y, progresivamente, lograr la desaparición de éstos mediante su incorporación al sector de los trabajadores comunes. El capital pasa de los particulares a la sociedad, pero representada ésta en la figura suprema del Estado como órgano planificador.
Entre las características de ambas doctrinas, encontramos que el núcleo ideológico radica esencialmente en el aspecto económico.
El comunismo lo plantea -con palabras de Marx- con base en la "lucha de clases" y en la idea de que "el capital es un poder social" que no debe estar en manos de los particulares, sino del colectivo proletario.
El socialismo, por su parte, sostiene que el capital es un poder económico en sí mismo que debe concentrarse en el Estado para que éste planifique todas las actividades comerciales e industriales y sea el que distribuya los beneficios y las cargas entre los individuos, de acuerdo con los principios de igualdad y justicia social. En realidad, el socialismo lo que hace es matizar la estatización del aparato productivo empleando el eufemismo de socialización, pero el fin no es distinto de aquel que persigue el comunismo: concentrar toda la actividad económica en el Estado. Como tampoco es distinto el medio para lograrlo, que no es otro que la negación de la libertad individual y, por consiguiente, la libertad económica.
Este somero análisis de las diferencias entre comunismo y socialismo pone en evidencia que, tanto para los primeros promotores de ambas corrientes ideológicas como para sus actuales defensores, el fin último de sus esfuerzos por aplicar cualesquiera de estos sistemas es incorporar todos los bienes de producción al Estado y, si no abolir, al menos reducir al mínimo necesario los bienes susceptibles de ser propiedad privada de los individuos. El patrimonio personal quedaría así circunscrito a cosas tan elementales para la supervivencia como las prendas de vestir, los utensilios de cocina y limpieza, los artículos para la higiene personal y quizá un número limitado de libros, discos y retratos.
El socialismo en las aulas
El objetivo del gobierno de impartir el "socialismo del siglo XXI" como cátedra en las universidades del país sería admisible si, al mismo tiempo, el nuevo pénsum de estudios incluyera el liberalismo y las demás teorías políticas como materias. Pero en vista de que el interés por promover las ideas socialistas en su versión bolivariana y en el contexto de la revolución homónima es, sin lugar a dudas, encaminar a los jóvenes estudiantes hacia una concepción determinada de la política, con fines bien específicos, es de suponer que el programa de dicha asignatura ha sido diseñado no tanto para el conocimiento como para la acción, eventual y efectiva, en ciertos escenarios ya previstos y de acuerdo con unas precisas directrices.
Conclusión
A modo de conclusión, se harán las siguientes recomendaciones, dirigidas especialmente a los compatriotas venezolanos: deben saber que nuestros derechos y libertades están consagrados y garantizados en la Constitución nacional; que para ejercerlos adecuadamente conviene tener alguna claridad sobre los valores y principios en los que se sustentan, a saber: libertad, justicia, igualdad, solidaridad, democracia, responsabilidad social, preeminencia de los derechos humanos, ética y pluralismo político; que para decidir acerca de una cuestión cualquiera capaz de afectar, positiva o negativamente, estos derechos, libertades y deberes debemos conocer el anverso y el reverso de dicha cuestión; que las ideologías se cuestionan, se discuten, se apoyan o se rechazan, se asumen con convicción o se adoptan por obligación o necesidad, se atacan o se defienden, pero cuando se intenta aplicar una determinada ideología para ejecutarla como plan de vida que rija todos nuestros actos e incluso justifique nuestras omisiones, hay que saber de ella y de sus opuestos tanto como sea posible para evitar cometer más errores de los que estamos dispuestos a asumir responsablemente.
Debe abrirse hoy mismo la discusion cientifica y contundente frente al proyecto CH, ya en la calle. Este ponderado, bien escrito y convincente articulo deberia, junto a otros muchos, explicarse profusamente a los niveles mas vulnerables de nuestra sociedad, por todos los medios disponibles y sin tecnicismos de "doctores", y servir de 'doctrina' del "contraproyecto" de quienes no creemos en el socialismo esbozado por CH en TV ayer (15) noche.
ResponderEliminarEste es el tipo de oposicion que se necesita. Felicitacioes