06 julio 2006

Hijo de la revolución

Para adentro, hermano
Llévame,
piernas de acero
propulsoras de un taxi improvisado
(a) tracción de sangre
roja sangre de esclavo...
tallada por el látigo del déspota
la espalda de tu abuelo,
roja sangre de mulato libre
en el vientre de tu madre negra

Sonrisa blanca y sol
en tu mirada
los ojos de tu padre
croupier del gran casino,
soldado contra el imperialismo,
guerrillero dormido bajo tierra
sin lápida
sin cruz
sin epitafio

Pedalea, hermano
sobre las tres ruedas de tu vida
... no es vida todavía
si tu sudor debe engrasar sus ejes
y resbala por las sienes de Sierra Maestra
y riega los jardines de la Habana Vieja,
si dibuja en tu camisa
mapas alrededor de los cañaverales
y la empapa con sangre de la zafra

Llévame al sótano oscuro y maloliente
donde Eliseo vende puros de contrabando
y su mujer es una muerta que camina
espantando a ramalazos
los espíritus atormentados de su casa

Pónme de pie
sobre los restos de mármol de carrara
hendidos y empañados
Acércame a las medias puertas
para tocar su media aldaba de león decapitado
Déjame bajo la sombra de esa lágrima estéril,
colgada de una lámpara imperial de bohemia
Cuélame como el rayo tropical se cuela
entre las romanillas destrozadas
Mírame tambalear al filo de los balcones
enmohecidos,
rotos de bala,
podridos de olvido

Llévame a la garganta de tu pueblo,
ahí donde se juntan moros y cristianos
para aplacar los crujidos del hambre
Condúceme al abismo donde la voz de Dios
brota de un retrato con anteojos y habano
Méteme en la madrugada
cuando se oye el taconeo de la vecina que regresa
con cincuenta dólares
ebria y solitaria

Pedalea, hermano,
mar adentro.
Huye de los esbirros de la esquina,
burla a los tiburones
atragantados con la fe de los valientes

Noventa millas es la diferencia entre la vida y la muerte

¡Rema, coño, rema con tus brazos y tus sueños!
¡Rema con tus manos y tu pena!
¡Rema con tus piernas y tu rabia!
¡Rema con tu miedo y tu familia a cuestas!

Todo te lo deben,
padre, hermano, hijo...
te arrebataron
el pan, la libertad, la voz, el tiempo...

Vale la pena -creo yo- arriesgar la vida
por dejar de estar muerto

(Del poemario inédito "Testimonios" de Liliana Fasciani M.)

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