04 febrero 2013

Del Golpe de 1992 al Golpe de 2013



El 4 de febrero de 1992 en la madrugada un intento de Golpe de Estado nos arrancó del sueño, nos sacó de la cama y nos plantó frente al televisor para ver cómo un grupo de militares insubordinados se habían alzado contra el Gobierno constitucional del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez. 

Recuerdo una tanqueta subiendo los escalones de la entrada del Palacio de Miraflores; recuerdo al golpista Jessy Chacón uniformado y con boina, acostado en el suelo con un arma apuntada a su cabeza cuando lo sometieron; recuerdo haber visto las imágenes que transmitían los canales de televisión de tanques de guerra en la ciudad, soldados con fusiles, gente corriendo, carros quemándose, aviones sobrevolando la capital, muros, puertas y ventanas destrozados a tiros, personas heridas, venezolanos muertos... Recuerdo a Carlos Andrés Pérez de pie en un escenario improvisado que tenía una cortina azul al fondo, cuando se dirigió al país para decir que todo estaba ya bajo control. Y después, mucho después, todos vimos al responsable de aquella insubordinación, al responsable de aquel caos terrible, al responsable de la muerte de más de un centenar de venezolanos; todos vimos al golpista principal, un teniente coronel de nombre Hugo Chávez Frías que vestía uniforme de campaña y boina roja, y al que le permitieron hablar ante los medios de comunicación, a las puertas del Museo Militar, para decir que "lamentablemente" los objetivos que se habían propuesto no pudieron cumplirse.




Y después, en 1994, todos esos golpistas, cuyas manos quedaron manchadas con la sangre de tantos venezolanos, fueron indultados por el entonces Presidente Rafael Caldera, a quien no se le puede perdonar que haya tomado la decisión más oportunista de su vida política en pleno ejercicio del poder.

Y después, en 1998, aquel teniente coronel golpista fue electo Presidente de la República a pesar de haberse alzado contra un gobierno legítimo y contra la Constitución, a pesar de tener en sus manos -aunque no en su conciencia, porque carece de ella- la sangre de más de cien venezolanos.

Y después, entre 1999 y 2012, aquel teniente coronel golpista investido de Jefe del Estado se esmeró en dividir al pueblo y en destruir el país.

Y hoy, 4 de febrero de 2013, 21 años después, aquel militar conspirador y golpista, habiendo sido reelecto, ya no es Presidente, porque está ausente del país desde hace casi dos meses, y no tomó posesión del cargo ni se juramentó. Así, pues, que no hay gobierno en Venezuela, sino un auténtico e incuestionable vacío de poder. Quienes se han impuesto de facto para llenar ese vacío son unos cuantos civiles que el 10 de enero de este año se alzaron contra la Constitución vigente apoyados por la Fuerza Armada Nacional y por el Tribunal Supremo de Justicia, y que aun habiendo cesado en sus funciones, usurpan actualmente el poder político en forma irregular e ilegítima. Por lo tanto, todas sus decisiones son nulas, completamente nulas, absolutamente nulas, impepinablemente nulas. Pero tal parece que tamaña irregularidad le importa a poca gente. Al 55% de los venezolanos no les importa; a los mandatarios de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Nicaragua no les importa; al Secretario General de la OEA no le importa.

Y a usted, ¿le importa?  

    

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